Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 11 de noviembre de 2019
Es definitivo que los panameños no agotaremos nunca nuestra capacidad de asombrarnos. Nuestro destino de vía de paso se puso de manifiesto desde que se descubrió oro en California y se construyó un ferrocarril a través del istmo, para hacer más corto el viaje entre la costa este de Estados Unidos y la costa oeste y ahorrarse la engorrosa vuelta por el Cabo de Hornos. Después nos separamos de Colombia, que nos tenía como una provincia olvidada y por esa circunstancia pudimos terminar la obra majestuosa de la que nos sentimos orgullosos, el Canal de Panamá, gracias a la audacia panameña, la ambición gringa, la codicia francesa y la miopía colombiana. Ya desde 1830, antes de morir, Simón Bolívar había envisionado la construcción de un ferrocarril por la angosta cintura de nuestro país.
Logramos un tratado con la gran potencia del norte, después de
una lucha generacional que llevó a varias generaciones a sembrar banderas en los
territorios que ocupaban las bases militares y después de una transición larga
y dolorosa de 23 años, recibimos el bien más preciado que nos ofrece nuestra
privilegiada posición geográfica, el Canal de Panamá, el que hemos manejado con
suprema eficiencia y profesionalismo, lo que muchos países y personas dudaban que
haríamos.
Sobrevivimos a una invasión gringa de 26 mil soldados que vinieron
a buscar a un solo hombre, al que no encontraron, pero que permitieron que se
saqueara y quemara la ciudad de Panamá y algunas otras ciudades importantes del
país. Nos levantamos como el Ave Fénix y
seguimos, contra todos los embates. Hace
tres años se destapó un escándalo de proporciones mundiales que nos puso en
boca de todo el mundo por el simple hecho de que lo llamaron con nuestro
nombre, PanamáPapers, y así hemos ido cargando este karma como los grandes
lavadores de dinero que nos ha puesto en todas las listas de colores
oscuros. De paso, un procónsul gringo se
ensañó contra el emporio comercial de una familia que les daba empleo a miles
de panameños y por capricho (y complicidad con el presidente pelele de turno)
lograron arrodillarla y perder sus mayores activos, ganándonos una demanda de
miles de millones de dólares.
Tuvimos un presidente, el único en la historia republicana, que
fue apresado en Miami, esposado y engrilletado para deshonra de nuestro país, y
tratado como lo que es, un delincuente, por un año y después, devuelto a Panamá
para que pasara otro año fingiendo toda clase de dolencias, mismas que ahora
que lo declararon “no culpable” de haber pinchado las comunicaciones de más de
150 personas “sospechosas” (entre las que estaba su propia esposa) no se pierde
una fiesta y parranda y no ha tenido ninguna recurrencia de sus alegadas enfermedades
desde que goza de libertad.
Ahora, para guinda del pastel, salen a la luz una serie de
intercambios de mensajería instantánea del expresidente Varela que la verdad,
demuestran no solo el nivel de maldad que tenía ese mandatario en contra de su
antecesor, que lo distinguió con ser su vicepresidente y canciller, sino
relaciones bastante comprometedoras con el contralor, con la procuradora, con
miembros claves de su gobierno y, sobre todo, con el mencionado procónsul en
los que tramaba cómo acabar con la familia Waked.
En mi sano juicio, no puedo entender, primero, que alguien invierta
tanto tiempo en mandar chats (hasta 200 diarios) por cosas intrascendentes y
que la procuradora, entre otros altos funcionarios, intercambiaran hasta los
menús (con fotos) de lo que iban a comer, pidiera favores para parientes
(préstamos bancarios con historiales crediticios negativos) y hasta le
corrigiera sus discursos. Con razón eran
tan malos, solamente recordar el que dio en la ONU, donde mencionó los tratados
del Canal de Panamá sin decir su nombre correcto: Torrijos-Carter.
Sin invertir mucho tiempo en revisar los alegados Varela Leaks y
habiendo escuchado la defensa desaforada que hizo el expresidente Varela desde Shanghái
al noticiero de Telemetro, donde acusa de todo a su mentor y predecesor,
Ricardo Martinelli en componendas con el Partido Revolucionario Democrático
(PRD) solo me queda concluir que su fallida gestión, basada en el odio y el
resentimiento, afectó a todos los niveles del devenir nacional, coartando el
crecimiento que, aunque sobrecalentado por la magnanimidad de la gestión
anterior (y sus chanchullos, que éste siguió y potenció), nos siguieron
pinchando y que la Procuradora, si le queda algo de dignidad después de verse
retratada como lo que es en esos intercambios, no le queda otro camino que
renunciar. No ha investigado los mayores
escándalos de corrupción que hemos vivido en los últimos años, no ha metido a
nadie en la cárcel (alega que dos) y ha comprometido la imparcialidad del
Ministerio Público con la relación casi íntima que reflejan sus intercambios de
WhatsApp con el mandatario.
La verdad es que no sé qué estamos esperando para exigir su renuncia y que se reabra, de una vez por todas, por lo menos, el caso Odebrecht.