Por Mariela Sagel, 27 de enero, El Siglo de Panamá
Hoy se conmemoran 75
años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, ubicado a 43
kilómetros de Cracovia, Polonia. El
régimen nazi, que había ocupado ese país en 1939 instaló allí un centro de
exterminio masivo donde llevaron a cabo su “solución final”, que era la forma
de matar a todas las razas que consideraban indeseables por medio de unas
cámaras de gas, para luego incinerar sus cuerpos.
Una visita a ese lugar
es sobrecogedora, porque en las galeras donde estaban los presos, ahora se
exhiben los objetos que les pertenecieron y se lee una serie de fichas de
cuántos fueron exterminados en cada uno.
Alrededor de un millón
cien mil personas murieron allí, entre 1941 y 1945, la mayoría de ellos judíos. El ejército ruso liberó ese conjunto (que
estaba compuesto por tres campos en el área) pero existían unos 45 más. Los alemanes trataron, unos meses antes, de
eliminar las cámaras de gas, para no dejar evidencias. Muchos científicos, escritores, filósofos,
músicos, artistas no llegaron a serlo por perder su vida allí. Ana Frank, la que niña alemana que escribió
el Diario de Ana Frank, estuvo allí antes de ser trasladada a otro campo, donde
murió, pero su padre, que vio cómo sus hijas salían de allí hacia una muerte
segura, sobrevivió Auschwitz, y luego publicó el diario de Ana. Primo Levi, el escritor italiano, también
sobrevivió al exterminio, y unos años más tarde publicó su famoso libro “Si esto
es un hombre”. Elie Wiesel también registró
sus experiencias y fue galardonado Premio Nobel de la Paz en 1986.
Los horrores que se
vivieron en la II Guerra Mundial se siguen viviendo bajo diferentes modalidades
en poblaciones como en Somalia, Ruanda, Mali y otros lugares. Debemos
replantear las prioridades que tienen las grandes potencias del mundo en cuanto
a los diferentes países para que no se vuelvan a vivir atrocidades como los
campos de concentración, porque estoy segura de que, con el desarrollo de la
tecnología, los resultados pueden ser devastadores.
“Aquel que no conoce
su historia está condenado a repetirla” resalta un muro a la entrada de
Auschwitz.
Por Mariela Sagel, 26 de enero de 2020, Vida y cultura, La Estrella de Panamá
Las ferias del libro de Guadalajara se han convertido en una
competencia entre qué editorial lleva a cuál autor, uno más famoso que
otro. En la pasada, en la que India era
el país invitado, brillaron en Grupo Planeta la estadounidense Siri Hustvedt,
la rock star de la FIL o, como le dijo Jorge Zepeda Patterson, “la diosa”;
Elena Poniatowska con sus memorias, y el ex presidente Juan Manuel Santos, con
su libro “La batalla por la paz”, prologado por el expresidente español Felipe
González, que fue presentado por el ex guerrillero y su antes enemigo acérrimo,
Rodrigo Londoño, alias Timochenko y moderado por la famosa periodista Carmen
Aristegui. El grupo Penguin Random House
no se quedó atrás y llevó a su siempre emblemático autor Mario Vargas Llosa a
rememorar los 50 años de la publicación de “Conversación en la catedral” con su
correspondiente reedición, y la presentación de su última novela, “Tiempos
recios”.
Con menos fanfarria, pero de manera muy elegante Anagrama
conmemoró 50 años de estar publicando buena literatura y ensayística, tanto con
las correspondientes fiestas como con la entrega de un premio a la crónica, con
el cual se alzó el periodista y editor español Emilio Sánchez Mediavilla,
“Una
dacha en el Golfo”, un relato en primera persona sobre Bahréin. Y fue ese sello el que inicialmente publicó
la traducción del libro “Todo cuanto amé” de Siri Hustvedt, que ahora lo
relanzó Planeta junto a “Recuerdos del futuro”.
La presentación de “Recuerdos del futuro” la hizo, con la autora
presente, la incomparable Elena Poniatowska, entre inglés y español y muchas anécdotas. Pero antes, la escritora estadounidense había
ofrecido una magistral charla titulada “Historias de una vagabunda intelectual”
ante un auditorio de más de mil personas y en el marco de “La FIL también es ciencia”.
TODO CUANTO
AMÉ
Este libro de Hustvedt, publicado en 2003, es una poderosa
novela de la vida de dos parejas de intelectuales que viven y trabajan en Nueva
York, sus intensas personalidades y la vida de sus familiares. Como muchos judíos inmigrantes, con grandes trastornos
de personalidad, conforman un argumento que va en aumento con una especie de
morbosa intensidad que capta la atención del lector.
Siri Hustvedt, a la que leí en inglés, hace gala del amplio
conocimiento del mundo del arte y la literatura, y tiene una prosa pulida,
elegante, llena de detalles y metáforas, que la hacen un deleite leerla. Sus personajes, artistas e intelectuales son parte
de la elite neoyorquina y buscan, a través de la interpretación o ejercicio de
la creatividad plástica y literaria, la difusión de sus hipersensibles
universos.
Esas vidas se desarrollan con
normalidad y rutina hasta que un triste acontecimiento viene a remecerlas y,
entonces, ya nada será igual y a partir de allí, como una cirujana con diestro
bisturí, la autora va diseccionando las más profundas pasiones y torturas que
pueblan la mente de los seres humanos, por muy elitistas que sean. Dolor,
miedo, llanto y desapego son retratados por Hustvedt con gran precisión y ella,
conocedora de la cultura universal, hace gala de ese bagaje con referencias a
las obras de grandes pintores y escritores.
Con la contundente autoridad que le da el tener un vasto conocimiento de
la intelectualidad, profundiza en los contrasentidos, miserias y opulencias del
arte contemporáneo, especialmente en la relación de éste con el mundo del “show
business” y los medios de comunicación.
Presentación del libro “Recuerdos del futuro” en la FIL Guadalajara junto a Elena Poniatowska
Mi amigo, el escritor aragonés Juan Bolea escribió, cuando la
novela se publicó originalmente, que en “Todo cuanto amé” “la proustiana
historia de amor y sensibilidad artística se transforma en una sórdida pista de
novela policíaca, en un cadáver mutilado y perdido”. Leo Hertzberg, profesor e historiador de arte
y Bill Wechsler, pintor, amigos vecinos, y sus mujeres, Erica y Violet gravitan
en los mismos círculos. Y Leo atesora en
un cajón pequeños objetos de gran valor sentimental que resumen el paso de sus
seres más queridos por este mundo.
Esta novela, con una provocativa prosa, es una narrativa
poliédrica de la vida de los seres humanos, en cuyas mentes indaga de manera
magistral la autora.
SIRI
HUSTVEDT
Aunque nacida en Estados Unidos, es de ascendencia noruega. Estudió filología inglesa en la Universidad
de Columbia y además ha investigado a profundidad temas de filosofía,
neurociencia o psicología. Casada con el
también famoso escritor estadounidense Paul Auster, son los novios eternos,
según Juan Bolea. Ha publicado siete
novelas, la más reciente “Recuerdos del Futuro”, que presentó en la FIL, y
también tiene un libro de poesías y seis de ensayos. Es columnista de The New York Times y de Psychology
Today. En mayo de 2019 fue galardonada con
el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
En la ocasión en que le fue reconocida su amplia obra literaria,
se divulgó una conferencia titulada “The future of Literature”, que fue
traducido como “El poder de la literatura” y regalado, como un gimmick de su
obra, a los asistentes de sus charlas y presentaciones, por parte de la
editorial durante la FIL, así como un set de cinco postales con dibujos que
ella hace. Dicha conferencia la ofreció en 2017 en la “House of Literature” de Oslo,
Noruega, que es un amplio local, único en su clase, el primero y más grande
dedicado a la literatura en el más amplio sentido de la palabra.
Portada de “Todo cuanto amé”
En ese enjundioso ensayo, expuesto por Hustvedt se plantean
interrogantes como “¿dónde está hoy la literatura y dónde estará mañana? ¿Cuál
es el poder de la literatura que ofrece empatía y una perspectiva refrescante?
¿Puede la literatura tener la fuerza de enfrentar los desafíos materiales e interpersonales
que se nos presentan? ¿Puede la literatura reforzar la condición humana y el futuro
de la humanidad?”
El pequeño folleto es en sí un libro valioso, en el que asegura
que “la lectura es una forma de posesión por parte de otro, y eso no debe
subestimarse. Los libros poderosos toman
el control de nuestra mente. No son la
vida real externa sino parte de la vida.
Aún así, a través de la literatura se nos permite tener experiencias que
se convertirán en recuerdos, a veces duraderos, de acontecimientos que
podríamos evitar si estuvieran sucediendo fuera de la novela”.
“¿Por qué hay disfrute en llorar en una novela y no lo hay
cuando se trata de la muerte de un amigo? ¿Por qué las personas están ávidas de
historias violentas, aterradoras y desgarradoras? Estos viajes imaginativos pueden ser
emocional e intelectualmente enriquecedores, pueden provocarnos emoción y
sensaciones fuertes sin poner en peligro nuestra vida”.
Siri Hustvedt ha escrito una obra portentosa que nos acerca a
nosotros mismos, a nuestras reflexiones más íntimas. Y porque es literatura y
de la buena. En “Todo cuanto amé” y en “Recuerdos
del futuro” podremos leer una autora que ha sido poco conocida en nuestro
medio, pero que es reconocida mundialmente.
Sus personajes son sólidos, con los que uno quisiera pasar las tardes del
invierno neoyorkino, asistir a las galerías de arte, leer las críticas de los
eruditos y otros ratos más.
Mariela Sagel es arquitecta, ex ministra y escritora. Publica hace 40 años en Panamá y otros países sobre temas políticos, literarios, patrimoniales y de arte. Actualmente es embajadora de Panamá en Turquía.