Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 10 de febrero de 2019
Las sorpresas que nos depararon la semana pasada los candidatos
a presidente que se batirán en los comicios del 5 de mayo no dejan lugar a
dudas: no les importó las alianzas con otros partidos, aunque éstos fueran
minúsculos y se fueron por figuras que supuestamente les traerán votos del
pueblo y de minorías como afrodescendientes, evangélicos y también de mujeres
(las últimas cifras del Tribunal electoral colocan a 1,385,076 las electoras
femeninas versus 1,372,757 hombres, por
lo que no somos minorías). El candidato
oficialista postuló a una miembro del PRD, como si en su partido y en el
Partido Popular, su aliado en esta contienda no hubiera mujeres valiosas que
pudieran acompañarlo en su nómina. Tengo
una larguísima amistad con la Lic. Quijano y me sorprende que haya accedido a
jugar este deplorable papel, por el simple hecho de que sea mujer, colonense y
afrodescendiente.
Hoy quiero exponer a mis lectores lo que yo ansío ver en Panamá,
que el próximo presidente debería emprender, con firmeza y sin titubear. Para hacerlo más fácil, iré por carteras, o
sea, por los ministerios actuales y como me voy a quedar corta, seguiré la
próxima semana.
En el ministerio de Gobierno debería ser prioritario el tema
penitenciario. Sé que avanzó algo bajo
la dirección de la exministra María Luisa Romero, pero aún persiste una alta
mora judicial, pésimas condiciones en las cárceles y la no aplicación de la ley
penitenciaria. Es urgente que este
sensitivo aspecto de la gestión se haga más dinámico y produzca
resultados.
También dentro de ese ministerio está la Dirección de Correos y
Telégrafos. Esta dirección tiene que ser
objeto de una profunda revisión y modernización, para que esté a la altura de
servicios similares en la región. La
competencia que se tiene con los apartados virtuales y el correo electrónico es
tan grande que a las estafetas llegan, si acaso, algunas cuentas. Existe hace 20 años una ley de correos que
nunca llegó a la asamblea. Se puede revisar y actualizar para ponernos acorde a
los tiempos.
Poco o nada
sabemos de la política indigenista que también está adscrita a ese
ministerio. Sería saludable de que,
habiendo varias etnias en nuestro país se les prestara mayor atención, a fin de
que puedan ser autosuficientes y llegue hasta ellos la bonanza que
aparentemente se ve en el “skyline” de la ciudad.
En el tema
de salud, hay que hacer una reingeniería urgente, que incluye tanto al
ministerio como a la Caja de Seguro Social (CSS). El desabastecimiento de medicamentos, la
inexplicable mora en las citas médicas y otros factores hacen que nuestro
sistema sea uno de los peores y se tenga que recurrir a los servicios privados,
que son onerosos para la mayoría. El
costo de los medicamentos se ha incrementado a niveles exorbitantes. No es posible que una medicina cueste en
Panamá $50.00 y en España $5.00. Debería
hacerse un estudio exhaustivo sobre esta sensitiva materia y que todos los
panameños podamos tener acceso a medicinas al precio justo y que en las
farmacias de la CSS haya inventario para suplir las necesidades. Es como un círculo vicioso: no hay en la CSS
y entonces hay que comprarlas en los establecimientos privados.
El otro
tema es la educación. Nuestros
gobernantes no han entendido que invertir en educación es lo que garantiza el
crecimiento del país. Pero en educación
de calidad y de excelencia. Pronto se inicia el año escolar y sobrevienen los
mismos problemas de siempre: nombramientos de maestros tardíos, escuelas en mal
estado, además de falta de evaluación de los docentes para actualizarlos en las
nuevas tendencias educativas y el otorgamiento de becas a estudiantes que están
lejos de merecerlas por sus notas.
El lustro que termina en julio ha sido uno perdido en cuanto a educación se refiere. Se tuvieron algunos programas como “Panamá Bilingüe” sin mayores resultados y se abandonó la principal misión que tiene la educación. Parafraseando a Mafalda, “de tanto ahorrar en educación nos hemos hecho ricos en ignorancia”. Los políticos ven la inversión en educación sólo en términos de retorno y ganancia económica. Un país que abandona la educación pública abre las puertas a la desigualdad y a la exclusión. Hay que invertir en educación porque la ganancia será mejores ciudadanos, mejores profesionales y mejores resultados desde sus puestos laborales.
El término educación abarca mucho, sobre todo cultura, que para la
mayoría es privativo de las élites, sin tomar en cuenta que las manifestaciones
culturales se dan en todos los grupos sociales.
El Instituto Nacional de Cultura (INAC), con un presupuesto muy bajo no
puede hacerles frente a tantos temas que conllevan los asuntos culturales. Y de la misma forma, se desliga de la
responsabilidad docente que tiene intrínsecamente. Es un tema inacabable y merece que siga
debatiendo sobre el mismo en una próxima entrega.