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MARIELA SAGEL*

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La Estrella de Panamá, 28 de Noviembre de 2010

Recientemente vi el estreno del documental ‘El Último Soldado’, dirigido por el cineasta panameño Luis Romero y que debe su nombre a los últimos uniformados estadounidenses en salir de las bases que conformaban la antigua Zona del Canal. Su estreno, en 18 televisoras de 14 países fue el pasado 20 de noviembre, por el canal 11 (SERTV) y posteriormente se hizo una presentación, que incluyó un enriquecedor debate, en el recién inaugurado Ateneo de la Ciudad del Saber.

Este trabajo, que le mereció a Luis Romero una distinción, resume en 52 minutos la historia del enclave canalero que existió en nuestro país por casi un siglo y que, gracias al Tratado Torrijos—Carter, no solo desapareció, sino que ha permitido demostrar al mundo entero que los panameños podemos no solo administrar con excelencia un recurso tan extraordinario como el Canal, sino que lo hacemos con eficiencia y transparencia.

Cuando uno cuenta historias tiene que tener testimonios, y por el lente de Luis Romero pasaron muchos protagonistas de esa historia que él quería contar, —algunos ya fallecidos, como el pintor y caricaturista Lolo Silvera— y dieron su versión, apegada a lo que cada uno vivió. En el debate posterior que se generó, además de las opiniones de los que conformaron el panel hubo muchas preguntas en por qué no se incluyeron temas, personajes o hechos en el documental.

Se le señaló a Romero que no aparecía el general Noriega. Sí hubo una mención a que sus actuaciones fueron la excusa para que los Estados Unidos incumpliera con el pago de la anualidad del Canal, aduciendo las medidas económicas impuestas al país, así como el ‘just because’, que apretó el gatillo para que 30,000 soldados invadieran nuestro indefenso territorio, en una acción que aún hoy día está pendiente de ser juzgada y condenada.

También se le interpeló al cineasta que no figurara Arnulfo Arias, a lo que él contestó que sí aparece, en la inauguración del Puente de las Américas. La que sí figura con sus gritos estridentes recibiendo inmerecidamente el Canal es la presidenta Moscoso, después que su partido se opusiera rotundamente al referendo que aprobó la ratificación de los tratados. Ahora anda el vicepresidente Varela promoviendo la ampliación, pero durante la campaña del referendo, en el 2006, ese mismo partido se opuso a la misma. Como dice el dicho: Nadie sabe para quién trabaja.

Un aporte valioso, sin desmeritar los de cada una de las cuatro personalidades que compartieron estrado en el debate, fue el del Ing. Tomás Paredes, de la Ciudad del Saber, quien señaló de una manera puntual que le gustaría ver que los ingresos del Canal de Panamá se invirtieran en mejorar la educación del país, que está en la posición 128 de un total de 139 como de las peores. Treinta años han pasado desde el intento de reformar la educación que se tomó como un caballito de batalla contra el gobierno militar y hemos ido para atrás como el cangrejo, pero a pasos agigantados, al punto que no se compagina nuestro desarrollo económico con el educativo.

Otro tema que llamó mucho mi atención, tanto en el documental como en el foro debate, fue la insistencia que actualmente la historia de lo que fue la Zona del Canal está condenada a desaparecer, porque ya no se enseña la materia de las relaciones de los Estados Unidos y Panamá en las escuelas. Aún cuando considero que las actuales generaciones están en manos de los agresivos medios de comunicación, es importante que en el seno familiar se hable, se converse, se debata sobre todos estos temas, para fomentar la curiosidad de los jóvenes que se valen del Internet para investigar, y los educadores incentivar el conocimiento por todo lo que significa nuestra panameñidad.

Exhorto a todos a ver este documental. Fue un verdadero privilegio sentarme en un recinto como el Ateneo, dentro de una antigua base militar, y ver pasar delante de mis ojos la lucha que libró nuestro pueblo por ser soberano. Más estremecedor es que esa base militar esté hoy dedicada por entero a fomentar el conocimiento y sea sede de universidades de prestigio internacional y de empresas que desarrollen tecnología de punta.