Por Mariela Sagel, en El Siglo, 10 de mayo de 2021.
Esta semana termina el mes sagrado de los musulmanes, llamado Ramadán, que empezó el 13 de abril y que consiste en el ayuno durante el día de alimentos y hasta agua desde que sale el sol hasta que se pone. Ese fin del Ramadán se llama Iftar, y se conmemorará con tres días libres posteriores al 12 de mayo.
En Turquía no se ha sentido para los que no ayunan, pero el gobierno aprovechó para implementar un cierre (lockdown) o confinamiento a fin de bajar los contagios por la COVID-19 que se habían incrementado un poco, desde el 29 de abril. Las cafeterías, restaurantes y similares no podían atender clientes, pero sí dar servicio a domicilio. Se mantuvieron ciertas restricciones, como la prohibición de venta de licores, los fines de semana solo se podía salir a comprar víveres en los alrededores y a pie, a menos que fuera discapacitado, y el toque de queda. Para circular durante este confinamiento había que tener un salvoconducto y esto aplicaba a las empleadas domésticas, los conductores y otros trabajadores que se necesitaban para la marcha normal del país.
Las madrugadas eran amenizadas con ritmos de tambores que llamaban a las personas a desayunar antes de que empezara el ayuno y eso ocurría sobre las cuatro y media. Entiendo que al romper el ayuno cada día se come a raudales, pero no se toma licor. Ahora empiezan a retomar los temas urgentes, como es la reactivación del turismo, que aporta arriba del 15% del producto interno bruto del país.
Para que todos los países seamos vasos comunicantes de esa reactivación, el Ministro de Cultura y Turismo ha invitado a todo el cuerpo diplomático del 21 al 23 de mayo a Antalya, ese paraíso casi tropical que tiene Turquía sobre el Mar Mediterráneo. Estaremos expectantes de ese encuentro y las oportunidades que tiene Panamá para hacer lo mismo, especialmente por tener el privilegio de contar con vuelo directo de Turkish Airlines entre Estambul y Panamá.