La ética y la política

La ética en las campañas políticas

El miércoles 4 de junio fui invitada por la gran amiga Alma Montenegro de Fletcher, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Transparencia contra la Corrupción, a disertar en la I Jornada
de Promoción de la Integridad en el Sector Público y Privado, en el tema de la incidencia de los medios de comunicación, donde tuve el honor de compartir el panel con sendos académicos y profesionales del periodismo, como son Modesto Tuñón, Fernando Correa y el nunca bien ponderado, Fernán
Molinos. Dado que, como dije, soy una apasionada de la palabra y de la información, sin tener intereses en ninguna empresa de comunicación masiva, mi intervención se basó, precisamente, en el deterioro que han experimentado los medios impresos y televisivos en sus titulares, sus glosas y hasta sus tirrias.

El presidente del Consejo Nacional de Periodistas, Fernando Correa, explicó cómo funciona el Comité de Ética de esa entidad, «que es la tercera instancia de autorregulación ética creada en Latinoamérica, después de Chile y Perú, y atiende las quejas o reclamos que personas naturales o jurídicas presenten contra el ejercicio ético del periodismo en la República de Panamá».

Según el CNP en su página web, en «el 2006 los asociados (medios, gremios y desempeña un papel tutelar en el ejercicio responsable del periodismo por parte de las empresas y de los periodistas del país».

El panel, enriquecido por las referencias docentes del profesor Tuñón, fue muy participativo, teniendo en contra el poco tiempo que tuvimos dentro de la jornada, pero sembrando la semilla de continuar este diálogo y su divulgación, que hoy, más que nunca, se hace indispensable para que la sociedad pase por este período electoral sin mayores traumas de los necesarios. Importante también fue la necesidad de fomentar la participación ciudadana en ese comité, y de conocer sus resoluciones y su permanente vigilancia por mantener el equilibrio y la verticalidad en la información.

Un señalamiento que fue clave para analizar la actual situación, en la que nos vemos abocados por la precipitación de las campañas proselitistas, fue que hoy en día las campañas sucias se hacen a través de Internet, sin remitente responsable, con pseudónimos. De esa manera, la función del Comité
de Ética del CNP, según entiendo, no tiene injerencia o no puede analizar una denuncia de una parte afectada. De allí que es urgente que su labor tenga realmente alcance y su protagonismo lo conozcan todos los ciudadanos, sobre todos los que se ven afectados por ataques a su integridad.

A principios de abril, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), con una membresía que rebasa las expectativas que alguna vez hubo en cuanto a participación electoral de los panameños, firmó entre sus miembros y aspirantes a puestos de elección, un pacto ético para, en teoría, hacer las mismas funciones que en su momento realizó el Pacto Ético Electoral que se firmó el 4 de agosto de 2003 en la Ciudad del Saber, en la sede el Instituto Ecumenismo Sociedad y Desarrollo (IESDE), con la participación de los Partidos Políticos, Candidatos a la Presidencia de la República de Panamá,
el Comité Ecuménico de Panamá y la Comisión de Ética Electoral. En aquella ocasión, por petición expresa del presidente del PRD, Prof. Hugo Giraud, fui una de las dos designadas para vigilar esa labor en representación del partido. Si bien las sanciones o resoluciones que se emiten son, al igual que ahora es el caso del Comité de Ética del CNP, de orden moral, éstas deberían ser más preocupantes para quien las recibe, que cualquiera multa pecuniaria que se imponga.

Tal parece que los pactos de no agresión o de ética, se firman sin pensar en las consecuencias que su no cumplimiento pueda ocasionarnos. Los políticos, ahora en primarias, están sacando las uñas y rebuscando los resquicios más íntimos y personales, que no deben ser de la incumbencia de ningún votante y lo que hacen es rebajar la calidad del debate, el deterioro al respeto a las instituciones familiares y sociales, y de la clase política, cuyo prestigio se encuentra ya suficientemente erosionado, y atentan contra la integridad de todas las personas que estamos expuestas a las informaciones basadas en sacadera de trapos y campañas sucias.

Sería bueno que los directores de medios fueran vigilantes en este sentido y no se dejen llevar por la inmediatez de aquellos oficiosos de la pluma que siembran glositas y sugieren cosas turbias, y que los ínter nautas panameños (que según dijeron en la jornada a la que asistí se cuentan entre los más
numerosos de los países de la región), evaluaran con estricto rigor y criterio profesional y veraz lo que les llega por medio del ciberespacio. Es la única manera que podamos seguir aspirando a tener un país mejor los que aún mantenemos la responsabilidad por siempre escribir con la verdad y con
autoridad moral para hacerlo.