Articulos publicados en 2016 Devastación y Deforestación Los Carnavales Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

LAS ARRUGAS DEL PAIS

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 31 de enero de 2016

Panamá, que apenas supera en 12 años el siglo de haberse separado de Colombia, muestra arrugas imborrables, causadas por el mal manejo que se le ha dado a temas tan importantes como la salud, la educación, la cultura, el agro y, más recientemente, el manejo del eco sistema.  A mediados del mes de diciembre escribí un artículo para El Siglo señalando el hastío que me causaba que en todos los medios se le diera amplia cobertura a la disputa de las dos o tres reinas que tendrá el carnaval tableño, en medio de una región que agoniza por la sequía y donde las vacas se están muriendo y los cultivos perdiendo.  La reacción de algunas personas, incluyendo una destacada líder de la empresa privada, fue visceral: que yo desconocía las tradiciones ancestrales, que el carnaval era lo más importante para la región de Azuero y demás yerbas.  Me lo pusieron en Facebook y muchos ilustres desconocidos opinaron agriamente sobre mi posición, desconociendo aquello que se atribuye el sabio filósofo francés Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». En ese mismo tenor se metió alegremente toda la comparsa de Calle Arriba y Calle Abajo a despotricar contra mí, personas que seguramente su oficio es pensar en el siguiente carnaval.

También recibí, en mi dirección de correo personal, amenazas temerarias y hasta incendiarias, metiéndose en mi vida profesional y personal, de ilustres desconocidos que defendían el derecho a la mojadera que se efectúa en los días de carnaval.  Mes y medio después, veo que desde el ministro de Desarrollo Agropecuario hasta líderes empresariales, religiosos y de opinión, llevan a cabo una fuerte campaña en contra de esos culecos que tanta agua desperdician mientras aquí mismo en la capital, hay personas que tienen que ir a un río a bañarse y no tienen acceso a un servicio básico de alcantarillado.

Faltando una semana para la fiesta que más gusta a algunos panameños, entre los que no me incluyo, sigue la polémica y pareciera que no importa que el resto del año tengan que comprar agua embotellada: los culecos van porque van.  Bien lo dijo el Ministro Arango: después no vengan a solicitar ayuda para la sequía y la mortandad del ganado.  Y digo yo, después no vengan a hablar de tradiciones ancestrales.

El tema del agua se está volviendo cada día más importante y más crucial para la sobrevivencia del país y sería un acto de responsabilidad y madurez el que se tomen medidas enérgicas para que no se derroche lo que no se tiene, aunque ello conlleve a que el gobierno pierda popularidad, lo que ya es irremediable, por todos los escándalos que a diario se están desatando.  La crisis severísima que atraviesa la Corte Suprema de Justicia, donde tres magistrados son señalados de andar paseando con los dineros nuestros, ahonda más el sentimiento de que no hay norte en ese órgano del estado, más cuando el mismo presidente de ese órgano del estado tiene varias acusaciones serias y a él pareciera que ni le importa, sigue tan feliz asistiendo a actos diplomáticos, a cuanta fiesta le invitan y la imagen de la corporación de justicia por el piso.  Nos hundimos más en el estercolero con la reiteración del magistrado acusador que reveló todo el entramado de corrupción que hay en el Palacio Gil Ponce, y seguimos pensando en carnavales.

Las intenciones de preservar el ecosistema son de la boca para afuera. El nuevo ministerio del ambiente no avanza en hacer valer el reto que se le presentó al crearlo y ahora se habla de privatizar el agua del lago Bayano, como una iniciativa “personal” del Presidente.  El nepotismo de algunos ministros es rampante y descarado, al punto que uno ha llegado a decir que los periodistas son esbirros de los medios para los que laboran.

No creo que exista tratamiento anti arrugas para este país que ya pasó los 100 años mientras otros rejuvenecen con el tiempo, porque son responsables de sus recursos.