Convivencia El desorden urbanístico

Más de la basura

La semana pasada empecé con la basura y ahora la sigo. Algunas personas me dieron su opinión de las experiencias que han tenido tanto en sus comunidades como en su percepción de lo que debe ser la deposición de desechos.

Me encantó el comentario de un columnista que tiene una vena muy humorística donde señalaba que la basura solamente es recogida cuando el que lo hace le pone su nombre, sea en los tambuchos de basura, sea en el parque de donde es representante.

Para muestra me envió un artículo que escribió hace unos años, cuando el representante de Bella Vista era otro Crespo, intitulado Parque Juliásico, en el que hacía referencia a un amigo que lo visitó y, quedándose en los alrededores del Parque Andrés Bello, le decía al conductor de taxi que lo dejara en el parque Julio Crespo. Era tanta la propaganda que había en ese parque que el visitante estaba creyendo que así se llamaba el mismo.

También me sugirió que la basura que se ve por todas partes debería ser rotulada más que con el nombre de quien la recoge, con el nombre del funcionario que no lo hace. Sería divertido ponerle a cada empaque de bebida, cada vaso de foam y cada bolsa plástica, «esta basura está en el lugar equivocado, gracias a la pobre gestión de tu representante fulano de tal».

Una psicóloga y colonense me contó que hubo en su provincia natal un alcalde, por allá en los años cuarenta, que creó un cuerpo de inspectores, todos voluntarios y anónimos, sin gafete, algunos jubilados y de relevancia en la ciudad.

Llevaban consigo una libreta de multas y sorpresivamente agarraban al irresponsable que tiraba basura. Más bien, no tenían que estar en la calle todo el día, lo importante era estar justo en el momento de atrapar a la persona que abusaba de sus derechos. ¿Cómo sería Colón hoy día con
vigilantes así? Deberíamos crear los vecinos vigilantes de la limpieza y de las buenas costumbres.

Otra amiga me contó que su residencia está en el muy popular área de Calle Uruguay. Me dijo categóricamente que las calles 47, 48 y 49, repletas de bares, discotecas y restaurantes muestran un cuadro patético.

Allí sus residentes no saben qué es peor: el desmadre del caos vehicular, los gritos y alaridos de los clientes de los bares y discotecas, las aceras intransitables, porque entre la basura acumulada (aquella que no ha sido regada por los piedreros), los carros que se acomodan a las entradas y
salidas de los estacionamientos de las maneras más inusuales, los «bien cuidados» que se pelean los clientes, las bolsas de basura con botellas de licor y el olor a orine humano, entre otros, hacen que el barrio sea mejor conocido como «Basura a la Vista» en vez de Bella Vista.

Otro amigo, de origen peruano, me contó que en su país se llevó a cabo con éxito un plan piloto en una comunidad, y se trataba de que primero pasaba un camión recolector de basura y a continuación otro camión recolector de reciclaje, y a más personas que reciclaban, menos se pagaba de arbitrios
municipales. Dichos modelos deberían ser rescatados, ponerlos en marcha en forma de ejercicios y si prueban ser exitosos, ir hacia comunidades más grandes con su implementación.

La arborización y el verdor son importantísimos, más en un país donde la incidencia del sol (o la inclemencia) es altísima. Una siembra y adopción de un árbol por cada ciudadano de esta capital merecería que cada uno se sienta responsable de su crecimiento y cuido. Teniendo un clima que propicia el crecimiento desmedido de las plantas, no hay mucho esfuerzo en el que invertir.

Siguen entonces la deposición de las caquitas de los perros. El representante de Bella Vista no le habrá puesto rótulos al parque Andrés Bello, pero ha instalado un dispensador de bolsas para recoger estas deposiciones y le ha puesto su nombre a la mierda de los perros. No he visto a mucha gente que las usa. Mi amiga de Bella Vista me dice que ella trata de que su empleada lo haga y la respuesta es «guácala, si nadie lo hace».

Esos inspectores fantasmas deberían ser los vigilantes para que los adorables caninos sean tratados con altura, y sus necesidades tomadas a buen recaudo.

Me falta ahora la parte de reciclaje. Es un tema un poco más complicado que solamente señalar lo que no se hace, se trata de proponer una nueva cultura. Pero es por esa razón que me involucro en política, para buscar un cambio de actitud y mejores hombres y mujeres para este país.

Agradezco a Daniel Pichel, Geraldine Emiliani, Shoshana Levy, Tomás Begazo, Spiros Vamvas y Álvaro González Clare, entre otros, por sus mensajes y aportes.