La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Reflexiones democráticas

MARIELA SAGEL

[email protected]

La Estrella de Panamá, 22 de abril de 2012

En un acto organizado por el Tribunal Electoral, se presentó el Tomo II de Reflexiones de un Panamá Democrático, que en esta versión compila catorce ensayos de mujeres y hombres panameños que, independientemente de su afiliación política e ideología, ofrecen sus puntos de vista sobre el escenario donde fluyen las ideas y se amalgaman los compromisos para seguir escalando las elevadas alturas de la democracia. En la presentación de este segundo tomo correspondió al Doctor Daniel Zovatto, director para América Latina de IDEA Internacional, exponer sobre la obra y también reflexionar sobre la primera, que según entiendo, los que participaron —un total de veintidós— tuvieron el tema totalmente abierto y cubrieron una multiplicidad de asuntos, concentrándose primordialmente en los retos de la gobernabilidad, el financiamiento de los partidos políticos y la literatura. Según se entiende de la fabulosa disertación del Daniel Zovatto, esas reflexiones deben ser objeto de una revisión.

Con la acertada decisión de dedicar el segundo tomo a Raúl Leis, adalid de la democracia panameña, cuyo primer aniversario de su prematura muerte se conmemora a fines del mes, se desgranaron tanto los antecedentes históricos, la evolución de la democracia panameña, los reflejos del pensamiento político nacional en la educación panameña hasta el pensamiento político y legado de Omar Torrijos. El reflejo de nuestra realidad política es tratado por los intelectuales Carlos A. Mendoza, Aristides Royo, Harry Brown, Humberto González, Marco Gandásegui, Milton Henríquez, Jorge Cisneros, Esmeralda de Troitiño, Carlos Guevara, Gloria Young, Maribel Jaén, Giulia de Sanctis, Manuel Orestes Nieto y el magistrado presidente, Gerardo Solís, cuya vocación editorial ha impulsado la impresión de estos valiosos documentos de una institución de la cual los panameños nos podemos enorgullecer.

El Dr. Zovatto, en su enjundiosa presentación, elocuente y muy bien sustentada, se remonta a que le tocó estar presente para las elecciones de 1989 y dar fe de lo viciado del proceso y también que durante los siguientes 22 años le ha tocado ver el camino recorrido por el Tribunal Electoral, y ‘de manera ininterrumpida he estado dando seguimiento y contribuyendo al proceso de institucionalización de la justicia electoral panameña como la columna vertebral de una democracia naciente hasta convertirse en un auténtico árbitro de una de las justicias más difíciles de impartir: la electoral’. 

En este recorrido, no exento de escollos, el Tribunal Electoral como es hoy, ha llevado a cabo cuatro elecciones nacionales que no han sido cuestionadas bajo ninguna circunstancia, y otras tantas consultas populares. El primer tomo fue publicado en ocasión de celebrar los 50 años de la adopción de la reforma constitucional de 1956 que creó la institución como un tribunal independiente de los órganos del Estado y así poner fin a la tradicional manipulación del Jurado Nacional de Elecciones por parte de los gobiernos de turno y los partidos políticos. Este segundo tomo lo motiva los cinco años desde esa primera publicación, en virtud de las profundas confrontaciones sobre la democracia panameña, sus intentos de perfeccionarla y las luchas que a diario se enfrenta por mantener el sitial que le corresponde. Hacerlo en la fecha que no coincida con unas elecciones es sano, toda vez que así no se politiza la actividad.

El incorporar los temas de género, el papel de la iglesia en la evolución de la democracia y los de sociedad civil redondean lo ya expresado en ensayos anteriores y vienen a ilustrarnos cómo debemos mantenernos alerta para que este órgano independiente del Estado, que es amenazado a diario con ser intervenido o peor, ser controlado por el insaciable poder ejecutivo actual, siga siendo la garantía de, como dice Gerardo Solís en su ensayo, vivir en democracia  que es vivir feliz.

Según Ortega y Gasset: ‘La salud de las democracias, cualquiera que sea su tipo o grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario’.