El accionar público La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Señales más que obvias

MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 30 de marzo de 2014
El caso Lavítola se ha convertido en una piedra muy molesta en el zapatón de escándalos que calza esta gestión…
El reciente fallo de la justicia italiana de llevar a juicio a quien desde el año 2010 estuvo inmiscuido en la gestión del actual gobierno panameño, con claros indicios de querer beneficiarse de su cercanía al poder y corresponder a aquellos allegados al mismo (y a su máximo exponente), no debería tomarse como ‘un capítulo más de una telenovela’. El tema es mucho más delicado y grave y los involucrados no deben darse una sacudida olímpica y seguir repitiendo como papagayos que es un mal culebrón.

El caso Lavítola se ha convertido en una piedra muy molesta en el zapatón de escándalos que calza esta gestión que agoniza, y viene a reconfirmar lo que todos los panameños pensamos han sido las compras de radares, de lanchas, mapas digitales, contrataciones directas y el intento de construir cárceles modulares, donde se beneficiaría inclusive a la que hoy aspira a reelegirse en la alcaldía.

El fango que ha salpicado este asunto toma proporciones más allá de las fronteras, y los panameños, cual dóciles borregos, seguimos volteando la vista del asunto, y no exigimos que el Ministerio Público haga una investigación de oficio, como le corresponde. Por bochinches que le llegaron a un director de periódico, que hoy es casi el vocero oficial del gobierno (lo sería si no fuera argentino y traidor) se sacó a la luz un caso de un exministro y se investigó más rápido que corriendo.

En esta ocasión, no son ni bochinches ni venganzas de resentidos o afectados, son hechos que ocupan titulares de prensa extranjera y que tienen abochornados a todos los panameños.

Señalamientos de fiscales que han encontrado pruebas que allegados al ex primer ministro Berlusconi actuaron con premeditación y alevosía en asocio con funcionarios panameños, durante parrandas y francachelas en Italia y Panamá, llevaron a cabo sobornos, actos ilícitos y otras irregularidades, en detrimento del Estado panameño.

El hecho punible no es que el presidente de Panamá haya estado en fiestas con prostitutas, haya viajado sin aviso a Italia para quedarse en una costosa villa a visitar a su admirado ídolo italiano o que exija en pago —cual capricho de un Gooffy con plata— un helicóptero con piel Hermés.

Lo inaceptable es que a estas alturas nosotros, los ciudadanos de este país, permitamos que no se adelanten acciones legales para llegar a lo profundo de este estercolero, que el vicepresidente que en ese tiempo era su aliado, no diga nada al respecto (y así quiere venderse como un candidato impoluto) y que la justicia panameña no se haga eco de todos estos indicios que resuenan en los otros países.

En este momento, faltando apenas un mes para las elecciones generales, cualquier cosa puede pasar. Las acusaciones de un lado y de otro se suceden y repican en todas las redes sociales. Los problemas de la ampliación del Canal, una herida mortal a nuestra economía, parecen en vías de sanación, pero la ligereza con que se toma el tema Lavítola, desviando la atención hacia acusaciones temerarias sacadas de contexto (implicando que sin los radares contribuiríamos a la guerrilla), develan la falta de escrúpulos que tienen todos los que han hecho de este caso un botín.

Los mismos escrúpulos que estaban ausentes en el candidato que ganó en el 2009, por su trayectoria personal y empresarial, que todos lo sabían y aún así votaron por él. No hay que desviarse del tema: el asunto de Italia no debe esperar al juicio en junio, Panamádebe, desde ya, iniciar investigaciones.

No es condenar a un inocente sin que se le pruebe su culpabilidad, es una actitud de respeto hacia el nombre de nuestro país y de todos los que tenemos los escrúpulos que le faltan a la pandilla que nos gobierna.