Artículos publicados en 2018 Cultura Literatura Publicado en La Estrella de Panamá

VUELVE MARIO CONDE

Por Mariela Sagel, Facetas, La Estrella de Panamá, 15 de abril de 2018

      Después de un receso de 3 años, y de ver cuatro de las novelas de la serie llevadas a Netflix, en un escenario que raya en el preciosismo, reflejando una Habana decrépita e inolvidable -y personificado por Jorge Perugorría – el díscolo detective cubano Mario Conde vuelve a sus andanzas.  Y lo hace de la mano de su autor, Leonardo Padura, el escritor cubano que escribe sobre y desde Cuba en la colección Andanzas, de Tusquets.

La transparencia del tiempo” es el título de esta última obra de la serie Mario Conde y como siempre, la sitúa en La Habana. Mario Conde está aterrado porque va a cumplir 60 años, porque sus amigos se han ido de la isla y los que le quedan amenazan con irse y ya no quiere escribir como Salinger con toques de Hemingway.  Si en la novela “Herejes” el hilo conductor era un cuadro de Rembrandt, en éste es una imagen de la Virgen negra de Regla.

MARIO CONDE

      El detective Mario Conde, pasado a retiro y dedicado ahora a buscarse el sustento comprando y vendiendo libros antiguos, es el personaje de la serie que ha dado tanto reconocimiento a Leonardo Padura. Es hipocondríaco, tiene sobrepeso, todo le duele y está, en esta novela, a punto de llegar a una edad que cataloga como la última etapa de su vida. “Sesenta es una buena edad.  Para seguir vivo o para morirse”.

Conde siempre realizó sus investigaciones a su modo y siguiendo sus presentimientos, lo que le buscó muchos problemas con sus superiores.  En la novela rememora esos problemas y a algunos de sus jefes, uno de los cuales está postrado en cama en estado vegetal y a quien él va a contarle de vez en cuando sus dilemas, sabiendo que probablemente no le entienda.

Ahora Mario Conde se enfrenta a una investigación de grandes ligas, donde están en juego muchos intereses poderosos, pero prevalece sobre él el concepto de lealtad, de la amistad, de la búsqueda de la verdad y de confirmar cómo los cubanos. “casi nunca hemos podido escoger, nos quitaron el derecho a equivocarnos” en referencia a la situación política de la isla.

Las aventuras de Mario Conde siempre tienen una vuelta de tuerca que lo hacen a uno destornillarse de la risa, pero en este libro se encuentran ciertos temas tocados tangencialmente por Padura, en el aspecto político y en el social.  Así leemos esta perla: “Pocas personas alrededor de los treinta años nacidas en el país no tenían un nombre inventado o un apodo estrafalario, si era posible, uno u otro, comenzando con la letra Y”.

VIRGEN NEGRA DE REGLA

      La Virgen de Regla es una famosa imagen a quien se le rinde devoción en un pueblo al otro lado de la bahía de La Habana, que se llama Regla. En esta novela hay una imagen de esa virgen muy antigua, que data de la época de los templarios en la zona donde está Cataluña (siglo XIII) y llegó a La Habana por una suerte de artimañas que hicieron unos devotos pertenecientes a un poblado perdido en la memoria. La talla no es exactamente la virgen que está en Regla, pero su actual dueño, un amigo de la infancia de Mario Conde, que él tenía por “huido” -como muchos de sus contemporáneos- está desconsolado porque su último amante (es gay) se la robó junto a un montón de objetos valiosos y obras de arte. En torno a esa historia se desencadena toda una serie de acontecimientos que incluyen un par de muertes y la entrada en escena al submundo de la venta de obras de arte, con un cataclismo incluido (en referencia a una marchante de arte de origen chino que, según el relato, es un portento de mujer).

Anualmente se celebra a la Virgen de Regla el 7 de septiembre, y en el relato coincide con una de estas fiestas y todas las intrigas que en su alrededor se tejen.  Es una virgen muy ligada a la Santería, como es la mayor parte del santoral cubano por el fenómeno del sincretismo religioso y corresponde a Yemayá.

Este asunto de la talla que le han encomendado encontrar a Conde, ya no tanto por su valor de mercado sino por la pertenencia emocional que Bobby, —el amigo del detective- le tiene, nos lleva hasta las lágrimas porque Padura se sale con cada ocurrencia como decir, en palabras de uno de sus compinches, Yoyi el Palomo, que “durante el medioevo en Cuba no había arte, solo unos indios famélicos, cazadores de jutia y comedores de yuca, para colmo, sin mojo”.  También se refiere a uno de los marchantes de arte como que “se robó hasta los clavos de la cruz”.

LEONARDO PADURA

     El más reconocido y laureado escritor cubano, que vive y escribe en Cuba y sobre Cuba, ya sobrepasó la edad a la que Mario Conde tanto teme, sin mayores consecuencias.  Justo cuando cumplió los 60 recibió el Premio Princesa de Asturias.  Se dio a conocer por su serie Mario Conde pero desde antes ya había escrito sendos libros como “La novela de mi vida” (2002) y algunos ensayos en el más estricto rigor lingüístico, por su formación de filólogo.

Su fama se vio sobrepasada cuando publicó “El hombre que amaba los perros”, un relato muy bien investigado sobre la vida de Ramón Mercader, el asesino de Trotski, ocurrido en México.  Ese libro le mereció el Premio de la Crítica en Cuba.  Después publicó “Herejes”, basado en la historia del buque que llegó a Cuba en plena guerra, 1939, con 900 judíos que huían de Alemania, el S.S.Saint Louis, que después de estar fondeado en la bahía por varios días, no se les permitió desembarcar a sus pasajeros.  En ese barco viajaban unas personas que llevaban un pequeño lienzo de Rembrandt que no pudieron entregarlo a sus familiares. Años después, el cuadro sería subastado en una casa especializada en Estados Unidos y eso incita a uno de los descendientes que estuvo en el puerto habanero en espera del cuadro a ir a La Habana para desentrañar el asunto.  Sin ser parte de la serie de Mario Conde, nadie mejor que él para ayudar a la familia Kaminsky.

Inserta a Mario Conde en la trama y lo hace muy bien, el libro fue aclamado y mereció el Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza.  Posteriormente compiló en una serie de relatos en el libro “Aquello estaba deseando ocurrir”, e hizo la adaptación a novela del guion de “Regreso a Ithaca”.

Padura relató recientemente a Pablo Iglesias en su programa de televisión “Otra vuelta de tuerka” (Publico TV España) lo que le debe a sus maestros, a los que le inspiran, su infancia y juventud, su frustrada carrera como beisbolista, y el indispensable apoyo de su esposa Lucia, que es además una formidable guionista y que le aterriza las ideas al autor. También habla de su casa en Mantilla, donde tuve el privilegio de entrevistarlo hace cinco años y la incansable labor que realiza como novelista y escritor.  Ya no dedica tanto tiempo a sus artículos periodísticos, aunque en ese oficio fue que se fogueó antes de dedicarse por entero a la literatura, pero de vez en cuando publica alguna pieza magistral en una agencia de noticias internacional.

Leonardo Padura es una personalidad importantísima en el mapa literario mundial. Si hasta ahora ningún cubano ha recibido el Premio Nobel de Literatura, la Academia Sueca debería dejarse de prejuicios y de ser reaccionarios y voltear la vista a quien, a sus 63 años, más viejo que Conde, es hoy por hoy uno de los mejores escritores de habla hispana y refleja fehacientemente la vida en Cuba durante la Revolución Cubana, sin salir huyendo de ella.