Por Mariela Sagel, en El Siglo, 31 de enero de 2022.
¿Quién nos iba a predecir que, después de casi dos años de declarada la pandemia por la COVID-19, estaríamos todavía con restricciones de movilidad, usando mascarillas, pendientes de los boletines diarios de las autoridades, y haciéndonos pruebas PCR? Hace cien años, entre 1918 y 1920 hubo una pandemia similar que se denominó “gripe española” y que acabó con la vida de entre 20 y 50 millones de personas. Acababa de terminar la I Guerra Mundial y apenas el mundo se estaba recuperando de esa brutal arremetida bélica.
Este virus que tiene al mundo arrodillado desde marzo del 2020 ya va por los 363 millones de contagiados y se ha cobrado un peaje de 5.6 muertos en el mundo, con toda la tecnología, redes sociales, facilidad de llevar vacunas a otros países, pero más importante, el desarrollo de varias vacunas que, a estas alturas, algunos se dan el lujo de rechazar por cosas que leen en las redes sociales o se inventan en sus retorcidas cabezas.
Lo peor de estas posiciones, sin ninguna base científica, es que las divulgan a diestra y siniestra y se las creen. Médicos yerbateros, abogados desfasados convertidos en expertos en epidemiología, todo el que tenga acceso a una cuenta de Twitter, divulgan pseudo verdades como que si te vacunas te van a implantar un chip, o que te dejará estéril. O peor, que te puedes curar con remedios naturales. Es una desgracia, pero una gran cantidad de la población se cree lo que escribe cualquier perico de los palotes sobre la vacuna.
Aquí es donde deberían actuar los llamados “influencers”, a quien les creen todo sin que tengan ninguna credibilidad. En instar a la gente a vacunarse, que es lo único que nos va a salvar para superar esta pandemia, que ya casi cumple dos años, donde hemos perdido amigos, familia, conocidos, famosos, en fin, nadie se salva.
Si ahora hay otra variante, no encontrará un terreno fértil para un cuadro grave, sino muy leve. ¡Vacúnense todos!
