Publicado en El Siglo

A UN AÑO DE LOS TERREMOTOS

Por Mariela Sagel

Publicado en El Siglo, 5 de febrero de 2024

     El 6 de febrero se cumple un año de haber ocurrido los devastadores terremotos que afectaron 11 provincias de las 81 al este de Türkiye, de los que se cuentan 50 mil muertes, sin que esa sea la cifra final.  El amanecer del 6 de febrero la provincia de Kahramanmaraş, donde fue el epicentro, despertó abruptamente por un temblor de más de 7.8 de magnitud, seguido a mediodía por otro de 7.5 en Ekinözü.  Algunas de esas provincias, como Gaziantep, muy cerca del epicentro, guardan valiosos tesoros de la humanidad.  En la vecina Siria, se cuentan unos 8,000 muertos.

     Fueron días inolvidables por la incertidumbre y las más de mil réplicas que tuvieron los sismos.  También días en los que se vio la solidaridad mundial volcarse para ayudar, en la medida de sus posibilidades, los desastres que ocurrieron al desplomarse casi todos los edificios, especialmente los de viviendas.

     Muchos, o casi todos, fueron los países que se hicieron presentes, de una u otra manera, para ayudar a mitigar los terribles daños que causaron los terremotos.   Panamá, dentro de sus posibilidades, envió una fuerza de tarea conjunta liderada por dos mujeres del Sistema de Protección Civil (SINAPROC) y compuesta por miembros del Cuerpo de Bomberos y de otros estamentos de seguridad, incluyendo dos médicos y dos perros que fueron de gran ayuda.  El contingente llegó el 10 de febrero y enseguida fueron trasladados a los sitios más álgidos, y después a Hatay, donde los daños eran también considerables.  Hay que tomar en cuenta que, por estas fechas, aquí en Türkiye hay un crudo invierno, por lo que nuestros compatriotas, que debían dormir en tiendas de campaña, se enfrentaron con muchos inconvenientes.  Las poblaciones de estas dos provincias los recuerdan con cariño y les dedicaron sendas despedidas cuando culminaron sus labores.

     Tanto el gobierno turco como el panameño les dispensaron sendos reconocimientos a estos rescatistas que, arriesgando sus vidas, vinieron a socorrer a los habitantes de esos sitios que fueron afectados por tan terribles sismos.