A VECES SÍ, A VECES NO
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 20 de marzo de 2016
Nuestras acciones e intenciones están llenas de contradicciones. El Presidente de la Asamblea Nacional dice estar comprometido con la transparencia y el cumplimiento de las funciones para las que fueron electos para legislar los 71 panameños que la conforman, pero un grupo de esos mismos diputados se salen de cauce y empañan las buenas intenciones y compromisos que tenga el resto. Lo hicieron bien con el juicio a Moncada, ¿por qué no seguirán ese mismo patrón?
Esta semana que acaba de terminar la comisión de credenciales archivó las denuncias que pesaban sobre el Presidente de la Corte Suprema –a quien la presión ciudadana y política no lo dejó asumir una posición en la OEA porque se estaba burlando de la ciudadanía entera – y las desestimó, a pesar de que no hay un individuo que tenga tan mala reputación ni genere tanto rechazo como él. El mismo presidente de la república, cuando asumió el cargo, le pidió la renuncia, pero ahora manda órdenes desde Palacio para que lo reelijan en la corte los recién nombrados magistrados –nombrados por él mismo— y tal parece que aquí no ha pasado nada. ¿Compromiso con la transparencia y adecentamiento? Nadie lo cree. Si el órgano legislativo era el más desprestigiado, por cancha se lo ganó el judicial gracias al patio limoso en que se ha convertido, donde los magistrados no pueden evacuar el cúmulo de trabajo que tienen porque en el pleno lo que se sacan son los trapos.
Un diputado arnulfista denunció que abalearon su casa y le pidió más garantías al Ministro de Seguridad, también arnulfista. El presidente le dice públicamente que revise sus actos, que no puede ser una acción aislada, como si no estuviéramos suficientemente desprotegidos ya. Ellos solitos hacen sus carteles dentro de su partido y lo que se lee entre líneas es que hay una lucha de poder. Cuidado y el ministro percepción sale como pepita de guaba del gabinete.
La culta embajadora nuestra en España (una característica que es poco común entre nuestros representantes diplomáticos) tuvo la iniciativa de contratar un “stand” para nuestro país en la Feria del Libro de Madrid, y la empezaron a petardear desde la misma institución que debe regir las letras y la cultura, el INAC. Uno de los argumentos esgrimidos era saber que si se vendían los libros, cómo se les iba a pagar a los autores, cuando la invitación cursada aclaraba que los libros serían el capital semilla para una biblioteca en la sede panameña. La condición de participar era que no se mandarían los libros que han sido ganadores de los premios Miró, que deben estar pudriéndose en las bodegas –cuando son publicados, porque el de Manuel Orestes Nieto demoraron cuatro años en hacerlo – de esta institución. Los verdaderos “notables” de las letras panameñas ni siquiera fueron tomados en cuenta por los carteles que existen hasta en ese ramo, como si fuéramos muchos y encima, conocidos fuera de nuestras fronteras. No estuvo Gloria Guardia, ni Justo Arroyo, ni Itzel Velásquez entre los convocados, pero seguro estuvo el recién removido ministro consejero escritor, quien no solo debería estar empeñado en limpiar su nombre, sino el de sus parientes nombrados en Dubai y en Aeronáutica Civil, por lo menos.
Este país está lleno de mezquindades e intrigas y ya cansa la diatriba de que estamos creciendo, que lo estamos haciendo bien. La sede la de la nunciatura es una ofensa a los católicos, especialmente porque se le ha regalado a la iglesia, cuando muchas de las estructuras dedicadas al culto a lo largo y ancho de la geografía nacional se están cayendo. Si el Papa Francisco se enterara, estoy segura que la mandaría a rematar para rescatar otros centros de oración donde de verdad se va a impartir la palabra de Dios.
La canción de Julio Iglesias que tomé prestada para el título de esta columna tiene 40 años. ¿Tendremos tantos años para recuperar este país?