Acuerdos monegascos
MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 2 de junio de 2013
Cuando nos sorprendió la noticia de que el presidente estaba departiendo con el príncipe de Mónaco en la carrera de Grand Prix de ese minúsculo país, se mencionó un acuerdo que se firmó hace diez años, por parte de la expresidenta Mireya Moscoso, que ‘favorece la cooperación y asistencia para estimular los intercambios entre compañías de teatro, ballet, circos, conjuntos musicales, así como entre artistas; para animarlos a participar en giras, festivales y otras manifestaciones artísticas’.
En otro aparte del acuerdo firmado entre Panamá y los Grimaldi, se establece que se ‘favorecerán la cooperación entre los museos, bibliotecas, centros de archivos e instituciones encargadas de la conservación de monumentos de la historia y de la cultura y fomentarán el desarrollo de los contactos directos y la cooperación entre las instituciones públicas encargadas del sector cultural, los fondos y los otros establecimientos de índole cultural’.
Me puse a hacer una lista de las presentaciones de teatro, ballet, circos, conjunto musicales y artistas, que han venido en una década, al amparo de este fastuoso acuerdo que justificó una visita de la entonces mandataria, que levantó las críticas de una gran cantidad de personas que vimos con estupor el lujo y el desparpajo con que se condujo ese viaje.
En teatro, no recuerdo una sola puesta en escena de un grupo monegasco, menos en ballet, a menos que el nombramiento de la actual directora del INAC sea producto de este acuerdo, en vista que ella es bailarina, y lo que nos ha dejado ha sido la barrera de la tercera cinta costera con su paso expedito para desarrollar la calzada de Amador, pisoteando el valor patrimonial del Casco Viejo y burlándose de los chorrilleros, que se creyeron el cuento y la apoyaron en su momento. En cuanto al apoyo para la conservación de los monumentos, estos últimos años han evidenciado la falta del mismo y las estructuras en peligro han estado a punto de caérsenos encima. No creo que la torre de Panamá Viejo, restaurada por la señora Vivian de Torrijos, haya sido apuntalada por Carolina de Mónaco.
Si ha habido presentaciones públicas de grupos de ese principado, no han sido memorables y mucho menos, populares, para que todo el mundo asista. Tampoco recuerdo si nuestros compositores, bailarines o contorsionistas han emprendido giras organizadas por el ilustre principado.
Es posible que como resultado de esta visita, donde el presidente tuvo la oportunidad de codearse con la realeza, en el umbral de una amenaza de Francia de ponernos en las listas negras de paraísos fiscales, tengamos una que otra carrera de circuito cerrado, vengan más casinos o mejoren los modales de los allegados a palacio (el de aquí, no el de Mónaco), aunque esto último esté difícil de lograr, viendo cómo a diario se conducen el vocero presidencial y demás adláteres.
Muchas personas han invertido tiempo y palabras, alegando que si el mandatario debió pedir permiso para salir, informar a sus empleadores lo que iba a hacer o dejar a su vicepresidente que condujera al país por unos pocos días. Esos aspectos son los menos relevantes en esta situación, puesto que de manera muy acertada, el inquilino actual de las Garzas tiró una bomba, no de humo sino de fuego y se fue del país, mientras todos nos enredábamos con la grabación que le costó su aspiración a candidato a alcalde al señor Velásquez. Nadie se acordó de lo que estaba haciendo, negociando o simplemente, si estaba empeñando al país. Mucho menos de exigir aclaraciones por las contrataciones a la defensora del Pueblo, que no defiende a nadie, sino a sí misma.
De circos, han venido algunos grupos, la mayoría de China y recientemente el Cirque Du Soleil, que es de Montreal, Canadá. Como me comentó una destacada poetisa e intelectual nuestra, un intercambio de circos entre los dos países resultaría sumamente costoso para nosotros, porque el circo nuestro tiene actualmente 71 miembros.