Muchos recordarán la campaña que en su momento realizó la Fundación Ancón que se denominaba «Adopta tu hectárea». Nadie sabe qué resultado tuvo, pero caló el mensaje (como buen mercadeo) y posteriormente hasta llegamos a sugerir en campañas políticas «adopta tu candidato», «adopta tu indígena» y otros por el estilo. Ahora, el Casimiro de Debate Abierto ha sugerido que, en vías de arreglar las carreteras y calles de la ciudad, con tantos baches y un paisaje marciano, que cada uno adopte su hueco y rellene el cráter que adorna el frente de su casa con su mezcla de cemento a su costo y, por ende, lo adopta. Yo tendría muchos beneficios fiscales de adoptar todos los huecos frente al edificio donde vivo: en medio de El Cangrejo hay huecos insalvables que dañan todos los ejes de los autos.
Eso me retrotrae a lo que he estado escribiendo anteriormente de las calles de la ciudad y de la carretera al interior. La autopista (por lo menos así se llama) de Panamá a La Chorrera revienta cualquier escape (y bolsillo). Aquellos que invierten virtuales fortunas en Maserattis, Lamborghinis, Ferraris y otros autos costosos deben sentir cada hueco como una puñalada. Las autopistas europeas son prácticamente una sábana de seda. Para esas carreteras están hechos los autos «fashion», no para la lamentable situación que presentan nuestras autopistas. La Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) ha invertido ingentes recursos en promover Panamá en el exterior. Entiendo que en fechas recientes el país ha estado presente en muchas ciudades europeas, participando en ferias turísticas y los mensajes del ministro Blades se han dejado sentir en todos los medios de comunicación y calado, son afables, cálidos y creíbles. Pero llegar a Panamá, enfrascarse en el demencial tráfico, caer en todos los cráteres que hay en sus calles, salir hacia el interior, donde supuestamente están los destinos turísticos más apetecibles es una verdadera pesadilla. Para llegar a los desarrollos de Panamá Oeste, léanse Gorgona, Coronado (las calles de esa urbanización son aterradoras, pero eso es culpa de sus dueños), Playa Blanca, Vista Mar, Santa Clara y los que están a lo largo de la Interamericana (que además cobra peaje) hay que vivir una virtual tortura. Entonces, ¿de qué vale la promoción si no se provee la infraestructura adecuada para que de verdad las sonrisas sean gratis y el país se quede en ti?
Viene aquí a propósito la historia de qué es primero, el huevo o la gallina, o si se ponen primero los bueyes o la carreta. Cuando se decidió posicionar a Panamá como destino turístico se debió tener las consideraciones pertinentes para proveerlo de la infraestructura cónsona con el desarrollo que se intenta conseguir. Una visión de futuro con una agenda de proyecto de país, previendo que si no hay suficientes habitaciones de hotel, si no hay medios de transporte para agilizar los traslados (un tren hacia el interior, por ejemplo) y si no hay una actitud de servicio de parte de nuestros coterráneos, no sirven de nada las campañas publicitarias internacionales. Todo eso debe ir amarrado de campañas de capacitación, mentalidades de ejecución y visiones a largo plazo. Por lo pronto, pongámosno en la tarea de inventariar los huecos frente a nuestras casas, a ver si ayudamos a que la ciudad, al menos, no se siga deteriorando mientras se termina la cinta costera u otras infraestructuras que mantienen ocupados a las autoridades. Y se envían a Casimiro, en Debate Abierto.