Banda ancha
03-22-2009 | MARIELA SAGEL
El desarrollo de las telecomunicaciones que ha experimentado Panamá nos coloca entre los países que tenemos más celulares per cápita en el área. Todo esto ha sido posible gracias a la privatización que, en su momento, realizó el gobierno nacional en 1996. A todos los que critican y resienten que “El Toro” privatizó ese servicio ostentan no uno, sino hasta dos o más celulares. Y todavía así pregonan que fue un error llevarnos a ser los penúltimos — antes que Haití — en entrar en la era celular.
En mi familia, que de por sí es bien auténtica y particular, por no decir folklórica, hasta mi madre “chatea” (y tiene 84 años) así que tenemos una banda ancha entre los hijos y sobrinos que es impresionante.
Hace unos años mi madre estaba de viaje por Europa con mi sobrina Melissa. Le robaron la cartera en España y yo me enteré porque mi hija, que vive en Montreal, chateó con Melissa desde Madrid y entonces ella me llamó a El Valle, donde pasaba las fiestas patrias y mi hermano estaba en Coronado, así que le avisé por celular. En otra ocasión, mi sobrina Laura perdió el avión en Monterrey. Su madre, mi hermana, no se había enterado, pero mi hija me lo dijo por chat, porque Laura se lo escribió a ella por ese medio. Y yo, entonces, tuve que llamar a mi hermana, que estaba en el supermercado, para avisarle. También la llamé al celular.
Tengo otra hermana que vive en Indonesia y siempre nos conectamos al final del día mío (y principios del de ella). Muchas veces tengo que avisarle al resto de la familia cualquier dato que intercambiamos ella y yo. Como que suelten el teléfono, porque ella está llamando o me manda la última foto de su hijo y yo la circulo entre mis hermanos y sobrinos. No hay manera de que se escape nadie de esta globalización.
He dispuesto estar invisible en msn, facebook y gmail. Si no lo hago me abomban con toda clase de mensajes y propuestas, de todas partes del mundo. Como si yo estuviera buscando conversa por el simple hecho de ingresar a estos programas. Pareciera que algunas personas estuvieran atisbando, porque no tienen nada que hacer.
Como yo no tengo ni iPhone ni Blackberry, sigo los métodos convencionales de conectarme para revisar mis mensajes. Pero si quiero algo me las ingenio para conseguirlo, hasta debajo de las piedras, como dirían los políticos.
Y sobre ese tópico, que debe tener a todo el mundo de vuelta y media, desde mi punto de vista el pasado debate presidencial fue un desastre, una cadena de consignas y actitudes burlescas que se parecía a la cadena de frío que proclamaba uno de los participantes. Pero lo peor fue el desmedido protagonismo que algunos de los interrogadores quisieron abrogarse. Demasiados para mi gusto. No sé a quién se le ocurrió esa ñamería, pero logró poner al país a ver un espectáculo deplorable y que fue un insulto a los pocos que aún tenemos inteligencia y criterio con valores.
Pero si vamos a las entrevistas, una de lujo fue la que Álvaro Alvarado y su trío de analistas — incluyo al Casimiro en ese grupo — le hizo al presidente Pérez Balladares el domingo pasado. “El Toro” se dio el lujo de darle hasta con la suela del zapato a todo el mundo, pero con una elegancia que no dejó dudas de que con él se rompió el molde. Como dice la nueva campaña publicitaria de un banco de la localidad, “lo volvería a elegir”.