Por Mariela Sagel, El Siglo de Panamá, 28 de octubre de 2024
Definitivamente que para los que superamos la setentera la velocidad de la vida nos ha retado con cambios, algunos a los que nos hemos tenido que someter y otros –no es mi caso – a los que nos resistimos. Pasamos de tener una línea de teléfono que a veces era comunal entre vecinos a los móviles de última generación, a través de los cuales se puede hacer casi de todo.
La interacción con los bancos ha cambiado radicalmente. Pagamos las cuentas por transferencias o Yappy, igual si tenemos programados los servicios públicos en la banca en línea, ni nos acercamos a pagarlos en los establecimientos de cada proveedor y por todas partes hay máquinas de recargo de tarjetas de celulares, de PanaPass y de otros servicios. Los seguros los pagamos también en línea y las cotizaciones, las compras de bienes y otros servicios, también los podemos hacer en línea.
Nos comunicamos a través de WhatsApp, Facebook, de X y de Instagram. Esta última red ha ido ganando adeptos y no hay conversación en la que alguien diga que “sigue a…” para enterarnos que se refiere a un comercio, una persona o un grupo. Los menús son en un QR, no impresos, lo que se agudizó durante la pandemia.
Todo esto está muy bien, sobre todo si logramos adaptarnos y aceptamos las nuevas tecnologías y tendencias, pero ¿qué pasa con aquellas personas que, por reticencia o simplemente por edad, no pueden seguir esta marea tecnológica? Eso de que cuando llamamos a un banco o servicio, te dice que marque aquí, después allá, después que espere, puede desesperar a cualquiera, –y si encima te dice que mande su queja por chat– más si la persona tiene algunos años y está acostumbrado al trato cara a cara con el ejecutivo del banco, con el tendero o con el responsable de un servicio puede desesperar a cualquiera, sea de la edad que sea.
En España hay un programa que se llama “Hablando en plata” que lidia con estos cambios en los adultos mayores. Deberíamos adoptar, desde las Juntas Comunales, algo parecido para ayudar a todos aquellos que no tienen un móvil inteligente o, simplemente, se resisten a utilizar todas sus infinitas opciones.