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CARLOTA, LA EMPERATRIZ QUE ENLOQUECIÓ DE AMOR

Por Mariela Sagel, Facetas, 28 de mayo de 2017

Laura Martínez Belli es una joven novelista cuya carrera ha sido meteórica, ya que en diez años ha publicado 5 libros, todos en la Editorial Planeta.  Cuenta que cuando llevó su primer manuscrito solamente puso su apellido paterno, pues el Belli la relacionaba con su tía, la famosa escritora nicaragüense Gioconda Belli, y no quería ejercer ningún tipo de influencias.  Tiene 42 años y vivió varios años en Panamá cuando su padre estaba el frente de un banco español.  Nacida en Barcelona, después de estudiar informática se decantó por la historia del arte, y trabajó en museos e instituciones culturales, en Madrid y Ciudad de México.

A partir de su primera novela, “Por si no te vuelvo a ver” se ha dedicado por entero a la escritura y también a impartir clases para grupos pequeños, de cómo construir historias.  A Panamá volvió en el año 2012 y se reencontró con sus amigas de colegio; en esa ocasión presentó el libro “Las dos vidas de Floria”, que era ya su tercera novela y fue traducida al italiano con mucho éxito.  Un salto cualitativo lo dio cuando publicó “La última página”, que fue finalista del premio Letras Nuevas de Novela en 2013, en el cual se apartaba de la novela histórica.  Ahora la retoma con renovado impulso y el resultado es sorprendente y muy bien planteado en “Carlota, la emperatriz de enloqueció de amor”.

UN TRATAMIENTO MACHISTA

Mucho se ha escrito sobre Carlota de Habsburgo, princesa belga consorte de Maximiliano de Austria, hermano del emperador Francisco José de Austria-Hungría, y por linaje, archiduque.  Carlota era hija del Rey Leopoldo I de Bélgica, y tenía una rivalidad visceral con su concuñada, la emperatriz Sissi.  Sobre la historia del breve imperio que ambos llevaron a cabo (o pretendieron) en México, impuesto por Napoleón III se ha escrito mucho, quizá el libro más referente y documentado sea “Noticias del Imperio” de Fernando del Paso, que se editó en 1987 y fue catalogado como la mejor novela mexicana publicada en 30 años.

Pero como se dice coloquialmente, la historia se aprende según quién la cuente. Este libro trata de desenterrar a la emperatriz que fue sepultada bajo el aplastante peso de las visiones machistas de su época.

Se le llama II Imperio al de Maximiliano porque el que ostentó Agustín de Iturbide en forma efímera, de 1822 a 1823, fue el primer intento de establecer un régimen monárquico después de la independencia de España (en 1821).  De ese período la escritora mexicana Rosa Beltrán publicó hace 20 años un magnífico libro, “La corte de los ilusos”.

Para Laura Martínez Belli la emperatriz Carlota es un personaje que, al igual que Ana Karenina o Madame Bovary posee características esenciales para que la literatura la estudie, tales como aventura, valentía, desamor, incomprensión, frustración, locura y una larga vida.  Su propio hermano la manipuló, al extremo de encerrarla aduciendo locura para quedarse con sus posesiones, el ejército de voluntarios belgas que la acompañó en su reinado mexicano le dio la espalda y su dama de compañía resultó ser una infiltrada de los seguidores de Benito Juárez, que después se arrepintió y la cuidó hasta el final de sus días.

UNA HISTORIA QUE NO TERMINA DE ENTENDERSE

Si bien el I Imperio se dio en 1822-1823 el II Imperio, también fugaz, fue de 1862 a 1864. En ese intermedio, además de la guerra de independencia, las fuerzas conservadoras y la iglesia católica estaban disgustadas con el gobierno de Benito Juárez y la constitución de 1857 y querían el regreso de Fernando VII como rey para evitar la invasión francesa. España no quiso coronarse en sus ex colonias y Napoleón III de Francia, aceptó nombrar un emperador para México.  Y lo encontraron en Maximiliano, que residía plácidamente en su Castillo de Miramar en Trieste.

Además de una profunda y muy bien sustentada investigación histórica, “Carlota, la emperatriz que enloqueció de amor” no lleva un orden secuencial ni de los tiempos ni de los personajes, lo que mantiene la atención durante toda su lectura.  Al tiempo que refleja la convulsa época que vivía México, cuyo protagonista principal era Benito Juárez, muestra lo que fue la aristocracia mexicana, altamente conservadora, que rehusaba aceptar que sus nacionales dirigieran el país y soñaban con una corte europea y católica que reflejara grandeza de un pueblo opulento y majestuoso.  Imaginaban un México distinto, ilusión que se terminó con el fusilamiento de Maximiliano en 1867.

Carlota fue una mujer muy infeliz, nunca fue ni amada ni acariciada y poseída por su esposo, al que se le atribuían amores con otros hombres y una relación con una criolla mexicana que le dio un hijo.  La emperatriz, frustrada en sus anhelos sexuales, se entregó a uno de los miembros de su ejército, para también embarazarse.  Ese hecho supuso el destierro disfrazado de una mujer que en el fondo era la que mandaba en ese imperio, su parto posterior en Europa y la separación definitiva de su hijo, al que nunca conoció.

Durante su breve reinado, las mismas lides conservadoras se fueron sintiendo progresivamente incómodas con las decisiones de Maximiliano, más de corte liberal y progresista, que estaba más interesado en diseñar jardines y coleccionar especies exóticas que en gobernar, responsabilidad que Carlota asumía con entusiasmo.  Al final, el matrimonio de ellos fue anulado porque no se había consumado, gracias a los artilugios del hermano de Carlota, cuando ella, desesperada, vuelve a Europa a suplicarles a Napoleón y al Papa que ayude a México.  Éste, ya sin ningún interés en tener un reino en América y con Francia amenazada por Prusia en la inminente guerra Franco-Prusiana se le dificultaba cada vez más el enviar refuerzos a México para ayudar a Maximiliano I de México en el trono. A lo anterior se suma una Austria devastada por la pérdida de la guerra Austro-Prusiana, por lo que tampoco Francisco José I de Austria estaba en posición para ayudar a su hermano. Las amenazas por parte de Francia de retirar sus tropas finalmente se materializaron a principios del año 1866, lo que permitió el avance republicano hacia el centro del país con ayuda de la Unión Americana, ya ganada la guerra de secesión, y el ejército imperial no contaba con las tropas necesarias para contenerlo.  Benito Juárez recibió armas y ayuda logística, cuando dirigía un gobierno paralelo. En buena medida, la instauración y caída de esta monarquía se posibilitó más por factores externos que por propios.

El valor del libro, además de aportar luces sobre los momentos políticos de la época es el resaltar a Carlota como una mujer fuerte, marchita por la indiferencia de su marido, que ha sido tratada, según la autora, desde un punto de vista masculino y de allí su interés en que conozcamos a la mujer detrás del mito.

Laura Martínez Belli destaca que aunque Carlota no influyó en la historia de México, al II Imperio sí lo hizo, porque a partir de que éste cae, el país se cohesiona y se une para mostrar al mundo su soberanía, algo que es casi como lo que Trump está haciendo hoy, uniendo a América Latina a favor de la soberanía mexicana.  Contrario a lo que se piensa, a Carlota no le hacían caso pero ella hizo muchas cosas a favor de los indígenas, de los desposeídos.

Sobre la novela histórica, Laura Martínez Belli destaca que “Es importantísima. Lo que tienen la ficción y la novela es que hacen al lector aprender de la vida, lo hacen vivir con más pasión, porque cosas que nunca le van a suceder las va a vivir a través de los personajes, sufrimientos, anhelos, pasiones. Va a entender al ser humano mucho más, filosófica y espiritualmente hablando. Leer convierte al lector en mejor persona, y a eso hay que agregarle que aprende historia que le dan ya digerida. La novela histórica es una manera muy agradable de absorber conocimiento, por eso tiene tanto éxito”.

Recuadro:  Sobre “Por si no te vuelvo a ver” dijo Elena Poniatowska que era “Un homenaje a la riqueza cultural de México que a través del amor, habla de nuestro arte y nuestra revolución”.