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COMO POLVO EN EL VIENTO

La más reciente novela del cubano Leonardo Padura aborda el fenómeno de la diáspora cubana a través de una historia de amistad, compañerismo y cofradía sin límites. Una obra en la que se supera a sí mismo

  • PorMariela Sagel, 15 de enero de 2021

‘ Como polvo en el viento’

El título del último libro de Leonardo Padura hace alusión a la canción de la banda Kansas, que se hizo famosa en 1977. Esta banda de lo que llaman “rock progresivo” no duró mucho tiempo junta, pero sus grandes éxitos han perdurado. Durante el desarrollo de la novela, en varias ocasiones se hace mención, en inglés, a “Dust in the Wind”.

«Como polvo en el viento» es un libro extraordinario, que aborda de manera franca y sin medias tintas el fenómeno de la diáspora que se ha dado en Cuba como resultado del gobierno que está en el poder desde hace 61 años. Es de las pocas veces que Padura, un escritor famosísimo a nivel mundial pero que vive y escribe en Cuba, trata los múltiples factores que obligan a los cubanos a emigrar, y las vicisitudes que tienen que pasar para lograr salir de la isla y sobrevivir en los lugares donde se dirigen. Es, además, una historia de amistad, compañerismo, de cofradía sin límites, que te va envolviendo de manera que no sabes por dónde va a resolverse la trama.

Clara vive en una casa de las que todavía quedan en La Habana, señorial, amplia, en el barrio de Fontanar. Ella es también el imán de la cofradía que en torno a su figura se aglutina el llamado Clan: Irving, Joel, Elisa, Bernardo, Darío, Horacio, Fabio, Liuba y algunos que entran y salen por circunstancias imponderables, como Walter y Guesty. Padura no solo demuestra con esta imprescindible historia su maestría en el manejo del lenguaje, aun del coloquial (no se mide en las expresiones que son muy típicas de los cubanos). Es una historia redonda, blindada, por donde no sale ninguna grieta que resquebraja la entelequia con la que está construida.

El Clan se ha ido dispersando por la decisión de algunos de emigrar para poder ejercer su profesión con una mejor remuneración, y la desaparición de otros por motivos que al final se conocen, pero que mantienen todo el tiempo la tensión sobre lo que desencadenó la búsqueda de la verdad por parte de una de las descendientes del Clan: una foto de Facebook tomada en los años 90’s. Padura logró la fama con una serie de historias del detective Mario Conde, que fueron aglutinadas en la serie para televisión ‘Vientos de La Habana”.

Son muy interesantes los relatos que se leen sobre el difícil “período especial” que le tocó vivir a Cuba cuando la Unión Soviética cayó, así como la ejecución de miembros de las fuerzas armadas, un año antes, por estar involucrados en tráfico de drogas. Pero lo más interesante es el peregrinaje que hace Adela, una neoyorquina que se ve de repente ante la disyuntiva de no saber quién es su padre o los antecedentes de su madre. Adela decide, después de aspirar a estudiar en Columbia University, irse a Miami a estudiar en una universidad de ese estado, contra la furia de su mamá, Loreta. A pesar de ser cubana, Loreta no quiere por nada del mundo que su hija se codee con cubanos, y menos exilados. Y como en la vida no existen las casualidades, allí coincide con Marcos, un cubano recién llegado que la flecha y con quien se va a vivir a Hialeah, para aumentar el disgusto de su madre.

Pero lo que se desata de esa unión es una avalancha que se remonta a más de 20 años, cuando el Clan estaba unido y extrañas circunstancias lo fueron dispersando, algunos para no volver a saberse de ellos y la mayoría, desde lejos, apoyando a Clara con envíos de dinero para que sobreviviera la carestía que fue típica de esos años del “período especial”.‘ Como polvo en el viento’  Foto tomada en su reciente visita a Panamá

Leonardo Padura

Este escritor cubano, que se hizo famoso con su serie de Mario Conde, un detective medio borrachín y simpático, se ha ido conociendo en los últimos años por sus magníficos libros como «La novela de mi vida», «El hombre que amaba los perros» y «Herejes», entre otros, y la más reciente reedición, con una entrevista a Rubén Blades, de «Los rostros de la salsa» que presentó en Panamá en febrero del año pasado, justo antes de la pandemia.

La serie policial de Mario Conde la coronó con «La transparencia del tiempo» y las novelas anteriores dieron lugar a una serie de televisión y de Netflix llamada “Vientos de La Habana”, que protagonizó a Mario Conde el actor Jorge Perugorría, el de Fresa y chocolate. Esas novelas detectivescas recibieron el premio Café Gijón, el Dashiell Hammett, el Premio de las Islas y otros. Por la totalidad de su obra, Padura recibió el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015. «El hombre que amaba los perros» fue premiada tanto en Cuba como en varios países y trata del asesino de León Trotsky, Ramón Montaner. «Herejes» recibió el premio de Novela Histórica ciudad de Zaragoza en 2014.

Con este libro, hecho de retazos de evidencias que ha ido recogiendo a lo largo de su vida, rinde un canto a la amistad, a los invisibles y poderosos hilos del amor y las viejas lealtades. También al béisbol, del cual es un hincha confeso. Es una novela deslumbrante, un retrato conmovedor y otra obra cumbre en su trayectoria. En las notas y gratitudes aclara que debe leerse como novela, aunque los acontecimientos a los que hace referencia ocurrieron en la realidad, pero su presencia en la novela está asumida desde la perspectiva de la ficción. Los personajes están inspirados en individuos reales, pero sus biografías son ficticias. Los lugares por donde transcurre la historia, desde Hialeah hasta Tacoma, en Estados Unidos, y el barrio habanero de Fontanar existen, pero el escritor se ha tomado la licencia de modificarlos para los fines de dramatizar el relato, lo mismo que ocurre con algunas escenas donde emerge el Padura chistoso, que nos dobla de la risa con sus ocurrencias.

De él han dicho que “tiene un maravilloso sentido de la narración, y construye las historias de manera muy seductora, con un estilo extraordinario” así como que “es el mejor escritor contemporáneo de su país y uno de los más importantes de Hispanoamérica”. En ‘Babelia’, de El País, Carlos Zanón ha dicho que “es un magnífico creador de personajes verosímiles, complejos, en especial los de suma fragilidad”.

Para algunos de los diez capítulos que componen la novela ha escogido frases de escritores y personajes famosos, como para el primero, titulado “Adela, Marcos y la ternura”, en el cual pone una frase de Paul Auster … “nada era real, excepto el azar” en alusión a la circunstancia de que ellos se conocieran y se enamoraran. El quinto lo encabeza con la Tercera Ley de Newton “para cada acción, hay una reacción, igual y de signo opuesto”. En el séptimo titulado “La mujer que les hablaba a los caballos” refiere una frase de Paul McCartney “you are going to carry that weight…a long time”. Esa relación de Loreta con su caballo Ringo me recordó la película de Robert Redford The Horse Whisperer. Para “Los ríos de la vida”, capítulo 8, trajo a colación lo que Natalia Bolívar, antropóloga y autora de «Los orishas de Cuba» dice que “Elegguá tiene veintiún caminos y sus caracoles son veintiuno”. Para el noveno reproduce un canto de Ana Belén “sé que hay varios malheridos que esperan una señal, ¿Qué te puedo decir que no hayas vivido? ¿Qué te puedo decir que no hayas soñado?”. Y para el capítulo final, un extracto de la banda Kansas que dice “La misma vieja canción, es una gota de agua en un mar sin fin. Todo lo que hacemos se desmorona al suelo, aunque nos neguemos a ver, polvo en el viento, todo lo que somos es polvo en el viento”.

Finalmente, enternece, como siempre, su dedicatoria a Lucía, su mujer, de la que dice que no sería nada sin ella. Padura, con esta novela, se supera a sí mismo. Yo pensaba que «El hombre que amaba los perros» y «La novela de mi vida» era lo mejor de su producción, pero he caído rendida ante «Como polvo en el viento».