Por Mariela Sagel, en El Siglo, 28 de febrero de 2021.

     A casi un año de haberse desatado la pandemia en el mundo entero, crece la esperanza por el constante suministro de vacunas y la correcta aplicación del plan de vacunación, para que nadie se quede sin ella.

     Ha sido uno de los peores años por los que hemos atravesado, nos ha cambiado la vida, las formas de comportarnos, de vestir, de comer y de salir.  A pesar de que ha habido poca disciplina social, los casos siguen bajando y eso es alentador.

     Espero que el desafuero de los carnavales no incremente los casos y fuerce al gobierno a extremar otra vez las medidas de confinamiento.  El verano está en su apogeo, a pesar de las esporádicas lluvias que a veces caen, (me tocó estar en Panamá hace una semana y cayeron dos palos de agua como si estuviéramos en octubre) que seguramente benefician la operación del Canal de Panamá.  En Estados Unidos, el país que lidera los casos de contagios y muertes, las fiestas de Acción de Gracias, de Navidad y Año Nuevo produjeron un repunte significativo.

     Veo con esperanza también que el recién juramentado presidente Biden está tomando medidas para controlar la pandemia, en la que no creía su antecesor, y también otras medidas que protegen a los muchos migrantes que tenían sus estatus en un hilo.  Es nuestro principal aliado en la región y las relaciones con ese país siempre han sido cordiales a pesar de hechos lamentables como la invasión que perpetraron en 1989.  Panamá logró un hito histórico en 1977 con la firma del tratado Torrijos Carter debido a una diplomacia acertada, respetuosa y sin amenazas, y eso sigue siendo inaudito, mientras permanecen, en Cuba, la base de Guantánamo, y en otros países la presencia de soldados en bases militares.      Apoyemos el proceso de vacunación y mantengamos la esperanza de que pronto la vida volverá a una nueva normalidad, que nos permitirá hacer lo que antes hacíamos, pero diferente.