De guayabas y babosadas
MARIELA SAGEL
El Siglo, 6 de Junio de 2011
Con tantos problemas que enfrenta el ciudadano común, que cada día tiene que pagar más por los alimentos y el combustible, por trasladarse a ganar su sustento, y la falta de seguridad en las calles, es muy irresponsable que nuestros gobernantes se estén peleando, a lo interno y lo externo, por pasar de todas maneras una segunda vuelta electoral. Además de irresponsable es moralmente censurable, toda vez que recientemente se nombró a un selecto grupo de ‘notables’ juristas que en teoría van a recomendar los cambios a la Carta Magna que nos rige.
Por un lado, presenciamos cómo se pelean los representantes de la alianza de gobierno, en torno al tema de la segunda vuelta, y por otro, en entrevista al Presidente, dice que la segunda vuelta es una babosada. Igual desprecio mostró con la minería, dijo que le importaba un guayabo. Creo que sería conveniente que en el Palacio de las Garzas se hicieran de un buen par de ejemplares de la Nueva Gramática, excelente obra que lanzó al mercado el año pasado la Academia de la Lengua.
Y si bien las cosas parece que van bien, parafraseando el eslogan gubernamental, es notable la angustia que sienten los estudiantes universitarios al contar con recursos limitados para asistir a sus clases y siquiera, para hacerse de algo de comer mientras están en el centro de estudios. Pero en la Universidad de Panamá, la campaña por la reelección del magnífico tira la casa por la ventana, convoca sancochos, murgas y toda una gama de acciones proselitistas que no deberían ser propias de una elección para rector. En nada quedaron las investigaciones que inició La Estrella sobre los terrenos que por años ha poseído la casa de Méndez Pereira y que tal parece que vendieron, o se perdieron, pero que no han dado ningún beneficio para elevar la calidad de la educación que allí se imparte.
Igualmente, sigue la angustia de los que dependen del transporte colectivo y selectivo, que pasan las de Caín tratando de llegar a tiempo a sus destinos, por los tranques y los ‘no voy’ que son la tónica común.
La Tuza no encuentra quien la financie a nivel privado, por lo que es posible que el ministro Vallarino diga la verdad, que no le costará al Estado ni un centavo: ¡nos costará millones al pueblo panameño! En detrimento de inversiones para mejorar la atención de salud, la educación y muchos otros problemas urgentes de la población.