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DE PATRONATOS Y FUNDACIONES

Por Mariela Sagel, 28 de julio de 2019, La Estrella de Panamá

     En nuestro país hay numerosas fundaciones y patronatos que han resguardado el acervo histórico y cultural con gran celo.  Sin embargo, hay diferencias en unos y otros y me propongo aclarar algunos conceptos.

     Independientemente de que se conforman fundaciones para administrar los patrimonios familiares, para respaldar iniciativas de índole de salud, danza, en memoria de algún fallecido y para muchos otros fines, aquí solamente me referiré a los que persiguen la promoción de alguna manifestación artística, conjunto monumental o museístico.

     En estricta definición, la palabra patronato es un consejo que se forma por varias personas que ejercen funciones rectoras o de vigilancia en una institución o corporación.  Los hay públicos y privados.  Ese consejo garantiza que se cumplan los fines para el que fue conformado.

     Generalmente se forman por un grupo de individuos que persiguen resguardar un propósito común.  Así es cómo se conformó la Fundación del Festival de Cine de Panamá, para apoyar la realización del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF) y apuntalar las actividades culturales y educativas que se llevan a cabo como parte integral de cada edición.  Y ese festival ha ido cobrando cada día más relevancia y ya va para su novena edición el próximo año.  De igual forma, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) fue producto del interés de panameños que querían enaltecer la plástica en nuestro país, cuando no existían ni galerías ni mucho menos centros de arte. Ha tenido momentos muy duros por falta de apoyo estatal, pero ha seguido adelante durante 52 años, siendo el único museo de arte en Panamá.

     Bajo esa premisa, pero con una fórmula innovadora, se crearon el Patronato de Panamá Viejo –que este año conmemora los 500 años de la fundación de la primera ciudad establecida por los españoles en el Océano Pacífico–, la Biblioteca Nacional, el Museo del Canal de Panamá y la Ciudad del Saber.  Esta fórmula fue que el estado les dio un capital semilla y un término para que gestionaran el patrimonio público que se les dio y lo pusieran al servicio de la población.  Hubo el intento de hacer lo mismo con el Museo del Hombre Panameño, o Museo Antropológico Reina Torres de Araúz (MARTA) y no prosperó por la falta de visión que tuvo la expresidenta Mireya Moscoso y hoy, casi 20 años después, ese portentoso edificio sigue sin poder mostrar su valiosa colección (o lo que queda de ella pues fue objeto de un robo de valiosas piezas de oro que no se ha logrado aclarar).  Hace un par de años se conformó un patronato para rescatar el museo, que recibió un capital de parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pero todavía no termina de arrancar por falta de respaldo del gobierno.

     Esta fórmula, que fue implementada por el expresidente Ernesto Pérez Balladares, ha impedido que estos bienes se conviertan en botín político.  Algunos mantienen en sus directivas a representantes del gobierno, en el caso puntual del Patronato de Panamá Viejo y el del MARTA, a quien designe el Instituto Nacional de Cultura (INAC) y la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP). En el Museo del Canal está presente la Autoridad del Canal y en la Biblioteca el Meduca. Hoy día, esos patronatos o fundaciones ofrecen un desarrollo sin parangón ante la población nacional e internacional: la Ciudad del Saber ha despegado de forma ejemplar, atrayendo tanto a instituciones académicas como a los organismos internacionales que tienen allí sus sedes, empresas de tecnología y otros componentes de desarrollo.

     La Biblioteca Nacional, que es la emisora del ISBN (el Sistema Internacional para la Numeración de Libros) sin el cual los libros no existirían, ha logrado ser un centro de referencia para investigadores, lectores, y un amplísimo público. 

     El Museo del Canal Interoceánico, que está enfrente de la Plaza Catedral, fue inicialmente la sede de la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique, la empresa francesa que inició la construcción del Canal de Panamá, y posteriormente fue la sede de los correos y otras oficinas públicas hasta que, dentro del marco del Congreso del Canal en 1997 fue inaugurado totalmente renovado, con las más novedosas técnicas museísticas.  Allí se conserva una copia del tratado Torrijos-Carter y la bandera que le fue arrebatada y destrozada a los estudiantes que exigían izarla en la Escuela de Balboa, el 9 de enero de 1964, además de la historia de nuestro país y otras temáticas, como la sala de telecomunicaciones.

     Si bien todos estos lugares son públicos, la gestión de ellos es posible gracias a las donaciones y aportes de empresas privadas.  Si observamos organizaciones similares, gestionadas por el gobierno, veremos la gran diferencia que hay: los museos están en estado deplorable, las bibliotecas dan lástima y no se puede comparar un proyecto como la Ciudad del Saber con nada que se le parezca porque no existe.  Igual pasa con Panamá Viejo, ya que al sitio arqueológico se le ha dado valor gracias a la restauración cuidadosa y profesional que han seguido sus gestores y han capacitado a profesionales en los campos de la arqueología.  Si el Teatro Nacional se hubiera puesto bajo un patronato hace años, como lo está ahora, su restauración no hubiera tomado tanto tiempo o a lo mejor, no hubiera colapsado como pasó en 2015.