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DE TODO UN POCO

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 10 de julio de 2016

Mientras el país se polariza por la propuesta ley de educación sexual, que en la mayoría de los casos va a recibir oposición, inmolaciones y marchas sin que se la hayan leído, la universidad de Panamá respira aires de esperanza por la elección del nuevo rector, el Dr. Eduardo Flores, quien con perseverancia y humildad logró un voto de confianza para que la casa de Méndez Pereira deje de ser un negociado para sus perpetuos administradores y, ojalá, rescate las carreras que han caído en franca decadencia.

La torpe intervención que se hizo a las empresas del ex presidente Martinelli quiso desviar la atención para victimizarlo, como si fuera un cándido inocente a quien persigue la justicia, y su fiel esposa no dejó de tuitear que el presidente es un dictador y perseguidor.  Se olvidan que por cinco años su gobierno desconoció los derechos humanos de todos los panameños, violando flagrantemente privacidad personal, derechos de los pueblos indígenas y se pasaron las leyes por donde pudieron para hacerse más ricos y por ende, fueron los más corruptos de nuestra historia.

El gobierno extendió el cuestionado control de precios, que no muestra que haya beneficiado a una gran mayoría de la población, quizás solamente a los que se comen dos huevos en la mañana, y que no hacen personalmente la compra en el mercado.  Ni hablar del deprimente espectáculo que fue el inicio de un nuevo período legislativo, donde los diputados hicieron gala de lo mercenarios que son, poniendo sus intereses por encima de los del país.  Lo que el presidente no ha entendido es que su mandato debe corregir lo que se ha estado haciendo hasta ahora, que tiene esa oportunidad histórica, pero prefiere continuar subiendo y bajando santos y desconociendo la ruta a seguir, una consecuencia de la incompetencia de los que conforman su partido político.  No se les puede llamar “tontos cultos” porque no son cultos, pero sí tontos y, encima, angurrientos.

Lo malo es que en medio de esta realidad, el gobierno no tiene oposición. Los partidos que deben hacerla, en la Asamblea Nacional y en el foro público, están tan inmersos en sus peleas intestinas internas, que sus más conspicuos representantes, como los diputados, buscando sus reelecciones, andan prestándose para lo que manden a decir desde el Palacio de las Garzas.

Pero la ciudad de Panamá no puede esperar a que se defina a quién corresponde la recogida de la basura.  Nos estamos inundando de desechos por la falta de acción de la Autoridad de Aseo, y en eso demostramos la falta de una cultura de aseo y sobre todo, de reciclaje, que es tan fácil implementar en cada casa, escuela o lugar público.

Desde hace varios años en las casas de mis hermanas y en la mía propia tenemos varios basureros, y hemos enseñado a nuestra familia que hay uno para cada clase de basura: latas, botellas plásticas, de vidrio, periódicos, tetra pak, envases para huevos.  Cada dos semanas nos organizamos para llevar el producto de este reciclaje – que en otros países es recogido a domicilio – a los sitios que tienen disponibles recipientes para cada uno, como Riba Smith o la empresa FAS en la Ciudad del Saber.  Si eso se hiciera en cada edificio, sería más fácil, pero dudo que haya algún administrador de condominio que tenga esa consciencia así que mientras tanto, el compromiso es con nuestro hogar.  A diario solamente sacamos o disponemos (en caso de contar con un triturador en nuestros fregaderos) de la basura orgánica, que puede también ser utilizada como abono para las plantas.  Pero me da pesar cuando paso a diario por las bolsas con cajas de computadoras, latas de soda y botellas de licor tiradas en las aceras esperando que un carro de la Autoridad del Aseo pase a recogerla.

Esa cultura del reciclaje sería una buena política que adopte la Alcaldía o el Ministerio de Ambiente, y hasta se podría crear un premio por corregimiento, para ver cuál es el que más recicla.  No creo que se haga para ganar votos, pero al menos lograremos vivir en una ciudad más limpia y con menos peligro de una epidemia.