¿DEBATE O COMBATE?
Por Mariela Sagel, El Siglo, 15 de abril de 2019
Faltando 20 días para las elecciones generales del 5 de mayo, en la que se elegirán las autoridades a todos los niveles de gobierno: presidente, diputados, representantes, alcaldes y demás, vimos hace unos días el último debate presidencial, transmitido en cadena nacional. Si bien el formato cambió y en cierta manera era más amigable que los anteriores no dejó de impresionarme la forma jactanciosa, burlona y las reacciones arrogantes, iracundas y evasivas de los participantes.
Como eran preguntas entre los aspirantes, 7 en total, casi todos usaron las pullas y la ironía para dañar a su adversario. El señor Saúl Méndez la agarró con el señor Lombana preguntándole por qué, como cónsul en Washington no impidió que se reformara la ley del Seguro Social. Para cualquier neófito en política es sabido que un cónsul no incide en las decisiones que tome el ejecutivo en cuanto a una ley, sino el legislativo y eso fue lo que debió haberle contestado el candidato independiente. Pero se fue con lo de que él había sido nombrado por méritos y perdió la oportunidad de dejarlo en feo y demostrar la saña con que le estaba haciendo esas preguntas.
Al señor Cortizo le preguntaban una y otra vez qué iba a hacer con la deplorable bancada que tiene su partido en la Asamblea. Su error fue contestar que en su gobierno las decisiones las tomaría él y no le impondrían nada. Debió responder que esos diputados son electos no por él, sino por las comunidades que ellos representan y que si bien él no viene de esa cúpula (de hecho, es así) pues llegaría a consenso con los que salieran electos. Se mostró muy autoritario en sus respuestas. La señora Gómez utilizó un bolígrafo cuando la fueron sacando de sus casillas que yo pensaba que iba a disparar un misil y ni qué decir del irónico y sarcástico candidato oficialista que, como Judas, juró varias veces del presidente Varela.
No es lo que se debe considerar como un debate de ideas.