Por Mariela Sagel, El Siglo, 3 de julio de 2017
Hoy le rendirán los honores debidos y merecidos a mi tío Jorge Rubén Rosas, que falleció el pasado 28 de junio después de una penosa enfermedad. Tenía 94 años y una vida rica en experiencias, ejemplo y esfuerzo. Lo fui a ver el domingo pasado, ya estaba en cuidados paliativos, pero aun así me reconoció y siento que en cierta forma me despedí de él.
Mi abuelo, Carlos Rosas, educó a sus hijos, 5 parejas, para que el hombre se encargara de la mujer que le seguía, y a mi mamá le tocó en suerte que mi tío Jorge Rubén fuera su pareja y ella lo nombró mi padrino. Cuando terminaban de estudiar en Tolé, en el oriente chiricano, iban a estudiar donde debían y es así como mi mamá, después de graduarse con honores en la mítica Escuela Normal de Santiago, llegó a la ciudad. En determinado momento, ya casada con mi papá, se fueron a vivir a casa de mi tío Jorge Rubén y yo nací allí (mientras construían nuestra casa). Tengo recuerdos imborrables de esos años, aunque era muy pequeña, y siempre fue para el resto de la familia un referente en todo, política, conflictos, enfermedades y las alegrías que se van dando cuando los hijos crecen y hacen sus vidas. A principios de junio le nació su primer bisnieto y tuvo la dicha de conocerlo y cargarlo.
El acto que se le rendirá en la Asamblea Nacional es porque fue diputado nacional por cuarenta años y ha sido considerado un caballero de la política, tanto por sus copartidarios y afines, así como por sus adversarios. Después llevarán sus cenizas a Tolé, para que todos los que por años recibieron de él su atención y desvelos, le rindan su homenaje.
Deja un vacío enorme en mi familia. Primero murió mi tío Olmedo Rosas, que fungió como Contralor y después tío Carlos, que fue el único que se quedó en David. Que descanse en paz mi querido padrino y que nos siga guiando con su ejemplo.