MARIELA SAGEL
Facetas, 15 de enero de 2012
La escritora cubana, Wendy Guerra se ha arriesgado a novelar la estancia de Nin en La Habana y la recrea con toda maestría teniendo como escenario sus grandes mansiones
Su padre, Joaquín Nin, era compositor y pianista y abandonó a su familia cuando ella contaba apenas 11 años. En las muchas referencias que hay de ella se señala que el padre era español, pero su madre era de Camagüey, Cuba, y él mismo nació en La Habana, para posteriormente trasladarse a vivir en Barcelona.
El abandono de su padre la marcó de manera tan determinante que Anaïs empezó a escribir sus famosos Diarios ante la falta de su figura paterna, cuyos manuscritos llegan a ser de 35 mil páginas. Esa disciplina, de escribir diariamente sin público lector y sin censura, le fue confiriendo, a la autora que después se hizo famosa, una especial habilidad para reflejar sus emociones. Los Diarios los inició como cartas a su padre, era su confidente y escribió diariamente casi toda su vida, llegando a entremezclar algunos diálogos posteriormente con su obra novelística.
Anaïs nació en 1903 y llegó por vez primera a La Habana con apenas dos años y allí vivió hasta que el matrimonio de sus padres se deshizo y se mudaron a Bruselas, en 1908. Tal parece –según la novela Posar desnuda en la Habana – que volvió a la capital cubana con su madre y hermanos a inicios de la década de los ’20, en plena efervescencia de su adolescencia y de la revolución de sus hormonas, y convivió con sus familiares maternos, en la espera de su casamiento con un banquero cuyos padres se oponían a que él se uniera a una latina y además, católica.
Volvió a reencontrar a su progenitor después de veinte años y tuvo con él una relación incestuosa. Todo esto es un supuesto, un apócrifo, que igual puede ser verdad como mentira. En la vida real, la afamada escritora fue una de las primeras mujeres en incursionar en la literatura erótica y sus relaciones con Henry Miller y su esposa June son remembranzas de una época avant garde, de corte surrealista, exponente del ‘roman fleuve’ (una historia que tiene un hilo conductor, en este caso la figura paterna) así como que tuvo una vida conyugal con dos maridos a la misma vez. Entonces publica el diario inédito Henry y June.
ANAÍS NIN EN CUBA
La escritora cubana, Wendy Guerra, de 41 años, se ha arriesgado a novelar esa estancia de Nin en La Habana y la recrea con toda maestría teniendo como escenario sus grandes mansiones, las lujosas fiestas que se daban y la vida distendida que se desarrollaba en la Perla del Caribe, incluyendo a protagonistas claves como el pintor Wifredo Lam o el escritor Alejo Carpentier. Guerra se convierte en una de sus descendientes y sucumbe a la licencia que les permite a los autores de ficción el poder de la documentación y, sobre todo, un escenario tan seductor como La Habana. Se imbuye en sensaciones emocionantes, pero alejadas del sentimentalismo, de una forma convincente, íntima y muy personal.
El libro fue presentado en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara en un ‘happening’ muy conceptual por el artista cubano mexicano Waldo Saavedra, que es un pintor un tanto controversial, a quien se le atribuye que pintó desnuda a doña Letizia Ortiz antes de su boda con Felipe, Príncipe de Asturias. Se alega que ese cuadro fue producto de unas fotos que tomó el pintor afincado en Guadalajara, y todo indica que ellos (Waldo y Letizia) eran amigos en el tiempo que la Princesa se dedicaba al periodismo.
ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD
Guerra adjunta todo un relato de cómo fue que logró hacer esta investigación y hurgó en la vida de Anaïs Nin durante su estancia en La Habana y la enlaza con la que posteriormente vivió en París y Nueva York, además de otras ciudades.
Es un diario ‘apócrifo’ porque muchos de los pasajes fueron imaginados por la escritora, posiblemente no pasaron, pero ayudan a la ficción de la que hace gala la autora, en una fantástica biografía novelada de la mítica escritora. Aporta también un árbol genealógico de la familia Nin Culmell.
Posar Desnuda en La Habana es el retrato de una joven que ya se sabía fuera de lugar, de cualquier lugar en el mundo, y para siempre. Wendy Guerra también ha publicado una vasta obra poética y su novela Todos se van fue incluida entre las mejores novelas de 2006 por El País, diario español. Otra de sus novelas es Nunca fui primera dama.
Camille Tenneson, del semanario francés Nouvel Observateur, señala que Posar Desnuda en La Habana es ‘un hermoso homenaje a Anaïs Nin que convierte a Wendy Guerra en su heredera contemporánea’.