DESOYENDO LAS SEÑALES DEL PLANETA
Por Mariela Sagel, 4 de noviembre de 2024
El mundo occidental se ha visto conmovido e impresionado por las afectaciones que la comunidad de Valencia, en España, causó la llamada “DANA” y que ya suma más de 200 personas fallecidas. Hasta hace poco, este término nos era ajeno, pero con la recurrencia que se ha presentado, la hemos incorporado a nuestro vocabulario.
DANA es el acrónimo de “Depresión Aislada en Niveles Altos”. Una DANA es un sistema de baja presión o depresión en los niveles altos de la atmósfera, que se ha separado totalmente de la circulación general de la atmósfera, en nuestro caso de la circulación zonal del oeste. Se dan especialmente en el Mar Mediterráneo y en los meses de verano y otoño son especialmente peligrosas, debido a que la temperatura superficial del agua del mar es elevada, lo que favorece mayores desarrollos nubosos, que da lugar a lluvias más fuertes que en ocasiones provocan inundaciones.
En esta ocasión la DANA ha sido devastadora, a tal punto que muchas personas, sin puñetera idea de lo que es este fenómeno meteorológico, la comentan como lo hicieron con las tristemente recordadas inundaciones de Vía Argentina de hace unos años. Como siempre somos más de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, debemos hacer una reflexión sobre qué causa que cada año estos fenómenos meteorológicos sean más fuertes y adoptar de que el cambio climático no es un relajo, como muchos creen. Es, si no la más importante amenaza que tiene el mundo, una de las dos, y la mayoría de las personas no la entienden, porque sienten que no les afecta, y es por eso que no disponen de la basura correctamente, desechan plásticos a diestra y siniestra, y el tema reciclaje les parece un asunto de gente snob.
Es hora de que no solo los gobernantes, sino las iglesias, las asociaciones y todos los actores de influencia de nuestras sociedades, adopten los retos que presenta este fenómeno como una gran amenaza para el futuro de las naciones.