Educación Literatura Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Día del escritor panameño

MARIELA SAGEL*

Hoy 25 de abril se celebra el Día del Escritor Panameño, con el antecedente que apenas el viernes 23 se celebró el día mundial del libro, conmemorando en esa fecha el fallecimiento, en 1616, de dos grandes escritores de talla mundial: William Shakespeare, inglés, y Miguel de Cervantes Saavedra, español, autor de El Quijote.

Cuando la UNESCO estableció el Día de Sant Jordi para hacerle honor al libro lo hizo con la intención de mirar el LIBRO como un democratizador del pensamiento, válido para la reflexión crítica y hábil sostenedor de la democracia por excelencia.

La fecha del 25 de abril se escogió por ser en la que nació el gran maestro de nuestra literatura, Rogelio Sinán, en la Isla de Taboga. Por tal razón, y como un homenaje a su memoria y “con el fin de propiciar un mayor acercamiento a su compromiso con la literatura y con Panamá, así como para estimular la creación literaria al más alto nivel de excelencia en toda el área centroamericana, la Universidad Tecnológica de Panamá creó en 1996 un certamen anual y permanente cuyo nombre es: Premio Centroamericano de Literatura “ROGELIO SINÁN”. Su primera versión se verificó en 1997 y cada año se premia un género, iniciando en esa ocasión con cuento.

Este año, la ganadora es la escritora panameña Lucy Cristina Chau, que lo obtuvo por su cuento De la puerta hacia dentro y se otorgaron dos menciones de honor a Rafael Ruiloba y Carlos Wynter.

Por otro lado, el Gobierno Nacional concedió, en un merecido acto de reconocimiento por su defensa del idioma, la Condecoración Rogelio Sinán (se entrega cada dos años) al poeta y ensayista Demetrio Fábrega. Su selección “a la excelencia de una obra de toda una vida” la dio el presidente del Consejo Nacional de Escritores de Panamá, Carlos Fong. Meco, como es conocido, es un excelente traductor, poeta, ensayista, poseedor de una cultura integral, además que como todo Fábrega, lleno de particularidades y en su caso, excentricidades, todas tolerables. Mi querido amigo César Young Núñez comentó que “se ha premiado a una de las cabezas líricas más visibles que existe en Panamá”.

El inspirador de la condecoración y del premio, quien originalmente se llamó Bernardo Domínguez Alba, fue un escritor catalogado como vanguardista. Sus estudios en Europa lo llevan a involucrarse con todos los “ismos” de moda, como el dadaísmo, el surrealismo, y otros que influirían en su obra. Tiene una producción amplia y su novela más conocida es La Isla Mágica, que se escenifica, precisamente, en la isla de las flores que lo vio nacer.

Rogelio Sinán ejerció en Panamá como profesor de español en el Nido de Águilas y de arte dramático en la Universidad de Panamá. Fue también diplomático en varios países y miembro de la Academia Panameña de la Lengua. Murió en el año 1994, a los 92 años de edad.

Otras obras de él muy conocidas son La Boina Roja (cuentos), Plenilunio (novela) y Chiquilinga y la Cucarachita Mandinga, en el género de teatro infantil.

En el año 2003, uno después de su centenario, un grupo de personas nos organizamos para hacer un “happening” en la isla de Taboga y colocar una placa en la casa donde el escritor y poeta nació. Igualmente, la Asociación Cívica de Taboga invirtió materiales y esfuerzos en la creación de la biblioteca Rogelio Sinán para dotar a la escuela primaria que allí funciona de toda una bibliografía y se obtuvo la colaboración de todos los escritores nacionales, quienes donaron desprendidamente sus obras para conformar ese centro, al igual que personas amantes de los libros y de las bibliotecas, que hicieron lo propio.

En el Día de Saint Jordi, en Aragón, España, es una tradición regalar un libro y una rosa, acá en Panamá debemos adoptar esa costumbre. No nos olvidemos de aquel memorable comercial que hace muchos años decía, cuando se le preguntaba a un niño que quería para Navidad, “un avión y una vaca”. Regalemos entonces, hoy que es el día en que se les hace honores a los escritores, libros y flores para que sean vasos conductores de buenas costumbres y de educación, que tanto nos hace falta.