Es curioso que ignoremos a este país milenario y con raíces tan profundas en nuestra historia y nuestra población y que tiene una economía tan dinámica en un sistema de esquema marxista, pero de ejecución capitalista. Desde 1996 establecimos relaciones a través de una oficina comercial y su representante tiene rango de embajador, pero se mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán, que es considerada una provincia rebelde del continente.
Los Estados Unidos se fueron acercando a esta potencia empezando los años ‘70, con la que no mantenían relaciones desde su instauración, en 1949. Un equipo de tenis de mesa (ping pong) fue invitado a jugar a China en un campeonato y eso marcó la ruta para que el presidente Richard Nixon se reuniera con Mao Zedong en 1972. El lema fue ‘Primero la amistad, luego la competencia’. A partir de 1972 ambos países mantienen relaciones diplomáticas, no se consideran ni aliados ni enemigos y en algunos renglones son socios.
China no ha estado de espaldas a Panamá. En 1973 nos apoyó en la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuando ésta se realizó en Panamá y emitió la resolución a favor de la recuperación del Canal. La Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero se fundó apenas cinco años después del establecimiento de la actual nación y ocupa un majestuoso edificio en un suburbio donde se erigen las sedes diplomáticas y ostenta el nombre de Palacio de la Paz. Su misión ha sido establecer relaciones de amistad para facilitar los vínculos entre los pueblos. En Panamá hay una ciudad hermana a Santiago de Veraguas y es Bouting, en la provincia de Jiangsu.
A través de la relación con diversas asociaciones, se ha insistido que falta más intercambio cultural, siendo China un ejemplo a seguir en el tema educación. Los niños aquí entran a la escuela a los 3 años, dando como resultado que pasen por 9 grados de primaria y su jornada dure todo el día, la que continúa en la casa a través de sus padres y abuelos. Por eso han logrado un nivel de desarrollo como el que tienen, con numerosos intercambios comerciales, inversiones en tecnologías de punta y el aprovechamiento que hacen del turismo, basado en sus tesoros ancestrales, los que rescatan, preservan y remozan. Sus tradiciones no son enviadas al olvido para reemplazarlas por visos modernistas.
Panamá ha recibido un tratamiento generoso de parte de China, manteniendo un representante comercial en Hong Kong, al cual se le permite tramitar como cónsul en ese importante centro neurálgico de desarrollo. Las relaciones actualmente son de hecho, solamente falta remecer un poco el árbol para que la fruta caiga. La diplomacia del ping pong, que tan bien le funcionó a China para establecer relaciones con Estados Unidos no fue siempre exitosa con otros países, pero aparentemente con el nuestro la bola está de este lado del milenario tigre asiático, esperando que se refuerce el intercambio cultural que, como lo definiera Hu Sheng, destacado historiador, ‘es el alma de los puentes que comunican los pueblos’. Busquemos la raqueta para empezar cuanto antes a jugar.