DISTRACCIÓN EMOTIVA
Como me encuentro fuera del país dependo mucho de lo que me manden por chat algunas de mis amistades (soy un poco arisca a los grupos de WhatsApp) y cuál no fue mi sorpresa ayer que en un selecto grupo de los pocos en los que estoy se la pasaron hablando de una fiesta en la 24 de diciembre, convocada por una chica a la que en mi vida había oído mentar. Un poco en Bosnia, pregunté por qué el asunto se había hecho viral, y me contaron que una de las empresas telefónicas había ofrecido no sé qué promoción y que hasta Popeye, el matón de Pablo Escobar pensaba asistir informando a través de un video. Aún sin comprender, segui recibiendo textos donde hablaban del tema y me acosté pensando la inmersión en la nada en que ha caído Panamá .
No sé si es un escape a la realidad que vivimos que la gente se entretenga de esta manera. Ni la liberación de Leopoldo López por el régimen de Maduro en Venezuela ni la próxima audiencia el 25 de julio del ex presidente Ricardo Martinelli, mucho menos el asunto de Odebrecht y los nombres pendientes de conocer que nos deben desde el mes de junio han logrado tal nivel de contagio mediático, visualización y opinión. Me da mucha pena por mi país, que caiga en estas banalidades cuando tenemos tantos problemas que resolver.
¿Será una cortina de humo que nos están tirando para que no sigamos exigiendo conocer todo lo referente a la corrupción que contagió al país, ya de por sí bastante dispuesto a estos abusos del poder?
Hay un solo hilo: el gobierno de Martinelli rompió el récord en materia de sobrecostos y los actuales mandamases estuvieron 26 meses co gobernando, por lo que debieron haberse contagiado de muchas de las prácticas deleznables que practicaron.
No nos distraigamos en lo medular: exigir que se nos revelen los involucrados y seguir los procesos hasta el final, sin fiestas ridículas que nos distraigan, aunque nos alivien la tensión.
Exministra de Gobierno y Justicia