Por Mariela Sagel
Publicado en El Siglo, 8 de abril de 2024
Hoy 8 de abril se producirá un eclipse total de sol que podrá ser observado en todo el continente americano, empezando por México y terminando en Canadá. Todos los que tienen interés en estos fenómenos astrológicos están expectantes y listos para apreciarlos.
Un eclipse total de sol ocurre cuando la Luna oculta al Sol visto desde la Tierra. En Panamá tuvimos la oportunidad de ver uno en julio de 1991, y recuerdo que vendían gafas especiales para verlo y se convirtió en una excusa para reunirse y presenciarlo en compañía. Supongo que este año, los que tendrán la oportunidad de avistarlo harán lo mismo.
Antes de que los eclipses se comprendieran tan bien como hoy en día, existía una connotación mucho más temerosa en torno a estos acontecimientos aparentemente inexplicables. En la mitología, los eclipses se entendían como una variación u otra de una batalla espiritual entre el sol y las fuerzas malignas o espíritus de la oscuridad. El fenómeno de que el sol pareciera desaparecer era una visión muy temible para todos los que no entendían la ciencia de los eclipses, así como para los que apoyaban y creían en la idea de dioses mitológicos. El sol era considerado divino por muchas religiones antiguas, y algunas incluso veían los eclipses como si el dios del sol fuera abrumado por espíritus malignos. Otras explicaciones mitológicas de los eclipses describen el fenómeno de la oscuridad que cubre el cielo durante el día como una guerra entre los dioses del sol y la luna.
En la mayoría de las mitologías y en algunas religiones, los eclipses se consideraban una señal de que los dioses estaban enfadados y de que pronto llegaría el peligro, por lo que la gente solía alterar sus acciones en un esfuerzo por disuadir a los dioses de desatar su ira. directamente después de un eclipse para limpiarse de los malos espíritus.
En los primeros tiempos del judaísmo y del cristianismo los eclipses eran vistos como señales de Dios, y algunos eclipses se consideraban una muestra de la grandeza de Dios o incluso señales de ciclos de vida y muerte. Sin embargo, se creía que los eclipses más ominosos, como una luna de sangre, eran una señal divina de que Dios pronto destruiría a sus enemigos.
Confiemos en que el de hoy sea un anticipo de la paz que urge en muchos lugares de la Tierra.