Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 18 de julio de 2021.
El escenario fue un antiguo hammam en el centro histórico de Estambul. Los hammames son famosos en los países musulmanes porque allí se rinde culto al hedonismo, y es donde se dan masajes, baños de vapor y los muy conocidos baños turcos, que te exfolian la piel. Es un tratamiento de relajación y limpieza inigualable. En ese antiguo hammam en medio de Sultanameth, cerca de los íconos de Estambul, como la Mezquita Azul, Santa Sofía y el Palacio Topkapi, se presentó la Academia Folklórica Corella, también conocida como del “Almojábano con queso”, que casi cumple 35 años de estar funcionando en la provincia de Chiriquí.
El grupo, liderizado por el Prof. José Antonio Corella, estuvo compuesto por 29 integrantes, entre músicos, bailarines y personal logístico. Venían de participar en la Competencia Folkloriada 2021 en Rusia, como parte de la COIFF, (Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y de las Artes Tradicionales), colaborador oficial de la UNESCO, como patrimonio inmaterial de la humanidad.
En Rusia cautivaron a toda la población, llegando inclusive a ser cuidados por la seguridad del estado, especialmente por nuestros trajes típicos que son tan lujosos. Venían de regreso y pasaron por Estambul y se organizó una presentación única que fue muy aplaudida por los presentes, entre los que se encontraban académicos, amigos y clientes del consulado de Panamá y en especial, el arqueólogo jefe del Museo de Arqueología, que quedó gratamente impresionado.
El hammam donde se presentaron es de un diseño impecable y allí usualmente se puede ver el espectáculo de los derviches giróvagos, que son distintivos de esta área.
LA ACADEMIA CORRELLA
Conversando con el Prof. Corella y el Dr. Eduardo Hansell, que para mi sorpresa tocaba un instrumento de percusión y es de Colón, me contaba que este festival se celebra cada cuatro años, pero no se pudo celebrar en 2020 por la pandemia. La gira del grupo costó $75,000 y el Ministerio de Cultura le dio un aporte de $10,000. El resto lo recaudaron con actividades de autogestión.
En Rusia participaron 37 países, 10 de América Latina, pero el que más llamó la atención fue Panamá. A pesar de no ser una competencia, nuestros bailes típicos de diferentes regiones del país se lucieron con garbo y gran donaire. Los vestidos eran impecables y los chicos (promedio de 16 a 35 años) unos verdaderos maestros en la pista. No recuerdo haber visto tanta destreza, especialmente en los hombres, como en esta ocasión.
En la apertura el país sede gastó un millón de dólares y en la clausura hubo espectáculo de aviones y ballet ruso de primera calidad. La sede era en Ufá, capital de la República de Baskortostán, Rusia. Es uno de los centros industriales al oeste del área de los montes Urales, situada en la confluencia de los ríos Bélaya y Ufá. Está a unas dos horas y media de Moscú.
Los delegados panameños a esta reunión mundial del folklore, Folkloriada 2021, viajaron en el vuelo directo a Estambul, de allí a Moscú y después a Ufá. Llegaron de vuelta a Estambul y se les recibió en el aeropuerto, acompañándolos después a la cena que ya tenían organizada.
Al día siguiente siguieron su agenda de pasear por el estrecho del Bósforo, obligatorio para todo el que visita esa hermosa ciudad, antigua capital del imperio otomano y como decía Napoleón, “si el mundo fuera un solo estado, su capital debería ser Estambul”. “Primero la llamaron Bizancio, después Constantinopla (cuando el emperador Constantino trasladó, en el siglo IV, la sede de su imperio hasta los confines de occidente) y ahora, Estambul. Es un lugar único en el mundo, la metrópoli erigida entre dos continentes, donde el mar Negro y el de Mármara mezclan sus aguas, allí donde los cartógrafos decidieron que Asia debía empezar y Europa terminar. Estambul es la heredera de la inmensa riqueza legada por tres poderosos imperios (bizantino, romano y otomano) visible en una fascinante colección de mezquitas, palacios, iglesias y bulliciosos mercados cargados de penetrantes olores a especias. Una ciudad bendecida por el paso de los siglos en la que, con un simple paseo por sus calles, resulta muy fácil entender hasta qué punto tenía razón Napoleón. Estambul es, sin duda, una ciudad a la que es imposible no querer volver, de las que enamoran sin remedio”, escribió Julio Castro en La Razón en 2018.
Embriagados de tanta historia y de tanta belleza, en una ciudad que no es solo eso sino un universo, los integrantes de la Academia Corella dieron todo de sí en esa única presentación que tuvieron en “la capital del mundo”. El grupo, conformado por músicos y bailarines de diferentes profesiones, abogados, médicos, economistas, tienen algo en común, que es el amor al folklore y, sobre todo, a lo que nos representa como país.
Empezaron con piezas santeñas, las damas engalanadas con polleras montunas y los caballeros con sus camisillas. Fue una erupción de alegría, destreza y coordinación impresionante. Después, ya que yo le había estado mencionando al Prof. Corella y al Dr. Hansell el evento de “Historia de un amor” que hace poco organicé, y como un guiño que aprecié mucho, salió una hermosa mujer con una pollera zurcida en talco en sombra, morada enjaretada en verde lima y las primeras notas, cuando el caballero se arrodilla para que ella dé la vuelta, entonaron las notas iniciales de esa canción, gesto que agradecí emocionada. El punto fue bailado con tanta elegancia que las personas que no conocían nuestro más emblemático baile típico se estremecieron, y los que lo conocemos, se nos saltaron las lágrimas de la añoranza.
Después salieron al escenario los bailes típicos del Darién, muy originales y bien bailados, con una coreografía admirable. Seguidamente, los congos de la costa Atlántica, con el diablo haciendo de las suyas. Una verdadera panorámica de nuestras representaciones folklóricas.
Una gran iniciativa que este grupo, por demás profesional, nos haya representado en un festival tan importante y un gran acierto de haberse presentado, además de en la sede original, en lugares donde tocaban base. No pudieron ir a Grecia porque no dejan entrar, pero pudimos aprovecharlos en Estambul, aunque fuera ante un público no tan multitudinario como el que tuvieron en Rusia.
No sé de dónde sacan energía esos chicos, pero cuando los llevé a cenar, posterior a la presentación, en una de las peatonales tan concurridas de Sultanameth, pasaron unos gitanos y empezaron a tocar y las chicas, sobre todo la hija del Prof. Corella (sus tres hijos están en el grupo) se pusieron a bailar y fueron la sensación de los que por allí pasaban.
Dos personas se destacaban de entre los músicos: El compositor Marcelino Guerra y Elvia Muñoz, conocida como “la Chichi de papa” del programa “Hecho en Panamá”. Ellos transmitían en sus redes todo lo que ocurría en la gira y por eso no es una sorpresa lo que les narro. Pero quiero dejar testimonio de la digna representación que tuvimos los panameños ante público turco y, sobre todo, la dedicación del Prof. José Antonio Corella.