MARIELA SAGEL
Facetas, 22 de septiembre de 2013
En 1455, el padre de la imprenta es llevado a juicio en Alemania. Mientras que en un burdel a orillas del Rin aparecen varias prostitutas asesinadas. ¿Existió una conexión?
Federico Andahazi tiene más de 15 años de estar seduciéndonos con sus libros, desde que su obra El Anatomista fue galardonada en 1996 con el premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat. El premio le sería retirado por la misma señora Lacroze, a quien escandalizó la temática abordada por el autor.
Este contratiempo no alcanzó a menguar la acogida que tendría la novela, que posteriormente fue traducida a más de 30 idiomas, vendiendo millones de ejemplares. Sin embargo, este desenlace probaría ser fatal para el premio, al emerger la sospecha de que entre los propósitos de la fundación no estaban la difusión del arte y la cultura.
Siempre fiel a la misma temática erótica e histórica, el autor ha publicado obras como El secreto de los flamencos, La ciudad de los herejes, El príncipe y El Conquistador, además de tres tomos de la Historia Sexual de los Argentinos. Estas últimas eran obras de no ficción que planteaban que no se puede entender la historia de los países si se desconoce el entramado de las relaciones sexuales que las gestaron.
El Libro de los placeres prohibidos marca el retorno de Andahazi a la ficción. La obra rescata los escenarios medievales donde se llevó a cabo el juicio contra Johannes Gutenberg, el inventor de la imprenta moderna (Meinz, Alemania), y la delirante obsesión que lo llevó a ese invento que revolucionó la historia y la manera de contarla. También se relata la existencia del Monasterio de las Adoratrices de la Sagrada Canasta, así como su inesperada conexión con los carceleros del orfebre que nació en Manguncia, que formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico.
EL JUICIO DE MEINZ
El libro es una cuidadosa e impecable reconstrucción de los momentos culminantes del encauzamiento del que -por supuestos procedimientos secretos- había sido objeto Gutenberg y sus socios (que también estaban en el estrado de los acusados) ante la contundente y avasalladora acusación del prior Sigfrido de Maguntia.
Asimismo, se narran escalofriantes acontecimientos que tienen como escenario el Monasterio de las Adoratrices, donde consumadas prostitutas se han entronizado a lo largo de los años, pasando por entrenamientos que las convierten en unas profesionales de primera línea.
La novelística de Andahazi se ha caracterizado por ser irreverente y atrevida y muy ligada al erotismo y la sexualidad, con un enfoque sicológico (el autor estudió y ejerció esa profesión) y una muy sustentada base histórica.
El autor exagera en cuanto a la descripción que hace del dios Príapo y cómo las adoratrices aprenden a invocar a la diosa Ishtar, deidad babilónica del amor y la guerra, de la vida y de la fertilidad, a la que las meretrices honraban llevando en su omóplato la estrella de ocho puntas que la simboliza.
Casi todas las novelas de Andahazi devienen en unos cocteles explosivos que mezclan intriga, suspenso, erotismo y sensualidad. Justo en una época en la que se avizora el fin de los libros impresos para darle paso a los digitales, Federico Andahazi nos ofrece una historia novelada que permite comprender a lo que se enfrentó el señor Gutenberg en su momento. Una historia que tiene lugar en escenarios impensables recreados en el siglo XV, con situaciones y desenlaces difíciles de imaginar.
LAS ADORATRICES
El autor acomete con sumo cuidado la descripción de las adoratrices. Las mujeres que las representan y las prácticas que ejercen -a través de diferentes épocas- son tan reales como innegable es que la prostitución es la profesión más antigua de la historia. El autor no se anda con remilgos para entretejer este relato, cuya escena inicial trascurre en un extravagante burdel a orillas del Rin.
El novelista recorre los lugares que tuvo que visitar Gutenberg para poder obtener los recursos que le permitieron ejecutar lo que terminaría convirtiéndose en la obsesión de su vida: reproducir la famosa biblia de 42 líneas, mejor conocida como la denominada ‘Biblia de Gutenberg’.
Llegamos a simpatizar con estas hermosas mujeres, que se entregan a su oficio con tal dedicación, pulcritud y desprendimiento. Uno se pregunta cómo hacían para mantenerse invulnerables frente a miradas torvas o despreciativas.
Desde su lanzamiento a finales del año pasado, El libro de los placeres prohibidos ha sido presentado en muchas ferias de libro y en varias ciudades. Las entrevistas que se le han hecho han al autor han hecho noticia por lo contundentes y explosivas, suscitando comentarios en diversos sitios.
A Andahazi lo une a Panamá un vínculo político, ya que su suegra es panameña, por lo que no sería inimaginable que uno de estos días se apareciera por el Istmo a presentar sus libros