El Pele Police
MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 4 de Septiembre de 2011
Al darle mi licencia le pasaron un aparatito que parecía un lector de código de barras y el mismo arrojó que tenía una citación. Me dijeron que tenía que acompañarlos a la estación de Policía, a lo que yo les dije que no estaba vestida para irme hacia allá, sugiriendo ellos que mandara a buscar otra ropa para cambiarme. Mejor dicho, me estaban arrestando. Como no me bajé de mi auto, la patrulla me escoltó hasta la estación donde había una celda preventiva con algunos reclusos y otras personas que denotaban abusaban del malvivir. Ya iban unas siete personas que trataban de descifrar qué era lo que decía la citación y después de mucho darle a la computadora, me dijeron que la citación era de abril de 2002 y que tenía que apersonarme al juzgado tal para aclarar eso. Tratando de no enfurecerme demasiado con el tema, observaba cómo llenaban con una parsimonia pasmosa el documento, a mano y con letra ininteligible y me tomaban fotos como si fuera una presidiaria.
El lunes, a primera hora, me dirigí al juzgado señalado, llevando conmigo los documentos que mostraban que el caso al que se refería la mencionada citación había sido fallado, pagado y cerrado hacía más de seis años. Las personas que me atendieron fueron muy diligentes, pero me informaron que ese caso ya estaba en los archivos judiciales, que de ellos pedirlos se tardarían más de una semana, por lo que opté en ir a buscarlos enseguida. Están en Plaza Conquistador, por Villa Lucre. Una vez allí, el funcionario que me recibió me dijo que si yo sabía en qué bulto estaba, algo que desconocía. Con suerte, encontró el bulto —virtualmente un bulto amarrado con una soga— y lo trajo al rato, extrayendo las copias que yo necesitaba. De allí fuimos a otro sitio, dentro del mismo complejo, a hacer fotocopias y de vuelta a los archivos, para la autenticación de una por una de las copias.
Con esto en mis manos volví al juzgado y como resultado, me dieron una nota dirigida al director de la Policía, donde se le solicitaba, por parte de la juez, que se dejara sin efecto el contenido del oficio. Esta nota, cuya copia tengo que portar por si me vuelven a pedir licencia, está supuesta a ser tramitada por el juzgado.
Además del mal rato, del tiempo y los recursos invertidos, y de la ilegalidad de la conducción de la que fui objeto, hago los siguientes reflexiones: le pasa a una persona a otra hora y seguramente acaba en un juzgado nocturno. El que no sepa cómo hacer las diligencias o no pueda hacerle frente a los traslados y los costos que todo esto ha significado, acaba siendo víctima de esa tecnología mal usada y mal manejada. Mientras estaban los oficiales de Policía atendiéndome en la estación, ¿cuántos crímenes, asaltos y robos se pudieron evitar en la ciudad si ese cuerpo uniformado se dedicara a ‘proteger y servir’, como reza su lema? De no haber ido a los archivos, ¿cuánto tiempo tendría que esperar para saber si encontraron ‘el bulto’ y que el juzgado emitiera la nota dirigida al director de la Policía?
Peor aún, saco en conclusión que mucho se habla de la modernización de la justicia, pero los expedientes están en bultos, amarrados con soga, las notas se hacen a mano con papel carbón, y la correspondencia entre una y otra entidad seguramente se entregará por medio de palomas mensajeras, para que demoren en hacerse efectivas. ¿Dónde está la Secretaría de Innovación en estos casos? La justicia anda en burro, pero la tecnología para reprimir se transmite por satélite, aunque esté desactualizada.
Finalmente, y como siempre uno debe pensar mal para acertar, ¿no será que me estaban sembrando ese expediente para amedrentarme? He sido crítica de esta administración y lo seguiré siendo mientras sea autoritaria e irrespetuosa de las leyes. Ahora le toca al pueblo saber por qué se está usando el Pele Police de esa manera, y a mí, si fue un acto intimidatorio personal.