EL PROGRESO VUELVE
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 9 de septiembre de 2018
En una semana los miembros del colectivo más grande de Panamá, el Partido Revolucionario Democrático (PRD) elegirán los candidatos que se batirán en las primarias para presidente, diputados, representantes y alcaldes. Este año ha sucedido algo inédito, el de que 18 personas se han postulado para presidente, desvirtuando aquello de que estaban buscando la unidad. Ahora son 17, pues Juan Carlos Navarro declinó su aspiración para apoyar a Ernesto Pérez Balladares, en un acto que lo enaltece. Hay algunos (la mayoría) que si acaso llegarán a tener los votos de sus familiares.
Ernesto Pérez Balladares decidió muy tarde entrar a la contienda, pero ha despertado un entusiasmo inusitado, que algunos dicen es igual o hasta mayor afuera que adentro del partido. No hay que olvidar que su gobierno ha sido el más eficiente en todo: el que menos endeudó al país, el que logró modernizar la estructura en la que se basa nuestra economía y, sobre todo, tuvo una visión de estadista, “El país que estamos construyendo”, como se llama el libro que publicó a su salida del gobierno. Con la década perdida que vivimos por los desgobiernos de Martinelli y Varela que, al decir de ellos “son más de lo mismo”, el trabajo va a ser, cuidado, más demandante que el que recibió del gobierno de Endara, del cual tuvo que asumir compromisos que éste no tuvo la oportunidad de cumplir.
Empiezo por el estribillo de las privatizaciones: no hubo tales, las instituciones que brindaban la electricidad y la telefonía estaban al borde del colapso. Panamá estaba cerca de tener “prendiones” en vez de apagones, como pasaba en la República Dominicana. Ninguna institución internacional iba a financiar a empresas públicas que no estuvieran modernizadas. Panamá era, junto a Haití, los países que no tenían banda celular, a pesar de que nuestro istmo está asentado sobre todos los cables de fibra óptica subterránea y ahora tenemos empresas de tecnología y data centers de última generación. Muchos de los que critican al “Toro”, como se le conoce, tienen dos o tres celulares y se la pasan chateando, pero no entienden (o no quieren entender) que si no fuera por esa decisión –a la que se había comprometido el gobierno de Endara, según testimonio del exvicepresidente Billy Ford— estaríamos comunicándonos con señales de humo o palomas mensajeras.
La tal privatización fue en realidad, un beneficio para Panamá porque hoy, después de más de 20 años, el país sigue siendo dueño del 49% de esas empresas que generan ingresos multimillonarios. Eso se llama alianzas público-privadas, que no fue lo que pasó con las empresas estatales que vendió el gobierno anterior, como Cemento Bayano, Cítricos de Chiriquí y otros, cuyos ingresos fueron a la caja común, se esfumaron y nunca se vieron en inversiones a favor de la mayoría de la población panameña. La ley de privatizaciones la aprobó la Asamblea Nacional en julio de 1992.
Pero como decía Goebbels, el genio de la propaganda nazi, una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Una comunicadora tan respetada y aguda como Castalia Pascual le preguntó recientemente en una entrevista sobre el Puente Van Dam. El Toro, con la elocuencia que lo caracteriza, le explicó que ese caso es de hace 40 años y que en las actas del Consejo de Gabinete está la constancia que él, siendo ministro de hacienda, se opuso a ese proyecto.
Gracias a su gobierno se pudo rescatar el Casco Antiguo, logrando que se declarara Patrimonio de la Humanidad, para que el deschavetado presidiario del Renacer le pasara una costanera por delante. Se establecieron las fundaciones para que manejaran el Museo del Canal Interocéanico (orgullo del país), de la Biblioteca Nacional, de la Ciudad del Saber y quedó pendiente hacer lo mismo con el del Museo Antropológico, que hoy se encuentra en ruinas.
Sus logros para limpiar la imagen del país en el extranjero contaron con los mejores hombres y mujeres que desplegaron una exitosa gestión diplomática, algo que es urgente por el deplorable manejo de la cancillería, donde nos han ventilado como los “gánsters” más grandes del mundo.
No entremos a hablar de los corredores, carreteras, los hospitales y centros de salud, incluso del Metro, que fue un proyecto envisionado por él, que quedó engavetado hasta que Martinelli lo sacó, le sacudió el polvo y las telarañas y lo echó a andar. La modernización de Panamá, que estamos a punto de reversar, se la debemos a su gobierno. Su gestión en el campo de aeronáutica permitió la creación del “hub” de las América. Sin sus ajustes estructurales muy poco se hubiera logrado. Y encima de todo, tenemos un fondo de ahorro de más de mil millones de dólares, que varios presidentes le han querido meter el diente.
Si los inscritos en el PRD eligen al Toro el domingo 16 de septiembre, elegirán un presidente, no un candidato que tendrá que batirse con quién sabe cuántos. Eso lo dicen a boca de jarro todos los no inscritos. No podemos dejar pasar esta oportunidad pues el país no aguanta más.