La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Enero del 64, octubre del 68

MARIELA SAGEL

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La Estrella de Panamá, 8 de diciembre de 2013

En octubre de 1968 ocurrió en ciudad de México, en la Plaza de las Tres Culturas, una matanza atroz que se le atribuye a las fuerzas armadas de ese país, que reprimió a estudiantes, con el fin de que se llevaran a cabo en fecha posterior y sin protestas, los Juegos Olímpicos. Esa represión, que hoy día se recuerda y a la que se hace referencia como la masacre de Tlatelolco, arrojó en cifras oficiales unos 20 muertos, pero extraoficialmente se manejan cantidades que ascienden a cientos.

La literatura y muchas otras manifestaciones, tanto de salón como populares (grafitis y murales) han rescatado este suceso y es así como autores como Elena Poniatowska (con La Noche de Tlatelolco) y Fernando del Paso (con Palinuro de México), entre otros, no permiten que ese hecho sea olvidado.

En fecha reciente, en una de las muchas presentaciones a las que asistí en la Feria del Libro de Guadalajara donde estaba Elena Poniatowska, a la que los mexicanos le profesan verdadera reverencia, algunos de los presentes se referían que la generación que vivió los actos del ’68 y los más jóvenes, a que sus conciencias despertaron gracias a lo que ella ha escrito en referencia a lo que ocurrió. Lo mismo pasó en el relanzamiento del libro de Fernando del Paso, quien ya avejentado y afectado por unas dolencias no pudo hablarle al público pero escribió un muy sesudo mensaje que fue leído por uno de los panelistas. Los presentes también le expresaron a este laureado escritor el amor que se merecen las grandes plumas.

En Panamá ocurrieron en 1964 hechos históricos quizás más dramáticos que lo que pasó en Tlatelolco, no por la cantidad de muertos sino porque un país pequeño, pero con una estaca colonialista clavada en el corazón del territorio, se enfrentó a la potencia más grande del mundo y el país llegó hasta a romper relaciones con los Estados Unidos, hecho que generalmente ocurre cuando se polarizan las ideologías o cuando se rebasan barreras, como fue el caso del ’64. Estamos a un mes de conmemorar el cincuentenario de esta gesta heroica, que marcó el fin y el comienzo de una era en la tónica de las relaciones con el país del norte y estoy segura que por lo menos dos generaciones no tienen idea (y lo peor, no les interesa) qué pasó, por qué pasó y qué consecuencias tuvo el 9 de enero de 1964.

Recientemente se realizó la Caravana de la Soberanía, que mostró todas las publicaciones, libros y noticias que dieron la vuelta al mundo al momento de ocurrir esos sucesos y la misma se hizo en forma itinerante por varias ciudades del país, pero desconozco si se ha medido el alcance que tuvo esta iniciativa, y si el panameño común sabe a qué nos abocamos con esta conmemoración. Gracias a la iniciativa ciudadana del Movimiento por el rescate de la identidad, se logró una ley para que el 9 de enero, cincuenta años después, sea declarado como día de la Soberanía Nacional pero la misma aguarda pacientemente la sanción del presidente. En México, en el año 2011, mientras todavía se llevan a cabo gestiones legales para determinar los últimos responsables de la brutal represión, se decretó el 2 de octubre como día de Duelo Nacional. No debería haber ninguna duda de la gran diferencia que hubo entre uno y otro acontecimiento, pero sí se levanta una gran interrogante sobre la responsabilidad que como pueblo tenemos de preservar nuestra historia, conocerla y enaltecer los actos que le dieron valor a la identidad nacional.

Mientras espera su sanción, los murales alusivos al 9 de enero, pintados por los muchachos del Kolectivo, han sido mandados a cubrir por el mismo Presidente, con la amenaza de que si los repintan, los volverán a cubrir. Es una especie de masacre de la historia que no podemos seguir aceptando.