BIOGRAFÍA RANCHERA
MARIELA SAGEL
Facetas, 30 de junio de 2013
La periodista Alma Velasco narra el ascenso a la fama de la cantante mexicana Lucha Reyes. Una historia de aplausos, excesos y tragedia
La primera vez que tuve noticias del libro Me llaman la tequilera, escrito por la periodista mexicana Alma Velasco, fue a través de Aida, la esposa de Hernán Lara Zavala, periodista y escritor mexicano, que en medio del arrebato de recoger las maletas en el aeropuerto de Guangzhou, en China, me comentó que su marido lo iba a presentar en la Feria del Libro de Guadalajara.
Eso fue dos meses antes de la presentación y mi sorpresa fue grande al percatarme que tanto la autora como el libro eran celebridades esperadas en el máximo convite de las letras que se realiza en Latinoamérica. Y ni hablar de Lara Zavala, que participó en uno de los homenajes a Carlos Fuentes.
DIVA MEXICANA
Alma Velasco es escritora y también una estudiosa de la canción ranchera y al principio quiso hacer un programa de radio en conmemoración de los 50 años de la muerte de Lucha Reyes (la cantante que innovó la canción ranchera y que murió en 1948). Pero gracias la enorme información que recibió de la familia de Lucha, se decidió a hacer una novela.
El libro tiene solamente 277 páginas, con una portada barroca, reflejando los tejidos de las chinas poblanas tan típicos de una región de México y que la cantante adoraba ponerse, así como los perfumes. Se lee con entusiasmo y comienza cuando Lucha se toma los barbitúricos que la llevaron a la muerte y como en un sueño va rememorando su vertiginosa vida, desde que empezó a cantar a los 13 años, su caótica relación con su madre, el gran cariño que le tuvieron sus tíos -con los que vivió- su gran pasión por cocinar.
También se narra su primera aventura artística en Los Ángeles, donde tuvo un gran éxito en el mundo del espectáculo, su frustrado matrimonio que terminó como consecuencia de sus excesos etílicos y un aborto que no la dejó concebir hijos en adelante.
LUCHA REYES
María de la Luz Flores Aceves, que inicialmente se hacía llamar Lucha Flores –se cambió el nombre en el transcurso de su carrera musical para llevar el apellido de su medio hermano y establecer un vínculo más cercano con él– es considerada una gran voz de la canción popular mexicana. A pesar de esto, antes de cumplir los 40 años se quitó la vida.
Esta intérprete -oriunda de Guadalajara- cantó para los grandes compositores mexicanos, como Jorge Negrete. No era hermosa, pero su fuerte personalidad y talante la llevaron a actuar en varias películas. Tuvo una resonante rivalidad con Julia Garnica (soprano con una voz parecida a la de Lucha) y en una de sus vueltas se fue en gira a Alemania, donde contrajo una infección en las vías respiratorias que le afectó la voz.
Su fuerte afición al tequila y las parrandas que armaba después de sus presentaciones no solo afectaron su vida personal y sentimental, sino que sus cuerdas vocales se tuvieron que adaptar a un estilo más grave y de allí fue ganando más renombre como cantante.
Son célebres sus interpretaciones de Ay Jalisco no te rajes!, La Tequilera, El Corrido de Chihuahua, entre otras. Era de un carácter muy fuerte y decidido, pero así mismo, cuando caía en las redes del tequilla, no había quién la parara, sucumbía en un remolino atrayente hacia el precipicio.
Su malograda relación con su marido fue precisamente por esa debilidad hacia el trago. Una noche llegó en total estado de ebriedad -a pesar de estar embarazada- y se cayó por las escaleras. Los golpes que recibió le provocaron un aborto muy doloroso.
Ya la relación de pareja se había ido deteriorando por sus excesos etílicos. Pero el accidente precipitó que Gabriel Navarro decidiera a dejarla, quedando ella deshecha tanto por la pérdida de su gran amor como por el dolor que representó su malogrado embarazo.
NOVELA, NO BIOGRAFÍA
Alma Velasco, que además de escritora es cultivadora del canto, contó en una de las presentaciones que hizo del libro, que con tanta información que pudo recabar (gracias a la gentileza de la familia Sánchez Reyes) no quiso hacer una biografía ‘con datos muertos’, sino una novela que reflejara los muchos conflictos que tuvo Lucha con su madre (hasta el final de sus días), así como el gran apoyo que recibió de sus tíos y de su solidaria prima. Asimismo, incluyó su valiente decisión de probar suerte, tan joven, en Estados Unidos, y su posterior regreso a su tierra natal para volver a empezar en los escenarios.
El libro empieza con la escena en la que ingiere los barbitúricos (con tequila, por supuesto), el traslado al hospital, y la interrogante de la hija adoptiva de Lucha, de apenas 11 años, de que si el hecho de haberle ido a buscar las pastillas a la farmacia la hacía culpable de su deceso. De allí se abre a la vida que llevó Lucha, que vivió y murió entre aplausos, tequila y lágrimas. Y que después falleció a pesar de los ingentes esfuerzos que hicieron los médicos para salvarle la vida, conscientes que tenían entre manos una celebridad.
Un libro interesante, especialmente para los amantes de la música ranchera mexicana, y para todos los que disfrutamos de una novela escrita con agilidad y con juicio.