Por Mariela Sagel, en El Siglo, 21 de junio de 2021.

     Se anuncia en Panamá una tercera ola del virus COVID que ha arrodillado al mundo.  Las noticias en otros países no son halagadoras y los países de América del Sur están siendo objeto de una exhaustiva revisión.  Hay una gran disparidad en cuanto al suministro de vacunas.  Algunos países han sido exitosos en la aplicación de esta, como entiendo que es Panamá, pero otros, especialmente los muy pobres, no tienen la capacidad de comprarlas para toda su población, por lo que dependen de los países ricos y poderosos que se las donen, lo que veo que están haciendo.

     He dicho y repetido en varias ocasiones que esta pandemia, en pleno siglo XXI, con patrones de consumo alucinantes, nos ha debido enseñar mucho, especialmente que los bienes materiales son innecesarios en demasía, porque muchas personas han pasado meses sin salir, usando apenas ropa de entre casa, como le decimos en Panamá, y los zapatos y carteras seguramente están llenos de moho, por la alta humedad de que goza Panamá.

     También ha desnudado la fragilidad de los sistemas educativo y de salud, al descuidarlos por los últimos diez años, invirtiendo en carreteras, metro, puentes, que, si bien eran necesarios, debieron ir a la par de los hospitales y las escuelas.  Esto debe servir para que el gobierno reordene sus prioridades de inversión y a los futuros gobiernos, enfatizar que estos aspectos no se deben descuidar.

     También la agricultura y ganadería deberían ser prioridad para garantizar que la población esté bien alimentada a un costo razonable.  Tantos productos importados encarecen la canasta básica, y nuestros agricultores deben subsistir en medio de este escenario dantesco en el que hemos vivido.      Yo espero y confío que esta tercera ola sea menos agresiva que las anteriores, y que las personas tomen conciencia de que, por más vacunados que estén, deben seguir cuidándose.  Ya hemos visto que hasta a los vacunados les ha dado COVID.