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GENERACIÓN DE IDIOTAS

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 26 de marzo de 2017

     El sabio alemán Albert Einstein, en sus célebres frases que se han convertido en predicciones, dijo en su momento “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo tendrá una generación de idiotas”, adelantándose con preocupación a la tendencia de los seres humanos a excederse en el uso de la tecnología.  Ese momento ya llegó y todo apunta que para quedarse.  No hay reunión social, gremial, política, hasta de gabinete de estado, donde la mayoría de las personas está más pendientes del “chateo” que de lo que se está discutiendo.  La serie de Netflix Grace and Frankie tiene una escena formidable en que el anfitrión de una cena familiar, antes de que se sienten los comensales, se ubica en la entrada del comedor con una caja donde todos los asistentes deben depositar sus dispositivos móviles para que no se produzca el inevitable diálogo de sordos.

En Panamá estamos en vísperas de entrar en una crisis energética de proporciones inconmensurables, que solamente han mostrado la puntita del iceberg al haber ocurrido dos grandes apagones que mantuvieron las ciudades terminales de Panamá y Colón sin el fluido eléctrico por varias horas, afectando de paso la planta potabilizadora de Chilibre, que abastece de agua a gran parte de la capital.  Aún no se sabe qué causas han producido estas fallas y el gerente de la empresa de transmisión renunció sin dar mayores explicaciones.  No se entiende cómo esto sucede en un país que atravesó un proceso de creación de empresas mixtas, en una combinación de capital privado y capital estatal hace 20 años y, a pesar de los detractores, ha probado que el antiguo Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación (IRHE) era una empresa obsoleta que lo que ofrecía a la población eran “prendiones” y no apagones, como sucede en otros países menos desarrollados que el nuestro.

El tema es preocupante porque el asunto apunta a negligencia estatal, ya que las fallas han venido de la participación de ese lado, o sea, la transmisión, porque la generación ha funcionado de maravilla.  Se han escuchado en estos días toda clase de versiones, de que no ha habido el obligado mantenimiento de las maquinarias, que se está vendiendo energía a otros países en detrimento de las necesidades cada vez más crecientes del nuestro y otro montón de teorías que se producen al no dar la cara las autoridades responsables.

En el gobierno de Guillermo Endara las instituciones financieras internacionales impusieron la obligación de privatizar tanto la electricidad como la telefonía, y aunque se firmó el convenio por parte del ex vicepresidente Guillermo Ford, le tocó al siguiente gobierno ejecutar este compromiso, pero en la forma de empresas mixtas.

El no tener una contingencia para la planta de Chilibre y de esa manera exponer a la población no solo a que no cuente con electricidad sino también sin agua es inexcusable y debe asumirse de manera inmediata pero no con una comisión, –que no sirven para nada–, sino con un programa de evaluación de las infraestructuras que pueden fallar por faltas de mantenimiento.

Volviendo a la generación de idiotas, cada día es más común que la gente no se reúna, no converse, no hable sino que se chatee.  Inclusive hay algunos más idiotas que no pueden desprenderse del celular y ni siquiera revisan su correo electrónico para mirar los mensajes que por allí se envían.  He visto periodistas entrevistando por whatsapp, invitaciones enviadas por whatsapp, consultas legales por whatsapp y cortejos por whatsapp, entre otras muchas modalidades. Sin mencionar el abuso del Twitter, que está a otro nivel.

La tecnología debe ayudarnos a mejorar nuestro desempeño, pero no enajenarnos al punto en que muchos están.  Si volteamos alrededor, no hay personas que no esté concentrado en la pantallita de su celular y pronto los ortopedas –si no lo han hecho ya – van a tener que crear una especialidad para tratar los problemas de postura a la que obliga la adicción a mirar todo el tiempo el teléfono móvil.

Jordi Soler, el escritor y periodista mexicano-español, publicó recientemente un jocoso artículo en el periódico Milenio en que explicaba por qué los divertimientos electrónicos atenúan y hasta sustituyen la energía libidinal, en referencia a que los estadounidenses cada día tienen menos relaciones sexuales.  Y sentenciaba, cajoneramente, que “Occidente se derrumba solo desde hace medio siglo mientras nosotros, pobres mortales, vivimos distraídos, abismados, frente a la pantalla del teléfono”. Todo indica que el día que Albert Einstein temía ya ha llegado