Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 23 de mayo de 2021.
Son muchas las personas que han sufrido cáncer en cualquier parte del cuerpo y muchos que lo han sobrevivido. Algunas, especialmente las mujeres, deciden contarlo en libros y son innumerables los testimonios que hay en nuestro mercado editorial.
Cada uno afronta la enfermedad según su creencia y según su ánimo. Algunas nos hacen partícipes día a día del proceso de radioterapia o quimioterapia, otras lo hacen en silencio, solo involucrando a sus familiares y amigos más cercanos. Lo último que no debemos es sentir lástima, darles apoyo moral y, sobre todo, solidaridad en ese proceso que a todas luces debe ser traumático, doloroso y muy agobiante.
De todos esos casos, uno que me llamó la atención fue la experiencia que atravesaron Flor María Muñoz Bañales y Sara Bassan, plasmado en un libro llamado “Con C de Couture”, y el subtítulo “Glamour en toda circunstancia. Las autoras tuvieron el privilegio de contar con la edición del poeta Salvador Medina Barahona, que cuidó todos los aspectos para que la obra no solo sea un gozo leerlo sino tenerlo en la mano por la elegancia del diseño en cada contra página cuando empieza un capítulo. Y lo más interesante es que fue impreso en Panamá.
El libro me lo hizo llegar una de las autoras, Flor, que vive en Francia y es una gran promotora ad honorem de las manifestaciones culturales de nuestro país. Según dice el editor, en la contraportada “Toda confesión, como las dos que conforman este libro, lleva esa alta dosis de intimidad compartida como un corrientazo en medio del sueño”.
El libro fue presentado en el año 2109 en la Biblioteca Simón Bolívar de la Universidad de Panamá y las autoras tienen la intención de reeditarlo para donar lo que recauden en la venta a instituciones que atienden pacientes de cáncer.
LAS AUTORAS
Flor María Muñoz Bañales nació en Puebla, México, de padre panameño y madre mexicana con raíces vascas. Es condesa de Giamgrirasio d’Asseux por sus segundas nupcias hace unos 12 años, y reside en Limoges, Francia. Limoges es la capital histórica de la antigua región francesa del Lemosín y prefectura del distrito de Limoges. Es célebre por sus fábricas de porcelanas. Su marido, Pascale, es un jurista y escritor que proviene de una reconocida familia francesa italiana, cuyo título se remonta al siglo XI. Por haber vivido en varios países, incluso en Estados Unidos, se ha desempeñado en muchos puestos y desde joven trabajó para las embajadas estadounidenses en diversas posiciones, entre ellas para la Comisión Europea y la CIFAD (Centro Interministerial de Formación Antidroga y lavado de dinero).
En su libro, que comparte con la reconocida diseñadora de modas panameña Sara Bassan, nos revela momentos muy íntimos de cuando le diagnosticaron cáncer de seno y cómo afrontó tanto el diagnóstico como los tratamientos. De manera desenfadada nos ofrece una visión de la forma en que llevó adelante sus tratamientos, el hecho de que se le cayera el cabello y, sobre todo, la alegría que siempre mantuvo durante su recuperación, haciendo reír a todos los que la atendieron en el hospital.
Narra el tema espinoso de las pelucas y cómo el viento de Limoges hacía estragos con ellas, lo mismo que los desplazamientos en tren en los que se quedaba dormida y por un lado estaba su cabeza y por el otro su peluca. Se le cayeron las cejas y las pestañas y cómo, cuando su cuerpo mostró los primeros signos de recuperación, fue diseñando proyectos que nunca había pensado que podía hacer, como dar conferencias históricas que unen a Francia con España. De igual forma, organizó eventos culturales en Europa, que fueron acogidos por el Alcalde de París y también por el de Panamá, en 2016.
Su narración es irreverente y alegre y eso le ayudó a salir adelante ante tan difícil situación, al igual que contar con su familia y amigos.
Sara Bassan va más allá, porque narra la reconstrucción que le hicieron posterior a las terapias. Nacida en Colón y de familia judía, ha tenido una fulgurante carrera como diseñadora de modas. Nos ilustra cómo llegaron sus antepasados, que venían de Siria, primero a New York y después a Panamá. Primeras damas, candidatas a concursos de belleza y otras personalidades femeninas han lucido sus diseños, que se consideran de alta costura.
Nadie podría prever que quien tendía puentes de belleza tendría que raparse la cabeza y librar una batalla personal de tal envergadura.
Su estilo de narrar es optimista pero menos desenfadado que Flor María, muy elegante y con frases puntuales como “Nada de lástima ni drama”. Admiradora a rabiar de los Beatles, llama a Paul McCartney, “mi novio”, y lo ha visto en escena no menos de 25 veces, y lo ha quiero presentar en Panamá. Sus tratamientos los llevó a cabo en New York, donde viajaba cada quince días, siempre con el apoyo de su familia más cercana. Las referencias que hace de cómo escogió su peluca, que era similar a la forma en que llevaba su cabellera le permitió pasar el proceso de manera casi imperceptible, ya que se tatuó las cejas antes de que empezara a caérsele el cabello.
De forma muy elegante nos desvela este difícil episodio de su vida a fin de hacer eco en las conciencias de quienes no deben ni pueden darse el lujo de dejar de creer en la belleza ni en la vida o como dice el poeta Medina Barahona, “en la belleza que es la vida”.
Me encantaron sus anécdotas, el hecho de que no perdió peso y que siempre sintió una energía contagiosa que transmitía a todo el mundo, sobre todo a su familia más íntima, que viajaba a los tratamientos con ella. Y que ni su abuela se dio cuenta, cuando la visitó, cuando ya estaba recuperada y le había vuelto a salir el cabello. Le celebró que lo llevara corto
Su mensaje final es tan hermoso como las múltiples reflexiones que nos comparte en ese libro, sus antojos de comida, sus salidas en la gran manzana con su familia y amigos. Reitera su agradecimiento a Di’s, como dicen los judíos al ser supremo, y a su familia y amigos y exhorta, al igual que Flor María a hacerse revisiones periódicas. En su caso, ella tenía tendencia a formar quistes y generalmente era posible extraerlos sin cirugía, hasta que le tocó uno malo.
Dos mujeres, dos relatos, dos formas de afrontar una enfermedad que mata a mucha gente en el planeta pero que también puede ser curada, si se detecta a tiempo. Sin estridencias ni lamentaciones de “¿por qué yo?” ambas nos enseñan lo realmente valioso de la vida y por qué merece ser vivida.