Gol de carnaval
MARIELA SAGEL*
La Estrella de Panamá, 13 de marzo de 2011
Como la premura del gobierno de resolver la crisis que tenía en la Comarca Ngäbe era garantizar la celebración en un ambiente de aparente paz los carnavales, no se me quita de la mente la cara —cuya cabeza tenía entre las manos— de Monseñor Lacunza, como si pensara ‘con qué saldrá ahora este loco’. Y en su mejor estilo de birlibirloque el presidente dijo que derogaría la Ley. Lo dijo, y aún está pendiente, porque los diputados, como era de esperarse, se fueron a carnavalear.
Y en el mientras tanto, varios fueron los goles que quisieron meternos: el lunes de carnaval casi le dan una apurada salida del hospital a uno de los dos sobrevivientes de la masacre ocurrida en el Centro de Cumplimiento de Tocumen, salida que se había acordado previamente con los médicos que lo trataban en el Hospital Santo Tomás para después de los carnavales. Las razones eran de peso: sus padres no cuentan con las condiciones apropiadas para tratar un enfermo que necesita los cuidados extremos de un quemado, viven en una casa con piso de tierra y endebles paredes de zinc y la letrina está afuera y no tiene techo. Christian debe utilizar unas vendas especiales por más de un año para que la piel que le fue implantada le cicatrice sin que se le produzcan queloides. Lo más sospechoso del amago de salida fue que lo querían sacar por la puerta de atrás y llegó una tropa de policías que parecía iba a reprimir una manifestación, armados hasta los dientes. Entre los abogados, los padres y los que apoyamos a sus familiares logramos detener esa acción. Este joven era el único que no había declarado y la reconstrucción del caso se inicia el día de mañana 14 de marzo.
Pero así como nos quieren meter goles por todos lados, metimos uno que nos divirtió mucho. Hicimos una comparsa de protesta en el desfile del Carnaval de la City, el martes en la cinta costera. Remitimos a la Autoridad de Turismo una carta, con el nombre Ñagare (que quiere decir ¡no! en lengua Ngäbe) solicitando participar en el desfile. Todos pensaron que después de los graves acontecimientos del 26 de febrero y la brutal represión que detuvo a más de quince personas en la capital, varios en el interior y concluyó con la deportación de Paco Gómez y Pilar Chato, íbamos a desistir de la idea de hacer la comparsa de protesta.
No fue así y pusimos más entusiasmo y empeño en llevarla a cabo. No puedo decir que no tuvimos miedo, tuvimos pavor. Algunos se bajaron en el camino, otros se sumaron, recibimos donaciones de telas, el vestido de la reina y el dinero que costeó toda la utilería que se usó. Los creativos muchachos hicieron tambores de los tanques de pintura y Espacio Común, el mítico lugar que creó Paco Gómez Nadal, se convirtió en un taller de sueños, de libertad y de justicia.
El día martes nos vestimos de negro y cada uno se colocó una máscara atrás que había sido pintada por uno de los talentosos artistas, que manifestaban el luto y la tristeza que queríamos expresar. Resaltábamos los recursos naturales, que se ven amenazados por las leyes que quieren beneficiar a empresas extranjeras y usamos las pancartas que hemos hecho para todas las marchas y vigilias que nos han unido en una causa común: los jóvenes quemados en Tocumen, el irrespeto a los pueblos indígenas y la preservación de nuestro territorio en contra de la minería.
A pesar de la tensión y desorganización, estando registrados, aprobados y cada uno con su brazalete, nos dispusimos a participar, y por el desorden reinante, fuimos los primeros en salir. No niego que a lo largo del trayecto hubo un par de voces agoreras que nos abuchearon, pero la gran mayoría expresó su admiración por la creatividad y la valentía que habíamos tenido.
¿Demuestra esto que hay libertad de expresión? Eso quisieran muchos que dijéramos. Lo que hicimos fue meterle un gol a la autoridad que organizó los carnavales en su propia cancha, al punto que el propio administrador quedó sorprendido y extrañado. Espero que no le dé por botar a la funcionaria que aprobó nuestra participación. La próxima protesta será aún más creativa.