El accionar público La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Grandes dosis de humildad

MARIELA SAGEL

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La Estrella de Panamá, 14 de julio de 2013 

El vergonzoso escenario en que se convirtió el pleno de la Asamblea de Diputados el día que fue citada la defensora del Pueblo para que explicara las cuestionadas contrataciones que ha realizado, se hubiera podido modular con una buena dosis de humildad.

La actitud pendenciera, agresiva y grosera de la que hizo gala la señora Portugal tiró por el suelo la poca credibilidad de que ha gozado esa entidad (casi invisible durante su gestión, en medio de tantas afrentas que ha sufrido la población) y demostró que no es capaz de estar en ese puesto, ni moral ni profesionalmente.

Si su actitud hubiera sido de humildad, no de desafío, no hubiera exacerbado los ánimos de todos los que seguimos esa sesión de casi cinco horas. Pareciera que la Defensoría no tiene quién la defienda, porque desde su creación ha tenido a la cabeza desde desajustados hasta agresores físicos, solo se salva, en gestión y proyección, el Lic. Juan Antonio Tejada.

Tenemos que hacernos a la idea que debemos sumar a nuestras actitudes la de la humildad, y si la misma hubiera aflorado, la historia sería distinta.

¿Qué tal que al regresar al país, después de 22 años en prisión, el señor Manuel Antonio Noriega, en vez de hacer gestos desafiantes, hubiera pedido perdón por los actos cometidos durante su mandato? Una dosis de humildad habría hecho la diferencia y la historia sería otra, tanto para él como para todos los que esperábamos que el país tuviera un respiro y se llegue a la ansiada reconciliación.

¿O que Bobby Velásquez, al reaparecer después de su renuncia a las aspiraciones a candidato alcalde, hubiera dicho que lamentaba haber pensado en romperle las piernas a su contendor? Lo que hizo fue casi tan desafiante como la actitud de la defensora, contestatario, alegando que seguiría en política. Con personas como él uno deja de creer que haya políticos bien intencionados.

¿Y si el gobierno panameño hubiera cumplido con el acto de febrero de 2009, en el cual se había estipulado que pediría perdón a la familia Portugal por la desaparición del padre de la defensora? Ese gesto de humildad hubiera cambiado la vida de muchos, y no tendríamos hoy una contienda que ha dividido a todos.

Volviendo al patio legislativo, es muy obvio que la defensora se ha convertido en una chiva expiatoria del gobierno y ella parece no darse cuenta. Ha sido la única citación que ha logrado la aprobación de la bancada oficialista, que domina ese circo, para distraer la atención de grandes contratos, sobreprecios y negociados en los que han incurrido conspicuos miembros del gobierno.

Ningún diputado del CD o los nuevos locos del Molirena hizo uso de la palabra, solo la deslucida y desafortunada intervención de clausura del segundo vicepresidente. Y el impresentable presidente, alegando que había complacido a la oposición citando a la funcionaria caída en desgracia. Embarraron la cerca de la Asamblea para que los que protestaban no pudieran treparse en ella, les tiraron las escobas a los pela’os del Partido Popular y redujeron toda la confrontación a una diferencia entre yeyés y gente de pueblo. Era como emular un dicho de los gringos que se traduce en algo así como ‘le toca a un ladrón juzgar a un ladrón’. 

Debo destacar que tanto los diputados del PRD como del panameñismo, especialmente el diputado Varela, hicieron un trabajo muy minucioso para hacerle las preguntas puntuales a la defensora, mismas que ella contestó con muecas, sarcasmo y suspicacia, y haciéndose la víctima, para usar sus mismas palabras.

El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad, escribió Ernest Hemingway, escritor estadounidense. Aquí calza tanto para el poder como para la humildad, porque de sabiduría y conocimiento, la defensora exhibe una falta absoluta de ellos.