HISTERIA MUNDIAL
Por Mariela Sagel, 1 de marzo de 2020, La Estrella de Panamá
Definitivamente que el coronavirus, o COVID-19, como se le ha apodado, tiene a todos los países en una especie de histeria colectiva y es el tema de los telediarios de todas las cadenas de noticias mundiales y de redes sociales y medios impresos. Los primeros casos que se conocieron se originaron en la región de Wuhan, en la República Popular de China, a fines de 2019, y a la fecha, ya superan 78 mil personas contagiadas en ese gigante asiático, y se acercan a 85 mil en el resto del mundo. El país más afectado ha sido Italia, donde llegaron hasta a cancelar las dos últimas jornadas de los famosos carnavales en Venecia, que no es poca cosa. Las últimas noticias arrojan las cifras de contagio en 53 países y esto definitivamente que está afectando la economía mundial, a todo nivel.
China sorprendió al mundo construyendo un hospital con capacidad para 1,000 pacientes en solamente 10 días, pero ya esa infraestructura ha sido desbordada por la inmensa demanda por atención médica, superando la capacidad de respuesta. Comentaba un médico amigo que hay que observar muy de cerca cómo se comporta la enfermedad fuera de China y que, debido a que allí se originó el brote y no existían medidas de prevención, la epidemia ha sido devastadora. Toca al resto de los países tomar las precauciones del caso, en forma seria y responsable, sobre todo a partir de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia internacional a fines de enero de este año, cuando apenas se habían confirmado unos 8,000 casos en China.
Sin embargo, si bien es muy responsable la actitud de prevención, parece que hubiera una histeria injustificada, sin dejar de tomar precauciones para evitar un eventual contagio. Como que se cumple la frase muy repetida: cuando China estornuda, el mundo se resfría, que se aplica a la desaceleración económica del gigante asiático que alarma a los países que le exportan sus materias primas.
Hace unos años, en 1981, el escritor estadounidense Kean Koontz, que se especializa en temas de terror, publicó un libro titulado “The eyes of darkness” (Los ojos de la oscuridad). Es un thriller de suspenso que relata la producción artificial de un nuevo virus que, coincidentemente, lo llama Wuhan-400 y lo ubica en el año 2020, como parte del desarrollo de un programa de armas biológicas. Sin embargo, aunque la novela es ficción, las personas que han descubierto las similitudes con la situación por la que atraviesa el mundo, la han malinterpretado. En la novela de Kootz, son los rusos los que crean el virus, y lo llaman Gorki-400. Pareciera que se quisiera jugar a ser Nostradamus. La divulgación irresponsable de algunas de las páginas de esta novela se convierte en noticas falsas, o “fake news” como se les dice ahora y contribuyen a crear un clima de confusión y desconfianza, que definitivamente agrava la situación.
No podemos bajar la guardia, aunque todavía no se hayan identificado casos de pacientes contagiados en nuestro país, pero ya empiezan a sentirse los efectos colaterales. Tomar las precauciones que responsablemente nos brinda en forma regular el Ministerio de Salud y tratar de no entrar en pánico. Se recomienda mucha limpieza de manos, menos saludos de besos y por supuesto, por el clima insalubre que el calor desarrolla, hacer un uso responsable de la disposición de la basura. Es un virus que se compara a un resfriado muy fuerte y como cualquier gripe que no se cuida, especialmente en personas vulnerables (niños, ancianos, personas con deficiencias respiratorias, fumadores, etc.) puede ser letal y contagiar a las personas que están alrededor.
La moda también ha sido tocada por esta epidemia, que algunos ya la califican como pandemia, y es en el uso de mascarillas (que según me he enterado se han agotado en el mercado) y la gente se hace “selfies” con ellas puestas, lo que ya cae en el ridículo. También abundan los dichos y memes que toman el tema a chanza, como el que dice que “Nunca pensé que nuestra muerte también sería “Made in China”. Seamos responsables, sin perder el humor, con este tema, pero sin exageraciones.