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HONRANDO A MANKELL, QUERIENDO A WALLANDER

Por Mariela Sagel, Facetas, 2 de octubre de 2016

El 5 de octubre se cumple un año del fallecimiento del escritor sueco Henning Mankell, maestro de la novela negra, esa que ha sido la protagonista de recientes encuentros en la Feria del Libro de Panamá y de muchas jornadas a nivel mundial.  Mankell murió a los 67 años como consecuencia de un cáncer terminal contra el que libró un combate intelectual, reflejado en las estupendas páginas de su libro “Arenas movedizas” donde hace un repaso de su vida, destacando aquellas instancias que le dieron miedo, felicidad, satisfacción y en el que nos muestra un ser humano con mucha sensibilidad y entregado a escudriñar los misterios del individuo.

Así como sus novelas donde el protagonista principal es el inspector Kurt Wallander han cautivado a millones de lectores, la serie que filmó la BBC de Londres bajo el título “Wallander” ha sido vista por cientos de miles de personas en sus cuatro temporadas, cada una con tres episodios que resumen las doce novelas, con sutiles variaciones.

Mankell no solo escribió novelas donde el protagonista era el carismático Wallander, también otras novelas policíacas, ensayos y obras juveniles e infantiles.  Dedicó muchos años de su vida a enseñar dramaturgia y montar obras de teatro en países africanos como Mozambique.  De hecho, dirigió el Teatro Nacional Avenida de Maputo y en ese país pasaba la mitad del año.  Estaba casado con la hija de Ingmar Bergman, Eva, otro ícono del cine sueco, director y cineasta.

UNA VIDA PÓSTUMA

En su libro de memorias, “Arenas movedizas”, Mankell hace confesiones aleatorias de los momentos más importantes y desgarradores de su vida, por ejemplo, cuando conoció a su madre, que lo había abandonado de pequeño.  Él se crio con su padre, un juez de la localidad de Sveg y su abuelo era músico.  No terminó la escuela, se embarcó de adolescente para recorrer el mundo y vivió en París. Fue un erudito autodidacta, con una feroz curiosidad y una dedicación absoluta a escribir y a crear y recrear.  Hay un relato muy esclarecedor en este tomo sobre un viaje por tierra que hizo desde Portugal hasta Suecia, parando en Salamanca y lo que representaron ciertos acontecimientos en su vida. Similares experiencias tuvo en Buenos Aires y en Italia, y hasta en Grecia, en un antiguo teatro. También relata la primera vez que sintió la punzante herida que causan los celos. En su obra novelística  utiliza los recursos del género negro para abordar críticamente los retos de la sociedad actual.

También se consideran libros póstumos o mejor definidos como crepusculares, sus últimas novelas, “Botas de lluvia suecas” y “Zapatos amarillos”, donde cierra el círculo simbólico que iniciaba con unos elegantes zapatos hechos a mano por un artesano italiano y finaliza con unas toscas botas, tradicionales en su tierra.

El libro preferido de Mankell era Robinson Crusoe y a él se refiere en sus reflexiones en repetidas ocasiones cuando le fue diagnosticado el cáncer de pulmón. Esa afamada novela inglesa, un libro de aventuras que es un símbolo del colonialismo, del hombre perfecto y de la moral suprema tiene muchas similitudes con los escenarios que el autor sueco escogió para sus libros, quizás por la identificación que sentía con el protagonista, residente en una isla desierta y los principios que persiguió toda su vida.  En la serie de novelas alrededor de las pesquisas del inspector Wallander el escenario es un pueblo de la costa de Escania, Ystad y hasta cierto punto, el detective vive muy solo.  También hay cierta afinidad con el tema africano y los antecedentes coloniales portugueses.

WALLANDER, LA SERIE

En la serie llevada a la televisión bajo un sello creado por el propio Mankell, se recrea un cine sueco inigualable, impecable y lleno de símbolos.  El famoso actor sueco Kenneth Branagh actúa como el atractivo, carismático, intuitivo y obsesivo Kurt Wallander.  Se transmitió desde el 2008 hasta este año, en cuatro temporadas, todas de tres episodios que son en sí cada uno una película de los libros de la serie detectivesca.

La fotografía, actuaciones y detalles están muy bien logrados y uno llega a entender al inspector que descuida su vida personal para resolver los misterios de crímenes indescifrables, y los conflictos que se le crean entre el deber y la conciencia.  Es muy crítico de las instituciones, de los recursos que abundan en una sociedad tan avanzada como la sueca y encima de todo, descuida su salud, que se va deteriorando hasta sufrir de lo mismo de lo que murió su padre, lo que lo obliga a retirarse de su carrera profesional.  Demuestra una gran responsabilidad en entrenar a profesionales más jóvenes para que se produzca el relevo generacional que es tan necesario en todos los escenarios de la vida.

Henning Mankell supervisó los guiones de estas versiones televisivas, todas de 90 minutos, y seguramente no logró ver las últimas, pero la factura es superlativa.  Ha recibido elogiosos comentarios en los países que se ha transmitido y actualmente la tienen en Netflix.  Lo bueno es que los que hemos leído sus tramas en los libros podemos hacer la comparación de su adaptación pero igual lo pueden hacer los que la vean como una introducción al fascinante mundo del inspector Wallander.  La serie ha estado nominada en 25 ocasiones, una de ellas a un Globo de Oro y ha ganado 11 premios.

La productora de la serie, Yellow Bird, fue fundada por el mismo autor y desde el año que se empezó a negociar la adaptación (2006) con empresas británicas se sumó en forma entusiasta el actor Branagh.  Tiene unas credenciales altísimas en dirección, fotografía –ya que el recurso visual es tratado con maestría – y la música gira en torno al tema “Nostalgia” de Emily Barker.

A un año de su muerte y con el episodio de la firma de la paz en Mozambique al terminar su documento póstumo, coincidiendo con la firma de la paz en Colombia, es bueno revisar a este magnífico autor, incansable, creyente en el ser humano, entregado a una titánica labor docente en lugares olvidados de África y que dejó una obra valiosa, que ha sido editada con propiedad y traducida con esmero a muchísimos idiomas.  Uno de sus libros documentales, publicado en 2008, se titula “Moriré, pero mi memoria sobrevivirá”, que es mitad fábula, mitad crónica, y hace un recorrido por los pueblos de Uganda asolados por el sida.  Junto a “Arenas Movedizas” son parte del legado que nos ha dejado Henning Mankell, que solía repetir que nunca nos falte la alegría de vivir.