Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 6 de marzo de 2022.
La ciudad estaba completamente amurallada y llegó a tener unas 100 torres de vigilancia y puertas muy bien protegidas. Es conocida por sus cerámicas y azulejos, que marcaron las pautas decorativas de los siglos XVI y XVII. Allí se celebró el primer concilio de la Iglesia católica
Fue un recorrido diferente porque en vez de ir por tierra, lo hicimos, con todo y automóvil, en un ferri que navegó por hora y media por el mar de Mármara, pasando por las islas de los Príncipes y otros islotes. El ferri era de última generación, con asientos asignados, cafetería y unas sillas para dar masajes como para revivir a un muerto. Después de embarcarnos en Estambul, muy cerca de la estación del Orient Express, en el distrito de Faith, llegamos a Yalova, cuyos primeros asentamientos datan del año 3,000 a.C. Como es típico de estas regiones turcas, los hititas dominaron la región, para dar paso a los frigios y de allí a los romanos, que llegaron sobre el año 74 a.C.
Una vez que se dividió el imperio romano, en el año 395, Yalova estuvo bajo el imperio bizantino, para de allí pasar a manos otomanas en 1302. El padre de la patria turca Mustafá Kemal Atatürk vivió en Yalova durante sus últimos años. Es muy conocida por sus aguas termales. De allí seguimos hacia Iznik, antigua Nicea, donde nos esperaba un recorrido muy interesante, pero justo antes de llegar nos detuvimos en un obelisco cuya base es de forma de prisma rectangular sobre la que se erigen cinco piezas de forma de prismas triangulares (se dice que falta una), donde está enterrado supuestamente Cassius Philiscus, tan temprano como el siglo I. Está en el pueblo de Elbeyli, entre plantaciones de olivares. Las cinco piezas son de mármol blanco enclavadas con cuñas de hierro. Tienen 12 metros de altura y se muestran inscripciones en griego. Se dice que la sexta pieza tenía una estatua de la diosa de la victoria, simbolizada en un águila.
Iznik, históricamente conocida como Nicea, pertenece al distrito administrativo de Bursa. Bordeada por un hermoso lago y rodeada totalmente de murallas, ha sido escenario de importantes eventos históricos. A pesar de estar localizada a solo 90 kilómetros de Estambul, por carretera nos hubiera tomado 200 kilómetros. Las murallas tienen unos 10 metros de altura y estaban rodeadas de una doble zanja en la parte interior y en su momento hubo unas 100 torres de vigilancia. Tenía puertas muy bien protegidas que restringían el acceso a la ciudad, que actualmente tiene unos 15 mil habitantes.
Era muy conocida por sus preciosas cerámicas y azulejos, que marcaron las pautas decorativas de los siglos XVI y XVII. Allí se celebró el primer Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino I en el año 325 d.C. que fue un consejo de obispos cristianos. Hay una Hagia Sofía que fue iglesia y después convertida en mezquita, cuando el sultán Orhan capturó la ciudad de los bizantinos en 1331. Hasta aquí llegó Ibn Battuta, el viajero marroquí que surcó tierras y mares y, según sus crónicas, la ciudad estaba en ruinas, pero dentro de las murallas había jardines y parcelas con huertos que producían uvas, castañas, frutas y nueces. La producción de cerámica tuvo su apogeo en la segunda mitad del siglo XVI, ya que sus azulejos se utilizaron para decorar muchas mezquitas diseñadas por Mimar Sinan, el “arquitecto del universo” según la novelista turca Elif Shafak. Un siglo después la ciudad ya no era tan importante, pero hoy sus grandes obras se conservan para admiración de los turistas.
Vale la pena visitar, además de la Hagia Sofía, el museo que tiene escenas vivientes de cómo vivía la gente y donde hay una maqueta que muestra los sitios icónicos de la pequeña población, además de una basílica que está hundida en el lago. También entrar por la puerta de Lefke, apreciar el acueducto y los minaretes recubiertos de cerámica, en las mezquitas como la Yesil (verde en turco), cuyos azulejos son de verde esmaltado, terracota, amarillo, turquesa y púrpura oscuro.
Los concilios de Nicea
El primero, considerado como el primer concilio de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa se celebró entre el 20 de mayo y el 19 de junio del año 325, convocado por el obispo Osio de Córdoba y apoyado por el emperador Constantino I. Se le considera el primer concilio ecuménico y aceptado por las iglesias católica, ortodoxa, ortodoxas orientales, Asiria del Oriente, Bautista reformada, presbiteriana ortodoxa, reformada, luterana y anglicana. Entre los temas más importantes que se acordaron allí fue la fecha de la Pascua, la cuestión cristológica de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre y la promulgación del derecho canónico y que el Espíritu Santo era consustancial con Dios Padre y Dios Hijo y empezó a perfilarse la doctrina trinitaria. Hay un fresco en la Capilla Sixtina que representa el I Concilio de Nicea. No se guarda registro de dónde se celebró este concilio, mas si del segundo.
“Iznik, históricamente conocida como Nicea, pertenece al distrito administrativo de Bursa. Bordeada por un hermoso lago y rodeada totalmente de murallas, ha sido escenario de importantes eventos históricos”.
El II Concilio de Nicea se celebró del 24 de septiembre al 13 de octubre de 787, más de 400 años después del primero. Lo convocó la madre del emperador Constantino VI, Irene. De los participantes más destacados figuraban Adriano I, el arcipreste romano Pedro y el patriarca de Constantinopla Tarasio. Lo reconocieron las iglesias católicas, ortodoxa, algunas anglicanas y protestantes, pero fue rechazado tajantemente por los calvinistas.
Algunas de las razones para celebrarlo fue la negativa de los iconoclastas a la legitimidad de las imágenes y su culto. La conclusión a la que se llegó fue que las imágenes sagradas que eran veneradas eran meras intermediarias (“traslatio ad prototypic”). Hay muchas razones para rechazar o apoyar esta veneración, que no vienen al caso en este artículo. Lo que sí se destaca es la conducción en todo momento de la emperatriz Irene, que presidió los trabajos de la última sesión asegurándose de que las conclusiones fueran favorable a las imágenes, y ella fue la responsable de la promulgación de los decretos y 22 cánones, lo que causó disputas en la familia imperial por muchas generaciones.
A este concilio no asistieron los patriarcas orientales, solamente el de Jerusalén y el de Constantinopla. La emperatriz Irene era la regente de su hijo Constantino VI, que era menor de edad y se había asegurado de nombrar a un laico, Tarasio, favorable a las imágenes, como patriarca. El papa Adriano I había celebrado un concilio el año anterior en Constantinopla. Desde la celebración de este concilio la cristiandad ha tomado las imágenes y los iconos muy en serio.
Basílica sumergida
En el año 2014 se dio a conocer en la comunidad científica la existencia de ruinas arqueológicas que, producto de un terremoto, estaban sumergidas en el lago Iznik. En ese placentero pulmón de esta pequeña comunidad, donde hay toda clase de actividades para el disfrute al aire libre de chicos y grandes, hay una basílica del siglo IV. Se estimaba que, de seguir las excavaciones y estudios podría convertirse en el primer museo arqueológico subacuático de Turquía.
Las investigaciones iniciaron cuando el jefe del departamento de arqueología de la Universidad Uludag de Bursa, Prof. Mustafá Sahin, se percató de que había una iglesia sumergida revisando unas fotografías del área. Está bajo 3 metros, lo que la hace bastante visible desde el aire, y a 50 metros de la orilla del lago Iznik. Es de estilo romano, y fue construida aproximadamente en el año 390 d.C. Adentro hay un cementerio con tumbas de seres humanos que pertenecen a la época del imperio romano oriental y también un espacio de adoración pagano a los dioses de esa época.
Turquía es un tesoro de historias por donde uno vaya, que están allí para que las descubramos.