LA FORMA DE LAS RUINAS
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 1o. de mayo de 2016
El último libro del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, que obtuvo el Premio Alfaguara en el año 2011 y que se ha convertido en una especie de divo de la literatura en su país y afuera, es una sinfonía de géneros perfectamente conjugados, que él llama un exorcismo de un tema que obsesiona a muchos colombianos: el crimen de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. En “La forma de las ruinas”, Vásquez se convierte en el narrador, deshoja su vida personal, el nacimiento de sus hijas gemelas, la obsesión de un individuo por ese asesinato que según el autor, partió la historia de Colombia en dos, y las varias teorías de conspiración que se han tejido alrededor de las muertes de John F. Kennedy, Rafael Uribe Uribe y el mismo Gaitán. Es a la vez que un desdoblamiento autobiográfico, una novela policíaca, histórica, una crónica y una teoría de conspiraciones.
LOS PERSONAJES
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, abogado, que era al momento en que lo mataron candidato a la presidencia por una facción del Partido Liberal, afecto a la izquierda y los movimientos populares, produjo protestas masivas que se conocen como «El Bogotazo» y que para algunos historiadores marcan el inicio de la violencia que hasta hoy desangra al país vecino. Justo ese día que murió, el político liberal tenía una cita con un líder estudiantil cubano llamado Fidel Castro.
Rafael Uribe Uribe fue también un abogado, periodista, diplomático y militar colombiano que murió asesinado en las afueras del Capitolio Nacional en 1914, proclive también a la instauración de un socialismo de carácter corporativo y sindicalista en Colombia. Combatió en las guerras civiles de 1885, 1895 y 1899, de las cuales salió derrotado pero obtuvo victorias en algunas batallas durante la Guerra de los Mil Días desde el punto de vista táctico, las cuales le dieron una reputación como el principal general liberal a pesar de no tener preparación militar.
John F. Kennedy era presidente de los Estados Unidos cuando lo asesinaron en Dallas, Texas, en 1963. Hay un célebre film que hizo Abraham Zapruder, un ruso-judío que presenciaba la caravana que transportaba al mandatario estadounidense, que se constituyó en la única pieza fílmica que evidencia que hubo un segundo asesino, no solamente Lee Harvey Oswald, que a su vez fue asesinado dos días después de haberle disparado al Presidente Kennedy.
En los tres asesinatos hay un hilo conductor: una conspiración, cuya principal evidencia es que el o los responsables no actuaron solos. En el caso de Uribe Uribe, Vásquez es depositario de la confianza de un necrófilo obseso que le muestra el cráneo del fallecido, donde se muestra que recibió un golpe con una manopla, cuando la supuesta causa de la muerte fue por heridas de unas hachuelas. En el de Gaitán, su aparente asesino, Juan Roa Sierra fue linchado inmediatamente después de matarlo, pero se habla de un hombre elegantemente vestido que estaba en el área. Ya sabemos qué ocurrió y pudo haber ocurrido en el de Kennedy, aunque las tres comisiones investigativas no pudieron concluir con nada esclarecedor.
EXORCISMO DEL SER COLOMBIANO
Dice Juan Gabriel Vásquez que le tomó casi diez años darle forma a esta novela, combinación de varios géneros pero que se vuelve adictiva en la medida que uno se va adentrando en las varias historias que conjuga, con gran maestría, porque tiene tantas aristas que hay que leerla con fruición.
El autor cuenta cómo las coincidencias lo llevaron a entrar en contacto con un médico que tenía en su mente y en su poder evidencias de lo que ocurrió el 9 de abril de 1948, cuando mataron a Gaitán. Esta parte de la historia eleva el relato a niveles de ternura porque narra el nacimiento de sus hijas gemelas, nacidas por caprichos del destino en un país que su padre no quisiera haberles heredado, ya que por ese entonces él y su mujer vivían en Barcelona. La trama se va tejiendo en interminables conversaciones a la espera del alumbramiento de su esposa y al conocer al personaje obsesionado con los asesinatos (y las conspiraciones) tanto de Uribe Uribe como de Gaitán. Hace profundas reflexiones sobre la importancia de ese momento de quiebre –que posteriormente ha llevado a los asesinatos de otros políticos como Rodrigo Lara Bonilla (1984), de Luis Carlos Galán (1989)– y así sigue la lista, en una cadena de muertos interminable.
Juan Gabriel Vásquez ha dicho, en sendas entrevistas a partir de la publicación de su novela, que la historia tal como nos la han contado no es la verdadera, que han dejado de decir la verdad y en estos tres casos de asesinatos, muy resonados, parece que está muy claro. El crimen de Gaitán, por ejemplo, ha marcado la vida de muchos colombianos y la sigue marcando, aunque no hayan estado en sus alrededores ni haber nacido cuando ocurrió, como es su caso.
“La forma de las ruinas” es un libro denso pero que se goza, hilando fino con todas las referencias tanto históricas como geográficas, y para los que tenemos una alta dosis de curiosidad, nos pica saber y conocer más de tantas referencias que él toca, en forma tangencial y profunda. Es un libro provocador y envolvente, que invita a una lectura compulsiva y apasionante, y demuestra que los países tienen sus verdades inciertas, tal como tenemos nuestras leyendas negras los panameños (la separación de Colombia, la muerte de Torrijos, la invasión de Estados Unidos, por decir las más relevantes).
En todos lados se tejen conspiraciones y en éstos casos se convierten en enredaderas que se vuelven interminables. Vásquez es a su vez una de las voces más firmes en pro de concretar la paz para su país y siente que no se les está diciendo a los colombianos toda la verdad de lo que se negocia en La Habana. Así lo escribe en sus columnas periodísticas y en entrevistas que concede a los medios. Estuvo entre los cinco finalistas de la II Bienal Vargas Llosa que se premió el pasado 21 de marzo en Lima y que ganó el chileno Carlos Franz.
Es un autor muy culto y leído, y para esta novela reclama, en primera instancia y por la mezcla de géneros, influencia del inventor de la novela, Miguel de Cervantes Saavedra, de quien conmemoramos la semana pasada el cuarto centenario de su muerte. También está el siempre presente para él Joseph Conrad, Dostoievski, Vargas Llosa y Javier Marías. En 2012 recibió el premio Roger Caillois por el conjunto de su obra, que anteriormente lo han merecido Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño. De él ha dicho Roberto Saviano que es “una de las voces más originales de la nueva literatura latinoamericana”.
“Eres las ruinas del hombre más noble que jamás vivió en el curso del tiempo”, le dice Antonio a Julio César cuando acaba de morir. “Yo no sé si Uribe Uribe y Gaitán fueron los hombres más nobles de su tiempo, pero sus ruinas, acompañándome en el viaje de regreso a casa, tenían esa nobleza. Esas ruinas humanas eran memorandos de nuestros errores pasados, y en algún momento fueron también profecías”. JGV.