LA IMPOSIBILIDAD DE ESPERAR
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 5 de enero de 2018
La periodista, novelista y dramaturga, además de actriz española, Elvira Lindo, nos regaló para fines del año que recién terminó un elegante artículo titulado “Cultura y ansiedad”, donde advierte que “Hay que celebrar que en la valoración sobre lo tecnológico han comenzado a escucharse voces críticas”. Aborda temas como las plataformas tecnológicas que ahora usamos, tanto para comunicarnos como para ver películas (series de televisión que nos zampamos a veces, si nos agarra el tema, en una noche) y la preminencia del libro impreso sobre el tecnológico. Y es que los aparatos electrónicos están alienándonos a tal punto que antes que medicamentos o agua, pensamos en el aparato celular o la tableta y, sobre todo, en el conector por si se acaba la batería, a la hora de salir de casa.
Nos hemos vuelto impacientes a la hora de hacer de todo: si escuchamos al presidente dirigirse al país en su discurso a la nación, al tiempo que habla van vertiéndose miles o millones de palabras en el Twitter, en los WhatsApp y en Instagram en contra, y los bien fondeados call center hacen su papel de defensa, atacando soezmente lo que desvirtúe el vacuo mensaje que el primer empleado de nosotros dijo ante la Asamblea de Diputados. Antes de eso, todos fuimos espectadores (pasivos algunos, activos otros) de la pelea de un ex contralor que se le va la lengua (y la tecla) más fácilmente que un punto en media de nylon, y el director de un programa humorístico que se transmite en la televisión panameña desde 1995. Los argumentos por los cuales se enfrascaron estos dos personajes fueron la convocatoria a una marcha contra la corrupción el próximo 9 de enero, y si uno u otro tienen la moral para llamar a esta concentración. Las palabras intercambiadas fueron realmente deplorables, al punto de ser ofensivas y de cada diez, eran palabras de las que llamamos “sucias”. Eso solamente ha contribuido a hacer más interesante el llamado a la concentración por parte del señor Davis, y a mostrar, una vez más (como si no fuera suficiente) la fea cara del señor Weeden. Se “monstruoseó” como amenazó que lo haría el arzobispo Ulloa si lo seguían vinculando al escándalo de la constructora brasileña Odebrecht.
Pero es que el informe a la nación dejó tantos sinsabores, tantos hoyos negros y tantas expectativas frustradas (a los que aún esperan que se haga el milagro de que este gobierno cumpla al menos un par de sus promesas de campaña) que la comodidad del sillón permitió que muchos se manifestaran en forma instantánea exigiendo que se dieran los nombres de los involucrados en la mayor trama de corrupción que se ha conocido en este país. En Perú hemos visto el extremo del descaro político, que para que no lo echaran, el presidente Kuczynski indultó al ex presidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión, lo que ha causado toda una serie de interrogantes y acusaciones de que pactó con el partido del “chino” para que no lo defenestraran.
La acogida a la convocatoria de Davis no debe sorprendernos porque el nivel de crispación que tiene esta sociedad, que está harta de ser engañada con promesas no cumplidas, es campo de cultivo para que cualquiera, hasta un humorista, convoque a protestar y por allí nos vamos. Decía el periodista polaco Ryszard Kapuściński que “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Eso es lo que vemos a diario, no solo en los medios de comunicación sino en las redes. La inmediatez prevalece y ha ocurrido, incluso aquí en Panamá, que hasta el Nuncio Apostólico ha tenido que disculparse por correr a re tuitear una mentira que se hizo viral en las redes y fue repetida por los comentaristas de noticias.
No voy a entrar a analizar el deplorable mensaje del presidente en la ocasión que desaprovechó para erigirse en un estadista y quedó como un protagonista de segunda de la película Star Wars. Lo que quiero destacar es que, para él y su partido, que ha recibido sin merecerlo, la transferencia del Canal de Panamá a manos panameñas, la ampliación de la vía interoceánica, lo más importante que le ha pasado a este país es que se le haya escogido como sede de la Jornada Mundial de la Juventud. En eso y la participación de Panamá en el Mundial de Fútbol se resume lo que veremos este año que acaba de empezar. #YaFaltaMenos.