MARIELA SAGEL
Facetas, 18 de agosto de 2013
El historiador Castillo recurre al intercambio epistolar entre la india Anayansi y el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo. Una manera distinta de entender al descubridor del Mar del Sur
Durante la IX Feria Internacional del Libro de Panamá, que se estará celebrando la próxima semana en ATLAPA (del 21 al 25 de agosto), uno de cuyos ejes temáticos son los 500 años del Descubrimiento del Océano Pacífico, se presentará el libro del periodista, historiador y publicista Gilberto Castillo, titulado Balboa y el Mar del Sur.
De un manera muy original y a la vez envolvente, el historiador Castillo hace mano de un recurso que nos atrapa en su lectura, como es el intercambio epistolar entre la india Anayansi -tan recordada y nombrada en la historiografía nacional- y el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo. Una manera diferente de entender el papel que tuvo Vasco Núñez en Panamá, y que viene a cuento precisamente en el marco de este delirio por darle relevancia a un hecho que para los que le debieron dar importancia lo han olvidado.
CONVERSANDO CON EL AUTOR
Gilberto Castillo estará en Panamá para la presentación de su libro, que se verificará el día viernes 23 de agosto en el salón Lagunilla del Centro de Convenciones ATLAPA. Con él tuve una larga conversación sobre las razones que lo llevaron a interesarse en un personaje como Núñez de Balboa. Me comentó que su novela anterior, Caminando con el tiempo, publicada hace diez años, es el encuentro de tres conquistadores que entraron en diferentes puntos a lo que hoy se conoce como la capital de Colombia, Santa Fé de Bogotá. Y el común denominador de los tres es que antes pasaron por Panamá, por lo que está convencido que debió haber escrito primero esta novela, aunque la anterior tuvo buena acogida.
Sostiene el escritor que los males que nos llegaron con los españoles aún nos siguen afectando. Una de ellas, la corrupción, que enturbia las administraciones y deviene en la politiquería. A pesar del empeño que se le dio a establecer Santa María la Antigua del Darién (como mandato del Rey para homenajear a la virgen de Sevilla), Pedro Arias de Ávila, suegro y ejecutor de Balboa, la borró del mapa diez años después de fundarla y estableció la ciudad de Panamá. Desde esa urbe, de la que Balboa fue alcalde, salió la expedición que lo llevaría a avistar un mar que le había sido mencionado por los pobladores del Istmo.
Este libro le tomó cuatro años de investigación y redacción al escritor y hoy día está más convencido que la historia es mayormente desconocida porque se nos ha transmitido a través de verdades a medias o mentiras completas.
EL AVISTAMIENTO
Tal como ha sido planteado por los que cuestionan esta celebración, la verdadera historia del segundo hecho más destacado del Descubrimiento (después de la conquista, claro está) es desconocida por muchos.
Si no hubieran llegado los españoles aquí, los portugueses o los ingleses tendrían preponderancia en nuestras tierras y la historia sería diferente. Pero no debemos celebrarlo, porque nuestros indígenas ya sabían de la existencia de ese mar y España se sigue cobrando su leyenda negra.
El escritor Castillo siente, de manera personal, que se ha dejado solo a nuestro país en esta conmemoración, ya que fuera de nuestras fronteras no tiene ninguna relevancia. Me hace notar que en el periodo del presidente colombiano Belisario Betancur (1982-1986) se suspendió la enseñanza de la historia en las escuelas y no se conoce que España cometió genocidio en la América que conquistó.
La ‘Leyenda negra’ que arrastra sobre sus hombros España se encuentra su sustento en el trato cruel que los conquistadores le dispensaron a los pueblos originarios, tal como fue consignado por los cronistas americanos (que eran en su mayoría curas y que impusieron la dictadura de la cruz). Está claro que aquellos sitios donde la Iglesia Católica pregonó el evangelio son los que más atrasa dos han quedado.
NOMBRES CONOCIDOS, LUGARES COMUNES
La investigación y posterior redacción como una novela del momento histórico del avistamiento del Mar del Sur es rico en referencias. Anayansi, princesa de la etnia cueva (posteriormente desplazados por los kuna) que era hija de Careta -el cacique que la entregó a Balboa como regalo a temprana edad- poseía una inteligencia que le permitió sacar provecho de su posición como amante del adelantado, inclusive cuando tuvo que asistir a la boda de éste.
Es una historia en la que se menciona a Ancaona, india que fue muy conocida en La Española (hoy República Dominicana y Haití); la relación familiar que existía entre Francisco Pizarro y Hernán Cortés (eran primos). La lealtad del perro de Balboa, Leoncico, que protagoniza sendas peleas, hacen más ameno el relato, que traduce un hondo conocimiento de los hechos y los narra sin rebuscamiento, con el objetivo que pretende: darle a la mujer indígena un lugar privilegiado en la conquista, para que de esta forma pueda trascender su condición de simple objeto sexual y de disfrute por parte de los conquistadores españoles.
Hay otra referencia sugestiva que hace a los textos de Chilam Balam (nombre de varios libros que relatan hechos y circunstancias históricas de la civilización maya escritos durante los siglos XVI y XVII, después de la conquista y que fueron destruidos por los misioneros católicos al considerar que tales vestigios representaban influencias paganas y por tanto nocivas para la catequización de los mayas), a los que les canta Rubén Blades en una de sus composiciones.
La fecha nos trae a una reflexión más que a una celebración, de lo que el hecho constituye. Llega la cruz y la politiquería, y seguimos viviendo lo mismo que hace 500 años. En los barcos se regó la broma, una especie de polilla que carcomía los maderos, pero la corrupción venía desde la Vieja Europa.
La licencia que se toma de mostrarlo como un intercambio epistolar es un buen recurso para ilustrar todo ese recorrido (ver mapa que elaboró el autor). De esa misma forma rescata los sentimientos de mujer y compañera sentimental y refleja las fuertes personalidades de algunas de esas mujeres que eran tomadas como mercancía con la que satisfacer sus necesidades, igual que los víveres, pero que encontraban en la expresión del sexo una ternura que no conocían en sus parejas indígenas.
Por sus páginas, igualmente pasan personajes importantes como la India Catalina, -a quien se le erigió un monumento en Cartagena-, traidora a su raza y aliada de las huestes españolas. También aparece la legendaria Perla Peregrina, rescatada del mar durante esta epopeya y que, a lo largo de 500 años, ha sido añorada por las más hermosas mujeres del planeta.