Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 1 de agosto de 2021.
La historia de Hernán Cortes, conquistador español de México, ha sido narrada por muchos hasta satanizarlo o endiosarlo. Igual con La Malinche, una de sus concubinas. Lo cierto es que, bueno o malo, tiene un lugar en la historia de México que muchas veces es llevada a extremos insospechados porque la historia generalmente la escriben los ganadores.
Con esta novela, “La otra Isabel” la escritora Laura Martínez Belli, española-nicaragüense que incluso vivió unos años en nuestro país donde su padre era el gerente de un banco, su sexta desde el 2007, demuestra no sólo la madurez con la que aborda los temas históricos dándole espacio a la ficción, sino que desarrolla una destreza absoluta en el manejo de los personajes y profundiza en muchos aspectos de esa conquista y evangelización que destruyó un Imperio tan avanzado como el de los mexicas.
“La otra Isabel” no es otra que la hija adorada de Moctezuma, cuyo nombre original era Tecuixpo, también llamada “Copo de algodón” que, desde niña, demostró una personalidad indoblegable y una mirada tan profunda y temeraria como la de su padre. Lo más despreciable del caso es que Moctezuma, antes de morir, le pidió a Cortés que velara por esa hija, entonces una niña, que con el tiempo se fue convirtiendo en una hermosa mujer y después la violó y de esa violación nació una niña, que le fue arrebatada en el momento de su nacimiento. Tecuixpo era hija de la esposa oficial de Moctezuma, Tecalco y tenía una haya llamada Citlali, que era una especie de confidente y cómplice.
Tecuixpo era curiosa e inquieta y le gustaba espiar a su padre, cautivo por Cortés en su propio palacio, y en una ocasión frustró sus intentos de envenenar a los “Teules” (españoles) porque ella estaba convencida de la guerra se ganaba peleando. También frustró la “Noche Triste” del 30 de junio de 1520, cuando los españoles intentaron abandonar Tenochtitlán al amparo de la noche, no sin antes proveerse de todo el oro que pudieran cargar, demostrando que la codicia era el motivo principal para “conquistar” México, con el pretexto de evangelizar.
Tecuixpo fue bautizada en su momento como Isabel, y siempre tuvo claro lo que sus padres le habían dicho, que era la llamada a continuar el Imperio. Al morir Moctezuma, también llamado tlahtoani o jefe supremo, uno de sus hijos, Axayácalt asume ser el tlahtoani y después es asesinado por el propio Cortes. Tecuixpo está segura que no le corresponde a ese hermano ser el jefe sino al otro.
La novela está narrada en dos tiempos: la vida por demás interesante de Isabel o Tecuixpo, a quien le fue arrebatada la hija que encarnó por una violación de Cortes, a quien llamaron Leonor, y por la Leonor adulta, que crece en un convento y que, al morir su padre, el codicioso y sumamente canalla Juan De Altamirano, primo de Cortés, quiere amañar los asuntos legales para que lo que en su momento su padre le dejó a Isabel, y ésta a su hija a la que no conoció nada más cuando la parió, le quede a él. Leonor creció bajo el entendimiento de que su madre había muerto al nacer ella pero en un viaje a la “Nueva España” se tropieza con su niñera Citlali, en el mercado, que la reconoce enseguida y la cita para entregarle unas cartas de su madre y un collar de Jade. Altamirano, advertido por una sirvienta casquivana que bajo presión le cuenta del encuentro, mueve sus maquiavélicos hilos para sacarla del escenario, muriendo la anciana pero antes le entrega a Leonor el manojo de cartas que su madre escribió a lo largo de los años. Porque Isabel, a pesar de ser india, aprendió a leer gracias a un religioso y del apoyo de uno de sus cinco maridos, el cuarto, que fue quien más la quiso y ayudó a preservar la memoria de su hija, arrebatada al nacer.
Leonor, tampoco sabía leer pero aprendió a hurtadillas de las monjas del convento donde la envió Altamirano cuando ocurrió el desgraciado “accidente” que le quitó la vida a Citlali, y se las leyó todas y cada una de las cartas de su madre, llorando a mares por la fortaleza demostrada, sus consejos y el infortunio que le había causado Cortés y su primo Altamirano.
La novela está extraordinariamente bien escrita, sustentada por una rigurosa investigación histórica y con las consabidas licencias que se toman los novelistas serios. Laura Martínez Belli, con 46 años y seis obras de gran peso, demuestra una vez más su compromiso con la literatura, la historia, y el país donde vivió muchos años antes de mudarse a Madrid. Está casada con mexicano y todos o casi todas sus novelas se refieren a temas de ese país, como el anterior a éste, “Carlota, la emperatriz que enloqueció de amor”, refiriéndose a la mujer de Maximiliano, el efímero emperador austriaco que mandaron a Mexico para seguir mandando en “las Indias”.
SOBRE LA AUTORA
Nacida en Barcelona, su madre es hermana de la famosa poeta Nicaragüense Gioconda Belli. Ella misma cuenta que cuando se acercó a la editorial Planeta con su primer manuscrito, el de “Por si no te vuelvo a ver” solo puso su apellido paterno. Ese libro, publicado en 2007, estuvo mucho tiempo entre los libros más vendidos en México. Estudio Historia del Arte, área en la que trabajó en museos, instituciones culturales y galerías de arte en Madrid y en Ciudad de México, donde se estableció para formar una familia.El segundo libro, publicado en 2010, “El ladrón de cálices” también fue un éxito de ventas. En 2012 publicó “Las dos vidas de Floria”, que presentó en Panamá en la feria del libro de ese año y que fue traducida al italiano con mucho éxito. Con su siguiente novela “La última página” (2014), fue finalista del Premio Letras Nuevas de Novela. En 2017 se lució con “Carlota” y es un referente contemporáneo sobre la vida de la emperatriz nacida en Bélgica pero convertida en emperatriz austriaca en una corte que después Rosa Beltran llamará “La corte de los ilusos”, cuando Agustin de Iturbide pretende continuar como emperador.
Con esta novela, poderosa y portentosa, Laura Martínez Belli sigue ascendiendo por la ruta de los grandes escritores, con pausa y sin prisa, siempre publicando bajo el sello Planeta. Esta historia, con sus licencias literarias que ella explica al final, es la monumental aventura de la hija del último tlahtoani, quien perdió su Imperio, su nombre y su familia, pero jamas se dejó vencer. Es una mezcla perfecta de ficción histórica que tiene el suspenso del thriller más revelador que no puedes soltar. Ojalá pronto esté disponible en Panamá porque la autora me contó que el otro año va a ir a la feria del libro (COVID mediante) a presentarlo y a impartir talleres de escritura, algo que hacía en Mexico y que sigue haciendo en España.